Kingsman El servicio secreto

Un villano zipizapo. Corrección: un villano zipizapo vestido como hiphopero poco amenazante. Mejor aún: un villano zipizapo-ambientalista-poco-amenazante vestido como hiphopero llamado Valentine e interpretado por (un hilarante) Samuel L. Jackson…

Conocedor de los clichés del decálogo del antagonista, Valentine utiliza a su favor su aparente candidez para orquestar un malévolo plan: apoyar con su multimillonaria fortuna a hacer de éste, un mundo mejor. ¿Cómo? Gestando exterminio colectivo donde solo la crème de la crème sobreviva. 

Pero en este mundo extraído de un novísimo cómic, Valentine tiene su némesis en una organización supra-gubernamental llamada Kingsman, encargada de la seguridad de personajes realmente chonchos, a medio camino entre MI6 y Hombres de Negro.

La historia arranca 20 años atrás, en una misión donde fallece un agente secreto de Kingsman. Su compañero, Harry Hart (un Colin Firth con notable capacidad para la acción) se siente en deuda con la viuda y el huérfano, Eggsy Unwin. Para pagar la deuda de honor, Hart acude años más tarde al rescate de ‘Eggsy’, convertido en un paria de la Inglaterra de los barrios jodidos y ¡oh, sorpresa!, reconoce cualidades (lealtad, honestidad) que lo hacen un candidato ideal para ocupar una vacante disponible en Kingsman. En adelante, la trama avanzará entre los planes de Valentine y el entrenamiento de Eggsy. 

Kingsman El servicio secreto funciona en varios niveles: 

1. Es un homenaje a todo lo que representa la saga de James Bond (incluyendo sus villanos sesenteros)
2. Eggsy (Taron Egerton) es una revelación cobijada hábilmente por un elenco all-star
3. Queda claro que Matthew Vaughn aprendió en Kick-Ass el abecé de cómo transmutar en cine lo que nació siendo viñeta, ofreciendo verdaderos caramelos visuales
4. Kingsman es una refrescante aportación al subgénero de espías, con armas y artilugios que ya envidiaría Bond
5. Posee un ritmo frenético y momentos que rompen hábilmente con los estereotipos del género

En contra, diremos que existe un 3er acto que coquetea (poquito) con el humor de Austin Powers y que presenta un alegato en contra del capitalismo y las instituciones ligero y cándido… Pero si nos instalamos en el mood del filme, veremos que estos detalles resultan imperceptibles. 

¿Entretenida? Sí, a carretonadas. 

PD. Apuesto mi reino a que el menú que ofrece Valentine a su invitado será replicado ad-infinitum en cenas-hipsters-deluxe.

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Edgar Apanco Fan-from-hell de los números de cine. Fue editor de revistas de negocios (no, de allí no viene su amor por los números). Hoy es experto en reportes de taquilla y en content marketing(marketing contento... #OkNo).