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Cine

Familia Gang

07-10-2015, 5:06:43 PM Por:
Familia Gang

Otra narco-historia que a pesar de sus buenas actuaciones, nunca cumple del todo.

Cine PREMIERE: 2
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Si hay algo a lo que sin duda los mexicanos estamos –tristemente- cada vez más acostumbrados es a las narco-historias. De ese barril sin fondo han salido novelas, documentales, ensayos y películas de todo tipo, por no hablar de la millonaria industria del narcocorrido. Sabedora de que el tema –repito, tristemente- no ha perdido actualidad alguna, Familia gang arriba a las salas con ganas de contar lo mismo desde una “óptica diferente”.

La trama gira alrededor de un capo de altísima monta a quien llaman El Coyote y quien consigue sobrevivir a un atentado. Tal hecho marcará una vorágine de sucesos que paulatinamente se reducirá a uno central: la reunión de un sicario apodado Topillero (un Rafael Inclán siempre correcto) con aquella esposa e hijo que creía perdidos. Conformes, al parecer, con que el –azarosísimo– destino los haya congregado de nuevo, juntos conciben un plan que podría convertirlos en millonarios. Por desgracia, la narración incumple con el entretenimiento que, vía cameos de Joaquín Cosío y Armando Hernández, se nos prometió al inicio de la misma.

Da la sensación de que la cinta nunca acaba de despegar, de que se hunde una y otra vez en una dinámica de autosabotaje. Incapaz de casarse con un género, se regodea con varios a la vez, lo que termina por ser cansino: el espectador no sabe si tiene ante sí una comedia negra con chispas de crítica social o meramente una sátira del imaginario narco a la que se le agregaron subtramas a manera de relleno. Por demás, habrá quien se divierta con diálogos llenos de lugares comunes, pero también quien se sienta ofendido o al menos incómodo frente a la banalidad con que son tratadas algunas escenas violentas. Si el barco no se hunde por completo es gracias a las actuaciones. Inclán, Giovanna Zacarías, Humberto Busto y Elpidia Carrillo, con todo y su extrañísimo acento, son capaces de sortear las deficiencias de guión gracias a su amplia experiencia. Asimismo, siempre valdrá la pena constatar el “subidón” que las apariciones de Ernesto Gómez Cruz, Isaura Espinoza o Alonso Echánove le dan a cualquier toma en la que se les ponga, por mínima que ésta sea. El brillante epílogo del filme, tan inteligente, tan Dogville, nos hará preguntarnos qué es lo que no terminó por funcionar. Y también si de verdad vale la pena –desde un punto de vista ético pero también como mero divertimento– el mezclar el sentido del humor con el denostable universo del narcotráfico después de una película como El infierno.

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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