Mapa a las estrellas
En Map to the Stars, el director David Cronenberg hace una mofa al star system de Hollywood.
Las décadas de espera valieron la pena: la primera película de David Cronenberg filmada y ambientada en Hollywood es una sátira grotesca, casi palpable y hedionda, del falso glamour que envuelve a las estrellas de la industria cinematográfica.
Mapa a las estrellas (Map to the Stars) inicia como toda película sobre el sueño de fama y fortuna en Hollywood: con una mujer joven que llega California. En este caso es Agatha (Mia Wasikowska), una chica con quemaduras en su rostro y guantes que cubren todo su brazo. Inmediatamente la cinta nos presenta a un puñado de personajes decadentes, embalsamados en sus egos y fobias: un chofer (Robert Pattinson) que aspira a ser actor y guionista, una súper estrella de 13 años en rehabilitación por abuso de drogas (Evan Bird), un famoso escritor new age (John Cusack) y también una actriz olvidada que es acechada por el fantasma de su madre (Julianne Moore).
En este guión coral, cada una de las historias está infectada por obsesiones mórbidas y excesos que rayan en lo ridículo, pero que nunca desentonan con la historia, al contrario, sólo adornan el infierno por el que deambulan estas personas solitarias. La maestría del escrito recae en la forma en que lentamente se entrelazan la vida de los protagonistas, donde la muerte es el único denominador en común. Incluso se da el lujo incluir diferentes referencias fílmicas –guiños a P.T. Anderson, Bernardo Bertolucci o Harvey Weinstein– y la reiteración de un poema de Paul Eluard, “Liberté”.
Cronenberg retratan en Mapa a las estrellas monstruos que buscan humanizar su decadencia (uno de los sellos característicos de su filmografía). Y mezcla la paranoia desoladora de obras como Sunset Blvd. (1950), Mulholland Drive (2001) o Las reglas del juego (1992), amparada por un ensamble de actuaciones magistrales –Moore, Wasikowska y sobre todo la revelación de Bird.
Aunque existen escenas poco sutiles (un incidente piromántico a lado de una alberca, o la imagen constante en la cual se muestra una mansión deshabitada), Cronenberg se toma con seriedad este proyecto y lo pule con humor negro y sin contemplaciones. Su mofa hacia el star system moderno, dio como resultado esta obra visceral, visualmente aterradora, pero que es una alegoría a la trillada premisa de que la fama tiene un precio. Y uno muy caro.
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