El padrino

Las obras de arte verdadero perduran con el paso de los años y, al ser vistas una y otra vez, revelan nuevas verdades sobre la condición humana y sorprenden con sus cualidades estéticas. Tal es el caso de El padrino de Francis Ford Coppola (Detroit, 1939), develada hace ya 4 décadas, reestrenada ahora en cines. Desde 1972 ha inspirado y maravillado a generaciones enteras de cineastas y cinéfilos. ¿Pero qué la coloca en un pedestal dentro de la historia del cine?

El padrino es uno de esos extraños casos en que se da una tormenta perfecta y azarosa para la realización de un proyecto fílmico, uno de esos eventos esporádicos en que todas las piezas caen en el momento justo, con el impulso requerido (Sergio Leone y Peter Bogdanovich la rechazaron, más tarde Brando impidió que el estudio reemplazara a Coppola con Elia Kazan). El también director de Apocalipsis ahora supo destilar temas primigenios de la novela de Mario Puzo y esculpir una historia familiar que, a la par, lidiaba con las contradicciones del Sueño Americano y las tribulaciones de las primeras generaciones de migrantes. A pesar de que Coppola narra la historia de un clan de mafiosos, cuyos tejemanejes distan mucho de ser moral o éticamente rectos, logra que nos identifiquemos en sus seres arquetípicos: el patriarca Vito, el primogénito Sonny y el endeble Fredo, Connie la hija desprotegida y el enigmático Michael, quien por designios de la fortuna termina llevando una vida que no deseaba, torciendo sus valores para defender a los suyos. Marlon Brando, Al Pacino, Robert Duvall (Tom Hagen, el fiel consejero), Talia Shire (hermana del director), James Caan y el resto del reparto crean momentos que se perciben a la vez íntimos, trágicos y épicos, como la boda que da inicio al filme, o el viaje a Italia en que Michael pasa por su último rito de iniciación y que significó la consagración de Pacino como actor.

Vista a la distancia, también sorprende su eficiencia narrativa: en 175 minutos nos cuenta una historia con vertientes múltiples que resulta más compleja que muchas de las que las series de televisión actuales elaboran en más de 50 horas (algunas influenciadas por El padrino, como The Sopranos y Boardwalk Empire). Cada fotograma está armado de manera meticulosa para explotar la capacidad expresiva del cine: los tonos ocre, las sombras que fungen como espejo de los conflictos emocionales de los Corleone, la construcción del espacio fílmico con fuertes influencias de la pintura clásica, y las notas musicales de Nino Rota, que se han convertido en icónicas por mérito propio. La edición, sobre todo el montaje climático que intercala una ceremonia religiosa y una serie de ejecuciones, resulta tan revolucionaria hoy como hace 4 décadas, y revela el poder que tiene la confrontación de imágenes en la creación de significados.

Cualquier cinéfilo que no haya visto esta cinta se encuentra en una posición privilegiada: se estrenará en una de las obras cumbres del séptimo arte. Para aquellos que ya están familiarizados con El padrino en formato casero, la proyección en 35 milímetros resultará una experiencia en que las secuencias e imágenes icónicas del filme (¿hay algo más poético que aquella cabeza equina?) cobrarán nueva vida. Tanto neófitos como conocedores tienen la oportunidad de identificar la influencia que esta cinta ha tenido en la producción hollywoodense desde entonces, que va de las épicas criminales de Scorsese (Buenos muchachos, Casino o incluso Pandillas de Nueva York) y Érase una vez en America del propio Leone, hasta la creación de antihéroes que hacen lo que sea para ser parte del Sueño Americano, desde Caracortada hasta Walter White y Tony Soprano.

Eso sí: envidio a los que la verán por primera vez.

Si aún no has visto El Padrino, te recomendamos no perdértela, pues está dentro de nuestras 16 películas para inspirar a los emprendedores. Podrías llevarte una sorpresa sobre lo mucho que puedes aprender acerca de los negocios al ver esta obra.

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César Albarrán Torres Es investigador del Programa de Culturas Digitales de la Universidad de Sydney. Es el editor fundador de cinepremiere.com.mx y escribe sobre cine, televisión y tecnología en diversos medios nacionales e internacionales.