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Cine

Todas mías

13-11-2013, 1:31:06 PM Por:
Todas mías

Protagonizada por Bruno Bichir, Todas mías tiene un guión que impide una completa conexión con el protagonista y sus aparentes desventuras.

Cine PREMIERE: 2
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Todas mías… dícese de un caballero de dudosa reputación, mujeriego y donjuán. Y tal descripción le viene como anillo al dedo a Lucas Romeo (Bruno Bichir), escritor adicto al sexo que para salvar su futuro matrimonio con Sandy (Alejandra Sandoval) debe practicar una palabra inexistente en su diccionario: abstinencia.

Para lograrlo, se traslada de la ciudad a una lejana cabaña en donde buscará reformarse, aprovechando que ahí estará a salvo de toda tentación… o al menos eso espera.

En un claro homenaje al inconfundible Mauricio Garcés, el creador de frases como “arrooooz” o “las traigo muertas”, el director Joaquín Bissner (Me late chocolate y escritor de Cansada de besar sapos) retoma 2 temas constantes en su trabajos. Por un lado la picardía sexual, muy presente en el cine mexicano; por otro, la infidelidad, plasmada como tentación suprema del sexo masculino.

En este mundo inserta a un Bichir con bigote al estilo Garcés para liderar un elenco en que también figuran una desafinada Sherlyn que busca convertirse en cantante; Rodrigo Murray, actor recurrente en la filmografía de Bissner, y Luz María Jerez como una poco convencional terapeuta. Pero tanto ellos como el resto de los involucrados ofrecen actuaciones exageradas más cercanas a la farsa que a la comedia.

Sus sobreactuaciones parten de personajes con motivaciones difusas que se vuelven intrascendentes al no tener un sólido sustento en el guión. Su autor, el mismo Bissner, descuida más de un detalle que resta credibilidad a la puesta. ¿O cómo nos explicamos que Romeo pretenda pasar una larga temporada en una cabaña escondida y aislada con lo que carga en una pequeña maleta? ¿O que de la nada obtenga un equipo de pesca?

Pero además de estas incongruencias en Todas mías que impiden una completa conexión con el protagonista y sus aparentes desventuras, también hay problemas en la dirección. Las reacciones lentas y poco naturales de los protagonistas –prolongadas incluso a causa de la edición– restan ritmo a una historia que, por lo mismo, se siente larga.

Puede que ello se deba a que el largo se rodó en 2010, antes que Me late chocolate. No obstante, tal como en aquél filme, el realizador consiguió bellas imágenes –en esta ocasión no de la urbe o Teotihuacán, sino de poblados mexicanos– a partir de una cámara que con su movimiento busca explorar las indiscreciones de un “Romeo” muy alejado del que Shakespeare visionó para Julieta.

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autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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