Justin El caballero valiente – Crítica

Se podría decir que Justin, el personaje principal de la película de Justin El caballero valiente, es una especie de joven y pelirrojo don Quijote de la Mancha. Tal como le sucede al hidalgo más famoso de la literatura universal, sus pensamientos y deseos están encaminados a una sola cosa: convertirse en caballero. 

Desafortunadamente, como todo lo quijotesco, sus sueños llegan a destiempo. El mundo en el que vive ha renunciado ya a las aventuras de caballería y de rescate de damiselas, y las ha reemplazado con intrincadas leyes burocráticas. Los caballeros, exiliados, han dado paso a los abogados.

Producida por Antonio Banderas y dirigida por Manuel Sicilia, Justin El caballero valiente (Justin and the Knights of Valour) hace honor a su origen español en la concepción de su protagonista y su conflicto. Se trata de un adolescente valiente cuya complexión física, dificultades e idealismo recuerdan en más de una ocasión al Caballero de la Triste Figura, con un toque del carisma y la buena suerte de “Grillo”, estrella de La espada en la piedra. Es un cruce de grandes mitos caballerescos, atrapado en una animación meramente funcional que, mal que bien, llega para llenar el vacío en la oferta fílmica infantil de estos días.

Como todo héroe que se precie de serlo, Justin tiene un destino, un gran ancestro, un padre abogado que quiere verlo estudiar leyes y, por supuesto, su muy personal Dulcinea. El día en que decide huir de su mansión para comenzar su travesía, se pone una vieja armadura, empuña una espada oxidada y corre a despedirse de su “Lady” Lara, una suerte de mean girl medieval, a quien promete dedicar sus triunfos y glorias. 

Sin embargo, para convertirse en uno de los Caballeros del Valor, debe derrotar a una troupe de villanos, detener al asesino de su abuelo, rescatar la espada familiar y salvar el reino, con ayuda de su mago de doble personalidad, Melquiades, y su amiga/escudera, Talia. 

Con una historia clásica como ésta, que se aleja del humor referencial y cínico al estilo de Shrek o El Gato con Botas, la cinta apela directamente a los niños, al mismo tiempo que exalta temas como el honor, el heroísmo, la justicia y el amor filial. Sin embargo, tiene un gran tropiezo: logra arrancar no más que un par de tímidas sonrisas. Su falta de comicidad, quizá producto de su esfuerzo por presentar una alegría inocente y sencilla, aplana el resultado, cuya animación– de por sí– no ofrece nada relevante.

Así, aún con el estudio Kandor Graphics detrás– nominado al Oscar en 2009 por su cortometraje La Dama y la Muerte–, la odisea animada de Justin no logra transformarse en el cuento divertido y legendario al que aspira, pero puede servir de leve entretenimiento infantil.

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Jessica Oliva Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.