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Cine

600 millas

03-12-2015, 8:58:42 AM Por:
600 millas

La enviada mexicana a consideración para el Oscar a Mejor película extranjera es una violenta y pausada reflexión sobre el tráfico de armas.

Cine PREMIERE: 3.5
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La violenta realidad de dos culturas y un operativo “Rápido y Furioso” que puso en una encrucijada las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos es el puerto del que zarpa 600 millas, ópera prima de Gabriel Ripstein, heredero de una estirpe de cineastas y productores (es hijo del director Arturo Ripstein y nieto del productor Alfredo Ripstein Jr.). 

Dicho operativo, comenzado en 2009 pero descubierto en 2011, permitía el contrabando de armas, su venta a criminales y su paso a tierras mexicanas con la anuencia de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF, por sus siglas en inglés). Todo ello so pretexto de rastrear armamento para dar con los responsables del tráfico de drogas del lado mexicano. 

Semejante problemática se sucinta con la presencia de dos personajes. Arnulfo Rubio (el siempre consistente y creíble Kristyan Ferrer), quien interpreta a un niño-hombre. Obligado a crecer ante las circunstancias que lo rodean, es uno de los encargados del trasiego de pistolas y rifles a través de la frontera. Asiste a ferias de armas en EU y, con cierta ayuda gringa, compra, empaca, cruza la frontera y lleva la mercancía a su destino. Sin embargo, en su actual viaje se encuentra con un impedimento. 

Hank Harris (Tim Roth, cuya actuación no siempre es creíble, luce demasiado impostado en su papel) es un agente de la ATF, quien circula en las ferias de incógnito para atrapar a estas “mulas” modernas de los rifles, FN 5.7 o AR-15. Sin embargo, lo que parecía una misión fácil en la que Hank sólo tiene que atrapar a un adolescente, decanta en su propio secuestro a manos de un joven empeñado en ser un “macho” y complacer a sus superiores, entre ellos su propio tío. 

El camino que Arnulfo y Hank recorren desde Tucson, Arizona a Culiacán, Sinaloa hasta llegar con el capo que los espera se compone de 600 millas en donde los dos protagonistas se encuentran y reconocen a pesar de encontrar dificultades para comunicarse. Ninguno habla el idioma del otro. Esta dinámica de tensión (ocasionalmente desinflada), claustrofobia y aparente humanidad es retratada por Alain Marcoen, cinefotógrafo de los hermanos Jean- Pierre y Luc Dardenne con el mismo apego con que siguió a la Sandra de Marion Cotillard en Dos días, una noche, cinta de los laureados cineastas belgas. Su cámara a veces se mueve de forma constante para acentuar el realismo de la odisea (al estilo del cinema-verité), pero en otras ocasiones se sustenta en la estabilidad del camino y los cortes directos. 

La violenta candidata mexicana a concursar por el Oscar en la categoría de Mejor Película en Lengua Extranjera no apunta a un único culpable en el conflicto, sino que reparte responsabilidades de ambos lados de la frontera, pese a que la factura no ha sido equitativa para las dos partes. 

Ciertamente ésta no es una película sencilla ni por su temática, ni por sus escenas de violencia (la cual por lo general intuimos mas no vemos) e incluso en ocasiones exige demasiadas concesiones argumentativas por parte del espectador (el guión llega a sentirse forzado), pero sirve para alzar cuestionamientos desde la butaca aún más por su lento ritmo y constantes plano secuencias que a veces parecieran aletargar las escenas de más. 

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autor No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!
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