Chiapas El corazón del café

Después de trabajar juntos en I love Miami y Regresa, el director Alejandro González Padilla y Jaime Camil vuelven a hacer mancuerna en Chiapas El corazón del café, una película que, contra todo lo que se pueda pensar después de haberla visto, fue inicialmente concebida como una gran historia de amor, enmarcada en un contexto histórico original. Lo malo es que se quedó en puras buenas intenciones.

El filme (el primero que Camil produce) se basa en un hecho histórico real: la introducción del café a México por primera vez en 1842. En aquella época, la región del Soconusco, lo que ahora es Chiapas, era prácticamente tierra de nadie, pues acababa de separarse de Guatemala y aún no se decidía su anexión a México. En estas circunstancias políticas tan inestables, cierto veneciano llamado Gerónimo Macinelli (Jaime Camil) vende los primeros cafetos a John McGee (Hugo Speer, Full Monty), un británico que había llegado anteriormente al territorio con 300 de estas plantas, de las cuáles sólo una había sobrevivido sin dar frutos.

¿Y en donde está la historia de amor? Sucede que McGee tiene una hija: Isabel (Carmen Aub), con acento entre chiapaneco y de la telenovela Rebelde, de la cual Macinelli queda prendado. El romance deriva en una suerte de triángulo amoroso con Julián como rival, un lugareño de profesión cuestionable que en realidad nunca tiene muchas oportunidades de conquistarla. El triángulo, en verdad, no es tal.

No sería justo olvidar que la cinta, al ser de época, hace un buen esfuerzo en su diseño de producción y, especialmente, en su fotografía, a cargo de Fabián Monroy. Chiapas se puede contemplar en todo su esplendor, con espectaculares tomas de sus paraísos. Tal vez la cinta tendría una mejor oportunidad como comercial chiapaneco o de una marca de café. De hecho, esa es la impresión que da en muchas escenas.

Uno de sus mayores problemas, sin embargo, y que opaca absolutamente todo lo demás, es que su guión es demasiado débil, consentido, con momentos inverosímiles que provocan un humor involuntario. En un intento por apuntar a una gran producción, la cinta abarca demasiado y aprieta poco. Hay un constante bombardeo de diversidad: es multicultural (con personajes chiapanecos, tzetales, italianos, anglosajones), tiene un elenco internacional (el egipcio Sami Samir, el mismo Speer, etc.) y es multitemática (la esclavitud, el café, el amor, la inestabilidad política), pero esto se aprovecha de formas irrelevantes, que no tienen un verdadero impacto en lo que sucede.

La sensación que te deja Chiapas El corazón del café es la de ser una película indulgente, con un final totalmente arbitrario y forzado: en la que quiso pasar todo, pero al final no pasó absolutamente nada.

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Jessica Oliva Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.