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María Victoria en el FICG

24-03-2014, 12:14:16 PM Por:
María Victoria en el FICG

La actriz y cantante María Victoria, conocida en sus buenas épocas como "la estatua que canta" habla de su voz, su famoso trasero y su carrera artística.

Actriz, cantante, comediante… María Victoria es una artista en toda la extensión de la palabra. Su sensualidad y su vivaracho personaje en La criada bien criada, Inocencia, la convirtieron en una de las estrellas más queridas del cine de oro mexicano. Ayer, en el marco del 29º Festival Internacional de Cine de Guadalajara, ha sido celebrada, al ser ganadora del Mayahuel de Plata por su gran trayectoria. Platicamos con ella sobre su carrera y las curiosas experiencias que ha vivido a lo largo de ella. 

 

Sus inicios en el cine

«La primera película que hice con Ismael [Rodríguez] fue Maldita ciudad. Era un papelito muy chico pero le gustó. Entonces me llevó a la televisión. Él fue quien me hizo reina de los Estudios Churubusco y de los Azteca. Pero lo conocí por las actuaciones especiales en el cine, ya que me hablaban para cantar en las películas. No hacía ningún papel. Cantaba lo que estaba de moda. Ser feliz, yo creo que la canté como en 30 películas”. 

 

Su faceta cómica

«Aprendí mucho de los cómicos. Los chistes y eso se los aprendí porque me decían: ‘María, ayúdanos en este sketch. Mira, sales, dices lo que quieras, el final es éste’. Y así, tenía que inventar sin saber. En el cine y en la tele siempre he puesto cosas mías, y si les gustan se quedan. A los productores no les gusta que uno diga más de lo que está está escrito, y a mí me dan permiso de hacerlo. 

 

María Victoria, censurada

Su interpretación de Qué bonito siento fue censurada por la Liga de la Decencia. “No era una canción grosera. Nada más la gente morbosa la agarraba por otro lado. Si yo hubiera canto como ahora: “hace mucho que no siento nada al hacerlo contigo”, hoy estaría en la cárcel. Yo no enseñaba nada. No cantaba cosas de groserías, sin embargo me prohibieron porque yo era una mujer que provocaba el sexo con los hombres. Mi primer público fue el masculino; a las señoras les caía mal. Pero con el tiempo, que ya me conocieron, entré a la familia y me aceptaron. 

La “cantante del pujidito”, admite que su estilo tan sensual para cantar no es intencional: “Sin querer me salía la voz así. Lo hago porque me sale, y no porque quiero ser sexy. Es la forma de cantar. Así siento las canciones. Entonces yo canto y suena muy atrevido, pero no puedo hacerlo de otra forma”. 

 

Un trasero que provocó envidias

Un día, Toña la negra y yo fuimos a trabajar a Veracruz y cantamos en una arena. Al pasar, una mujer me picó las pomas. Grite “¡Ay, alguien me picó como con una aguja”. Y volteó Toña, las vio y dijeron: “Sí, nosotras fuimos. Para ver si son de verdad”. Y Toña les contestó: “Pues a ver si se las van a picar a su…”.

 

Agustín Lara

Estaba acostumbrada a salir con una orquestita de cuatro músicos, y cuando me dijeron que iba a cantar con Agustín Lara me puse muy nerviosa: “Me da vergüenza, ¿y si me equivoco?”. Él me dijo: “Mira, prieta. Tienes que salir y educar al público, que no te estén gritando mientras cantas, –porque no me gritaban groserías, sino ‘¡Ahí viene mi vieja!’, ‘¡María, canta de espaldas!’ Agustín me dijo que cantara con él, pero que teníamos que ver que se callara el público porque era muy delicado. “Quiero que saques un vestido de terciopelo blanco, tu pelo recogido,y la luz rosa. Pero no te me me vayas a poner de perfil porque la…”. Yo salí, muy seria y nerviosa”, y me gritaban: ‘¡María, todavía no me muero!’ y otro respondía: ‘¿Pues qué esperas, güey?’, ‘¡María, camina!’. Y como el maestro dijeron que no caminara, estaba muy seria: ‘Ay, María, qué hipócrita’. Para callarlos caminé al piano donde estaba Lara. Y le gritaron: ‘¡Qué suerte tienen los flacos!’. Él se enojó y se metió. Terminó la función porque querían que cantara mis canciones. 


Sobre perder el piso

“Mi misma familia me enseñó [a no hacerlo]. Mi mamá nunca me decía: ‘¡Ay, qué bonita cantaste, qué bonita te ves’. No. Me decía: ‘cantaste muy feo, hija. Ese vestido con tantos colores… pareces danzante’. Mi familia es la primera que me critica. Nunca me han hecho creer que soy lo máximo. Y yo me siento feliz. Me siento como cualquier persona con suerte, porque sin ser nada me ha ido muy bien”.

 

De vestidos cortos y entubados

“Yo empecé con unos vestidos normales. Pero cada ocho días había que estrenar y yo no tenía para hacerlo. Me fui con mi mamá por todo Insurgentes, a ver si había un vestido para el viernes próximo. Me gustó mucho uno que era strapless negro, pegadito, con un saco chino. Entré y me lo medí pero estaba muy caro. La señorita me dijo: ‘Mire, en la noche va a haber una exhibición para la Primera Dama del presidente. Si viene a modelar se lo vamos a dejar muy barato’. Fui, lo modelé, y cuando me iba me lo regalaron. Ese viernes debuté con vestido viernes, pero al siguiente, ¿qué hago? Me quité el saquito y esa fue la primera vez que me vieron con vestido pegado. Empezaron los chiflidos y dijo: ‘No, pues por aquí está la movida’.  Y ya todo fue con vestido pegado. 

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