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Columnas

El loco Bill Murray en la Berlinale 2014

07-02-2014, 4:49:30 PM Por:
El loco Bill Murray en la Berlinale 2014

Resumen del día 2 de la Edición 64 de la Berlinaleque incluyó entrevistas con el elenco de The Grand Budapest Hotel de Wes Anderson.

El hotel Adlon es uno de los sitios más míticos de Berlín. Su historia en sí misma posee un potencial cinematográfico impresionante. Antes de la Segunda Guerra Mundial, sus aposentos fueron visitados por celebridades y luminarias de todo tipo, desde Charles Chaplin o Greta Garbo hasta escritores de la talla de Thomas Mann. Hacia finales del conflicto armado, y ya que el edificio había caído en poder de las milicias soviéticas, un incendio, al parecer provocado, lo redujo cenizas. No sería sino hasta después de varias décadas, y tras la caída del Muro, que sería reconstruido respetando los planos originales. Fue así que pronto se convirtió nuevamente en un sitio de referencia para artistas de primerísimo nivel (no hay que olvidar que fue allí, desde sus balcones, donde Michael Jackson mostró a uno de sus hijos, jefes de estado y, por supuesto, jeques árabes de billetera distraída.   

Valga toda esta introducción porque este lugar tan especial, pomposo y excelentemente ubicado (sus ventanales dan a la fastuosa Puerta de Brandenburgo) fue precisamente el escogido por los productores de The Grand Budapest Hotel, la cinta de Wes Anderson que mencionamos el día de ayer, para realizar las acostumbradas actividades de promoción. La coincidencia, pensándolo bien, no lo es tanto, dado que la exquisita paleta de Anderson precisamente lo que trata de recrear es un sitio como del Adlon. Si no como lo que es, al menos sí como lo que alguna vez fue.

Y si bien el lector tendrá que esperar a la edición impresa de Cine PREMIERE para saber los detalles de los encuentros sostenidos con Anderson y algunos de esos actores suyos que, fuera de broma, realmente le guardan un fervor de fan from hell, sí que podemos adelantar algunos detalles. Decir, por ejemplo, que, contrario a lo que se piensa, el también director de Los excéntricos Tenenbaums no es muy dado a permitir que sus actores improvisen y su intención es más bien orientarlos a que se comporten y hablen de la manera en que él lo tiene concebido en su imaginación. También podemos revelar, sin spoilers de por medio, que hay un detalle que implica a Saoirse Ronan, o más bien a Agatha, el personaje que interpreta, que tiene una conexión directa con México. Todos recordarán que en el trailer aparece con una marca de México. Una muy peculiar y, de acuerdo a testimonios tanto de Anderson como suyo, producto de puro azar.

Agreguemos a tales revelaciones el hecho de que Tony Revolori, el joven actor que encarna una suerte de Sancho Panza del personaje interpretado por Ralph Fiennes -lo que le obliga a cargar un peso importante en el relato- no tiene de árabe o indio ni un pelo partido por la mitad. Para irnos rápido, es un hijo de guatemaltecos nacido en Anaheim, California, que ay, tiene a Steve Carell entre sus actores favoritos. 

Sumemos a estas enriquecedoras conversaciones la mantenida con Bill Murray, que se cuece aparte. Al igual que en las películas, su personalidad emana una combinación tan intensa de melancolía y farsa que el interlocutor se siente desarmado: literalmente, no sabes si tras sus declaraciones va a soltar un chiste o empezará a llorar amargamente. Porque en el discurso de Murray, y contra todo pronóstico, lo que más hay es humanidad, franqueza, ese aterrizaje que la mayoría de actrices y actores, tan acostumbrados a navegar por las órbitas más apartadas, difícilmente realizan. Se entiende si lo hacen para protegerse o por mera timidez. Murray, sin embargo, parece situarse por encima de todo eso, como si a estas alturas ya le diese igual lo que la gente pudiera pensar de su desempeño actoral, su mirada estrábica o incluso su vida privada. De todos los grandes nombres que desfilaron, Murray fue el único que se prestó a tomarse alguna fotografía con los periodistas que se lo solicitaron y luego de eso, afectado súbitamente por un ataque de euforia que, para fines prácticos, bautizaremos como murrayismo, tomó en vilo a una diminuta periodista -que, como él, parecía que no sabía si reír o llorar- y se la llevó en hombros hasta la habitación contigua.

Luego desapareció y la Berlinale volvió a ser lo que es: eso que ya nunca será lo mismo si Bill Murray no está en ella.

P.D. Tranquilicemos, al menos, alguna curiosidad: definitivamente -aunque en este universo, ya se sabe, lo definitivo en realidad no existe- Bill Murray no hará una 3a parte de Los cazafantasmas

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autor Colaborador en web y revista Cine PREMIERE desde 2006. Me especializo en anime/manga, comics, doblaje, tecnología y videojuegos. Mis sagas favoritas: Doctor Who, Star Trek, Dragon Ball y Star Wars. Batimaníaco, geek ochentero y hardcore gamer.
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