SPECTRE

Uno de los aspectos más interesantes de Casino Royale en 2006, fue el concepto del relanzamiento y reinvención de James Bond. Esa posibilidad de actualizarlo y conocerlo desde que obtiene la categoría de doble cero: su licencia para matar. Una especie de precuela, donde gradualmente se forjarían la personalidad y características emblemáticas del 007. Con paciencia y determinación, el proceso continuó en Quantum (2008) y se fortaleció en Skyfall (2012). 

Con la mayoría de los elementos en su lugar –desde el vodka martini y el Aston Martin, hasta la inclusión de Moneypenny y Q–, parecía natural continuar ahora con la máxima organización criminal del universo de Ian Fleming. Así, SPECTRE, la cuarta película con Daniel Craig en el papel principal, y la segunda de Sam Mendes en la dirección, podría representar la consolidación de todo un proyecto.

«Los muertos están vivos», se lee en la pantalla durante los primeros instantes de la proyección. En muchos sentidos, ese es el tema del filme. No sólo por la fastuosa aventura del prólogo, todo un deleite visual ubicado en Día de Muertos en la ciudad de México, sino también por los espectros del pasado que se manifestarán de diferentes maneras ante nuestros ojos.

Mientras la historia de terrorismo y espionaje cibernético pretende hilvanar los acontecimientos de las tres entregas previas, hay un esfuerzo, demasiado consciente quizá, por sumar todos los ingredientes posibles que caracterizan a la franquicia más longeva de la historia del cine.

Aún más allá. En SPECTRE abundan las referencias a la historia cinematográfica del 007, con detalles que serán un verdadero festín para los fanáticos y que reviven escenas, momentos, artefactos y hasta animales de algunos de los 23 filmes anteriores, producidos desde 1962.

El resultado es admirable en su fina e impecable presentación. Irónicamente, la percepción narrativa es episódica, como la unión de piezas de Lego que embonan a la perfección, pero que son de diferente color. No se siente la urgencia e intensidad de Casino Royale, ni la sobriedad de Skyfall.

El indulgente afán por cumplir con la fórmula clásica llega a excesos anacrónicos que volverían loco a Scott Evil, de la serie fílmica de Austin Powers: el villano explica su plan, da el tour por la exótica guarida y desperdicia obvias oportunidades de aniquilar a su enemigo. A pesar de ello, y de los 148 minutos que la convierten en la cinta con mayor duración de la saga, SPECTRE es un espectáculo formidable. Tanto para iniciados, como avezados por igual.

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Charlie Del Río Cinéfilo incorregible. Coleccionista de juguetes de películas. Fundador y conductor de @CinemaNET. Colaborador en Efekto Noticias y Filmmen. Escribe en Cine PREMIERE desde el 2002.