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Cine

Besos de azúcar

22-10-2013, 1:20:42 PM Por:
Besos de azúcar

La película del director Mexicano Carlos Cuarón es un filme de estereotipos, que se queda lejos del retrato social que pretendía ser.

Cine PREMIERE: 1.5
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Un amor prohibido en pleno universo ambulante de Tepito, con sus mafias, redadas y piratería, es el hilo conductor del nuevo largo de Carlos Cuarón: una historia de lugares comunes que se queda lejos de ser el retrato social «a la Romeo y Julieta» que pretendía ser.

En Besos de azúcar, el director de Rudo y Cursi presenta un escenario estereotipado de la vida tepiteña, con vecindades deterioradas, altares a la Santa Muerte y todas las dinámicas nocivas que se le pueden inyectar a una familia, desde el maltrato injustificado hasta la violencia sexual.

En medio de un ambiente adverso y a pesar de su corta edad, Nacho (César Kancino) se las arregla para enamorarse de Mayra (Daniela Arce), hija de la peligrosa líder de los puestos ambulantes y, por tanto, prohibida para quien desee continuar viviendo tranquilo. Su romance juvenil desata un tropel de represalias, por parte de ambas familias, de un grupo de pandilleros y de todos aquellos adultos que al parecer no cuentan con prioridad más relevante que la de impedir este amor de niños. El mundo de Nacho, además, es hostigado por un padrastro violento, una mamá que lo menosprecia y unos hermanos para quienes no parece ser más que un intruso en su propia casa.

A pesar de que Besos de azúcar se ubica en y busca retratar un cosmos urbano específico, su trasfondo social está formado por clichés, con personajes a los que el guión les impone circunstancias y características que se sienten injustificadas. Nacho enfrenta una vida de constante maltrato y abuso exagerado, tanto dentro como fuera de su casa, que no es del todo verosímil. Lo mismo sucede con el personaje de Mayra, cuya situación familiar incluye a un hermano violador y a una madre que la daña física y psicológicamente sin razón aparente. Así, el guión intenta agregarle profundidad a sus protagonistas al volverlos víctimas constantes de golpes, insultos y de la miseria  existencial que en primera instancia, y de forma superficial, es a menudo asociada a esta zona de la ciudad.

Dichas imposiciones provocan que la historia se fuerce demasiado y que, irónicamente, no cuente con la fuerza necesaria para soportar un amor prohibido, ni  una reflexión social, ni los chispazos de comedia que pretenden colarse entre el drama. El escenario que envuelve la desventura de Nacho y de Mayra ofrece nuevas perspectivas sobre la corrupción y el crimen organizado, fuera de la esfera del narcotráfico; sin embargo, se trata de una visión superficial y maniquea de lo que se vive en Tepito, con una historia de amor infantil incapaz de sostener el peso de todo el filme.

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autor Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.
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