Yves Saint Laurent

Fue mano derecha de Christian Dior antes de que falleciera. Con sólo 21 años se quedó como la mente creativa de la casa de moda más importante de Francia y para los 26, en 1962, ya tenía su propia empresa: YSL. Pero más allá de ser un hito del buen gusto y el diseñador responsable de revolucionar tendencias, Yves Saint Laurent era un hombre inseguro, con depresión, secretos y proclive a las infidelidades. 

La lente de Jalil Lespert registra la transición de este protagonista de un joven ingenuo, inseguro y confundido, al de un hombre deteriorado por los excesos de sus pasiones. La película muestra su vida delante y detrás de la pasarela a través de Pierre Niney, actor que lo encarna con soltura y credibilidad. Pasa de un nerviosismo casi prosaico entre las telas de la alta costura francesa, al desenfado absoluto, a ser un transgresor. En menos tiempo del pensado, aquel diálogo casual que un personaje intrascendente dice casi al principio de la cinta se vuelve realidad: “Cuidado con los tímidos, son ellos los que dominan el mundo”.

Eventualmente Saint Laurent lo dominó, no estuvo solo ni exento de baches. Sus escoltas fueron la modelo Victoire Doutreleau (Charlotte Le Bon), la mujer que pensaba algún día sería su esposa, y Pierre Bergé (Guillaume Gallienne), el amor de su vida y socio empresarial. Es la relación entre Saint Laurent y Bergé la que funciona como uno de los motores de la película y genera los escasos conflictos que la hacen avanzar. 

Las biopics son terrenos complicados. Y aunque esta producción francesa retrata a Yves Saint Laurent desde todas sus facetas, buena parte de la película es anticlimática y el tedio hacia el abrupto final es insostenible. Sí, cuenta con algunas escenas de tensión en donde el elenco muestra su talento ante la cámara. Sin embargo, el conflicto es casi inexistente y se centra en confusiones internas, la falta inspiración del protagonista y su crisis creativa. 

En realidad no hay un gran obstáculo a vencer, lo cual impide una verdadera conexión con la audiencia. Su vida familiar apenas si se esboza y los conflictos sociales se presentan como apuntes, incluso el tratamiento del drama político entre Francia y su colonia argelina es fugaz, una nota al pie.  Obviamente los mayores pros se dan en los renglones de fotografía, producción y diseño de vestuario. Todos y cada uno son completamente minuciosos en su atención al detalle. La mayoría de los vestuarios empleados fueron modelos originales de YSL que no podían alterarse. Por ello, se contrató a modelos y actores que embonaran con las medidas de la obra de Saint Laurent, incluso, el equipo de producción debía usar guantes siempre que los tocaran. Los menos los recreó el equipo liderado por la diseñadora Madeline Fontaine.

Como consecuencia inmediata, las texturas de las telas y el movimiento de las prendas envuelve en la sofisticación del mundo de la Haute couture y los linderos que la separan del arte. Así, la película enumera momentos clave de la historia de la moda, desde el éxito de Le Smoking hasta los vestidos Mondrian. Esa es su mayor proeza. 

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Mabel Salinas No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!