Fenómeno siniestro 2
La secuela de Grave Encounters es una película plagada de clichés que han saturado al género del horror por años.
En numerosas ocasiones hemos escuchado que el género de horror se ha estancado ante su falta de originalidad, recurriendo cada vez más a fórmulas recicladas que son incapaces de sorprender al público y Fenómeno siniestro 2 (Grave Encounters 2) es un claro ejemplo de ello. Esto se debe a que el filme pretende continuar explotando los hechos acontecidos en la primera entrega, luego de que el joven Alex insista que el pietaje encontrado no es una simple película, sino evidencia de actividad paranormal en el hospital psiquiátrico de Collingwood.
Las sospechas del personaje aumentan tras recibir un mensaje de un usuario desconocido, el cual confirma sus sospechas y le proporciona las coordenadas exactas de Collingwood, de modo que pueda comprobar con sus propios ojos el terror que habita el inmueble. Sobra decir que el joven convencerá a sus incrédulos amigos de acompañarlo y como resultado todos vivirán la experiencia más peligrosa y escalofriante de sus vidas.
El mayor problema de Fenómeno siniestro 2 es su falta de originalidad en todos los sentidos, comenzando porque pretende rendir homenaje a su predecesora –una cinta que también es bastante floja– para intentar adentrar al público en una atmósfera más realista y por ende, más aterradora. Sin embargo, para lograrlo la producción no sólo utilizó una premisa débil, sino completamente absurda: ¿por qué un joven que cree fervientemente que los sucesos de la primera entrega son reales intentaría adentrarse en el inmueble?
A esto agreguemos que el filme está plagado de clichés que han saturado al género por años, comenzando por la utilización de una cámara subjetiva, la inminente localización del found footage e incluso una confesión en video al más puro estilo de El proyecto de la bruja de Blair. Al igual que otras cintas de horror que explotan esta técnica, los violentos movimientos de la cámara no permiten ver con claridad los sucesos mostrados en el filme y en gran parte de la ocasiones sirven para ocultar los pobres efectos visuales utilizados para dar vida a los espectros que deambulan por el inmueble. En cuanto a las entidades se refiere, éstas no muestran ningún tipo de evolución en comparación con el primer filme –salvo la capacidad para mandar mensajes electrónicos y utilizar cámaras de video–, ofreciendo una fórmula completamente reciclada en todos los sentidos. El resultado es una película plagada de espantos sencillos y completamente olvidables.
Con todos estos errores, lo más escalofriante es que la historia viene acompañada de twist absurdo y predecible, pero que permite un final lo suficientemente abierto como para continuar explotando esta historia en nuevas secuelas.
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Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.
