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Cine

La jaula de oro

08-05-2014, 11:08:52 AM Por:
La jaula de oro

Esta multipremiada película mexicana cuenta con buena manufactura y muestra el fenómeno de la migración desde una perspectiva más íntima y real.

Cine PREMIERE: 4
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Un año después de estrenarse en la sección Una Cierta Mirada del festival de Cannes y con unos 50 premios internacionales a cuestas, al fin abre en México La jaula de oro, ópera prima de Diego Quemada-Diez, documentalista y otrora colaborador de cineastas como Alejandro González Iñarritu, Ken Loach, Isabel Coixet, entre otros. 

Esta historia está compuesta de cientos de entrevistas realizadas por el mismo cineasta que durante el proceso de investigación, vivió en lugares de alta afluencia migrante como Chiapas, Oaxaca, Sinaloa y Baja California. Varias de las anécdotas vividas o relatadas de primera mano, con el tiempo fueron convertidas en un sólido guión coescrito con la también cineasta Lucía Carreras (Nos vemos papá). Éste se transformó en La jaula de oro, una poderosa película que retrata la travesía de 4 adolescentes para llegar a Estados Unidos desde Guatemala, realizando esa temible odisea de cruzar México en los tiempos aciagos por el que pasa el país.

Un compendio de las trampas, los miedos, los crímenes impunes que suceden a lo largo de más de 4 mil kilómetros que van de frontera a frontera. Pero la distinción clave de ésta entre tantas cintas que hablan del tema, es que los personajes están más humanizados, muestra que no por tener la misa meta –cruzar al otro lado– la camaradería vendrá de manera automática. Son personas que envidian, que se emborrachan, que coquetean con la mujer del otro, que toman decisiones equivocadas, que la amistad se crea más por una necesidad de supervivencia, que por otra cosa. El cuarteto en el que se centra la película, es convertido rápidamente en un trío cuyo poder y interrelación ya ha sido reconocido con sendas nominaciones y premios a pesar de estar compuesto de actores no profesionales: el cabecilla Juan (Brandón López), el indígena Chauk (Rodolfo Domínguez) y Sara (Karen Martínez, quien abre la cinta con una de las escenas más icónicas: su “varonilización” para evitar el acoso sexual durante el largo camino). 

Esa cercanía se debe en gran medida a que el crew de filmación hizo el mismo viaje con ellos, saliendo del sol de La Mesilla en Guatemala hasta llegar al frío estado de Wyoming en el norte de la Unión Americana. Un reconocimiento a la producción por no recrearlo sólo para el rodaje. Eso hace que La jaula de oro roce el docudrama al retratar a viajantes reales y a personas que están haciendo su trabajo diario, como el Padre Solalinde, que en un cameo muestra algo de su labor en los albergues durante el paso ferroviario de La Bestia por Ixtepec, Oaxaca. 

El filme del burgalés afincado en México invita a reflexionar con pulso certero y pone en balanza el sacrificio hecho por miles de centroamericanos al año: Después de pasar las penurias en la tierra propia, ¿vale la pena dejarlo todo para pasarlas en tierras ajenas? Hay que tener presente aquel dicho del que supongo se tomó acertadamente el título: “Aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”. 

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autor Dirigió Cine PREMIERE de 2003 a 2015. También es profesor, jurado y asesor de programación en festivales. Los únicos maratones a los que va son de cine.
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