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Cine

Amy

11-11-2015, 4:59:01 PM Por:
Amy

Un emotivo homenaje que esquiva los juicios y logra capturar el talento de la cantante británica.

Cine PREMIERE: 4
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No es necesario ser un experto en nada para olfatear el verdadero arte. Su inconfundible aroma es percibido hasta por las narices más cortas y en el caso del documental Amy, los perfumes de esta clase se propagan a chorros. 

El director londinense Asif Kapadia –alabado hasta el cansancio por su impecable retrato de Senna (2010)- hace bien en iniciar el relato que va a contarnos con archivos de video, en los que aparece una Amy Winehouse jovensísima: aún con la tutsi-pop en la boca y la coleta saltarina, hay algo que la distingue de entre las amigas adolescentes que la acompañan. Es algo que inquieta y fascina, que se esconde en esa mirada de gacela herida y que no habría de perder ni con juergas de 30 rayas de coca ni 14 gin tonics al hilo: algo que, ya se ha dicho, despide un olor que sólo los grandes virtuosos exudan y que, de hecho, es tan evidente que Kapadia nunca tiene la necesidad de justificarlo. Un manojo de canciones, cuyas letras son exhibidas en pantalla con un recurso tan sencillo como eficaz, bastan para que incluso los que nunca han mostrado simpatía por la cantante inglesa acepten que su talento era brutal, de esos que, dentro del universo del llamado mainstream, aparecen sobre la faz de la Tierra cada cierta cantidad de años. En pocas palabras, y por más que se aborden otros aspectos imprescindibles para entender la personalidad explosiva de Winehouse, los momentos más emotivos son aquellos en los que se la muestra frente al escenario, acaso el único espacio en el que se sentía realmente como ella misma. 

En esta cinta es una guía, a su vez, del síndrome del artista hipersensible Amy muestra paso a paso los procesos autodestructivos a los que están condenados los que no supieron lidiar con la fama. Porque al igual que Hendrix, Cobain, Morrison o Joplin –todos ellos también fallecidos a los 27 años–, Winehouse nunca entendió las razones por las cuales el simple impulso de componer una canción tuviese que comenzar a pagarse con la sobreexposición de tu rostro, de tus actos, de tu alma. Es así que un día escribes una maravilla de tema como “I Heard Love is Blind”–captada en una estupenda y austerísima versión en la que la británica muestra que además de tener una voz única era una guitarrista dotada– y a la mañana siguiente despiertas en un mundo donde todos saben con quién sales, qué y cuánto bebes, cuáles desórdenes alimenticios padeces y a qué conflictos te enfrentas con tus familiares. 

Afortunadamente, el director se contenta con ir armando el rompecabezas sin poner palomita o tache en las piezas. De hecho, y pese a las críticas que recibió por parte de Mitch, patriarca de los Winehouse, Kapadia en ningún momento inyecta un tono moral o tendencioso a su película: se limita con señalar a los actores –al menos a los más importantes– que circundaron la existencia de ese ser tan delicioso y a la vez tan terriblemente complejo llamado Amy. ¡Que cada quien arme el discurso como le venga en gana! En cualquier caso, y ya se ha dicho, su apuesta más evidente y honesta va dirigida a mostrarnos la fortaleza artística de Winehouse. En realidad, ésa es la “chica detrás del nombre”, que Kapadia insiste en revelar: la que cantaba con el ímpetu de una Sarah Vaughan y escribía como un Bob Dylan de Camden; la enternecedora jovencita que se comporta como quinceañera nerviosa cuando coincide con su admirado Tony Bennett en el estudio de grabación; aquella niña prodigio que, tras observar su interpretación en vivo con canciones como «Rehab» o «Stranger Than Me», nos deja muy claro que pasará mucho tiempo antes de que vuelva a aparecer alguien de su talante. Quizá tal sea la enseñanza más rescatable de este excelente documental. ¡Imperdible!

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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