Rápidos y Furiosos 7 (2015) – Crítica

Una cosa es clara al ver Rápidos y Furiosos 7 (2015): la película ha creado y se desarrolla dentro de un universo que no es el nuestro. Así como The Avengers está en un mundo de ciencia ficción con un emprendedor que tiene un traje que vuela y hay un supersoldado de más de 70 años de edad, los Rápidos y Furiosos pueden volar su auto pimpeado ya sea desde un avión o desde las torres de Abu Dabi, que una pequeña caja vuele en pedazos toda una casa o que chicas asistan a un velorio con entallados vestidos de diminuto tamaño. Su universo NO es el nuestro, punto.

Rápidos y Furiosos 7 comienza donde dejamos la franquicia: Deckard Shaw busca cobrar venganza contra las personas que dejaron casi muerto a su hermano. Ahora, tras aniquilar a Han en Tokyo, hará justicia por cuenta propia y mucha maldad, mucha.

Los fans de las aventuras de Toretto y O’Conner a lo largo de 6 películas, percibirán un cambio en la dirección desde Rápido y Furioso Reto Tokyo (o sea, la 3) y es que para esta ocasión Justin Lin se hace un lado y entra al desquite el experto en cine de terror James Wan (Saw, La noche del demonio, El Conjuro). Mientras Lin usaba mucha coreografía y aprovechaba secuencias de día, Wan hace trucos de cámara en donde un personaje cae al piso mientras que la toma sigue el trayecto del cuerpo, y así mismo abusa escenas de acción nocturnas.

La historia sigue su ritmo de forma sólida, sin embargo a la hora de presentar al personaje de Kurt Russell, se percibe que la complejidad en la ejecución de la trama se está saliendo de control. Mientras en Rápidos y Furiosos 5 era: Robarle a la policía corrupta de Brasil FIN, en esta aventura tenemos a) escapar de Jason Statham b) rescatar una persona c) robar un software d) ir a Abu Dabi e) atrapar a Statham d)… f)… g)… Vaya, no es que sea compleja en la trama, ese jamás ha sido el caso, sino compleja en querer abarcar mucho cuando puede ser más sencillo. Es aquella sensación que uno tiene cuando alguien cuenta un chiste pero lo va haciendo más grande y más largo.

Pero las secuencias de acción son simplemente impresionantes, el audio es envolvente y los rugidos del motor nunca se escucharon tan brutales. La secuencia final de acción es excesiva, aunque pocas veces hemos visto algo parecido en Hollywood. El score de Brian Tyler juega entre la explosividad de la acción a lo épico de los superhéroes (no en balde fue el compositor de Iron Man 3 y Thor Un mundo oscuro) por lo que nunca encuentra una personalidad. Mientras que las canciones son lo que ya nos tiene acostumbrados la franquicia, siendo Get Low de Dillon Francis el tema más representativo y pegajoso (al llegar a Abu Dabi).

En un caso sin precedentes en Hollywood, de los $250 millones de dólares de producción -que se notan en cada minuto-, tan sólo $50 millones fueron empleados por la aseguradora Fireman’s Fund para lograr cerrar la historia del fallecido Paul Walker. Con la ayuda de los hermanos Walker y la empresa de Peter Jackson, Weta Digital, se logró crear digitalmente lo que Paul había dejado inconcluso tras su muerte, y así darle una despedida por demás digna y sumamente emotiva. No los culpamos si de pronto les entra una basurita a 350km por hora en el ojo.

Finalmente, el personaje de Dominic Toretto nos recuerda a lo largo de la cinta de qué se trata la franquicia de Rápidos y Furiosos: mientras la primera trilogía era sobre la cultura de los autos modificados y la segunda parte abordaba el género heist, con este inicio de una nueva (y esperemos final) trilogía, lo importante es la defensa y el apoyo de la familia, porque Dominic Toretto aunque viene de un distrito peligroso, sin duda tiene un barrio que lo respalda.

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Sergio López Aguirre Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.