El camino del diablo – Crítica

Contrario a lo que muchos pueden pensar al escuchar este título, la película de El camino del diablo no tiene nada que ver con sucesos demoniacos, sino que únicamente se refiere a los demonios internos de su personaje principal –de hecho su título original en España fue La senda…

La historia gira alrededor de Raúl, un  hombre que pretende cambiar radicalmente su modo de ser en un intento desesperado por recuperar el cariño de su esposa e hijo. Para demostrar sus logros, el personaje pide a la fémina pasar unos días en una casa aislada en las montañas, lo cual les concederá un mayor acercamiento que podría ser determinante para salvar la relación. Sin embargo todo cambiará tras la aparición de Samuel, un misterioso individuo cuyas aparentes intenciones desatarán el lado más obscuro de Raúl.

De inicio debemos señalar que El camino del diablo cuenta con un guión plagado de clichés, que va desde el hombre solitario que sufre un cambio abrupto en soledad –¿alguien  recordó El resplandor?–  hasta un predecible twist al más puro estilo de M. Night Shyamalan. El resultado será un filme plagado de momentos que pretenden resultar sorpresivos, pero que terminan siendo monótonos al tratarse de situaciones que ya hemos visto en incontables ocasiones.

Por si esto no fuera suficiente, la historia está replreta de huecos desde el inicio, provocando que las intenciones y acciones de los personajes nunca sean explicadas con claridad. Esto, aunado a los numerosos giros, hacen que la cinta esté repleta de incógnitas que nunca son contestadas, dejando la sensación de que ni siquiera los guionistas Juan Carlos Fresnadillo y Miguel Ángel Toledo sabían cómo cerrar las interrogantes.

Finalmente la dirección del propio Toledo se siente floja, pues nunca logra delimitar lo real y lo imaginario, provocando que algunas situaciones puedan resultar confusas para algunos sectores de la audiencia.

Sin embargo no todo está perdido, ya que el buen trabajo del elenco es suficiente para rescatar el filme y convertirlo en un thriller psicológico disfrutable. Mención aparte para Gustavo Salmerón en el papel de Raúl, quien encarna a la perfección a un hombre completamente ordinario cuyos miedos e inseguridades le harán vivir una trágica caída.

Al final, El camino del diablo es un filme que podrá ser disfrutado por algunos sectores del público, pero que en general dejará la sensación de que pudo ser infinitamente superior.

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Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.