Mientras somos jóvenes
Una divertida comedia sofisticada, pero cuya trama nos queda mucho a deber.
Si algo se puede decir de Noah Baumbach, es que es un director que se sale del molde y, sobre todo, original. En años pasados deleitó a las audiencias con Greenberg, Frances Ha y la galardonada The Squid and the Whale. Sin embargo, en Mientras somos jóvenes, nos queda a deber.
Josh (Ben Stiller) y Cornelia Srebnick (Naomi Watts) son una pareja neoyorquina de mediana edad con una vida extremadamente monótona. Josh lleva diez años haciendo un documental y Cornelia trabaja con su padre, el reconocido documentalista Leslie Breitbart. Esto cambia cuando conocen a Jaime (Adam Driver) y Darcy (Amanda Seyfried) una joven pareja hipster que disfruta la vida al máximo y vive el momento. Jaime es un aspirante a cineasta fan de la obra de Josh, y Darcy inventa sabores de helado. Desde que estos veinteañeros entran a sus vidas, los Srebnick se sienten inspirados para cambiar sus vidas, rejuvenecerse y cambiar sus prioridades. Pero Jaime y Darcy, no son lo que parecen y esconden algunos secretos…
Baumbach contrapone, a través de la comedia, a estas dos generaciones de una manera muy ingeniosa al invertir los roles de estas: Josh y Cornelia son esclavos de la tecnología y la rutina, mientras Jaime y Darcy ven películas en VHS, juegan juegos de mesa retro y recorren Nueva York en bicicleta. Esta nueva amistad además los lleva a participar en una ceremonia ayahuasca para “vomitar todos sus demonios”, y a Cornelia a tomar clases de hip hop (Naomi Watts bailando hip hop es una de las mejores escenas del filme).
Hasta ese momento todo fluye bien y es una cinta que verdaderamente te entretiene y resulta sumamente identificable para ambas generaciones. Sin embargo, mientras vamos descubriendo que Jaime y Darcy no son lo que parecen, la película va poco a poco perdiendo ese efecto de originalidad que contagia exitosamente en su primera mitad y cae en el punto que precisamente trata de defender durante todo el filme: el cliché.
Al final, por generalizar y estereotipar a la Generación X y a los Millennials, todos los personajes terminan siendo clichés y la premisa que la cinta plantea como eje central sobre “aprender de otras generaciones”, no se cumple del todo. Además, a momentos, es inevitable recordar el cine de Woody Allen en los diálogos y en la temática.
En conclusión, es una muy buena historia que no terminó por cuajar y cuyos personajes se perdieron a la mitad del camino. Sin embargo, el elenco y la comedia sofisticada característica de Baumbach, hacen que valga la pena verla.
Y que los hipsters sin duda disfrutarán.
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