El clan

En su país natal, El Clan rompió el récord que tenía Relatos salvajes como la película argentina con mejor apertura en toda su historia y más de un millón de espectadores en menos de 10 días, superando así también a El secreto de sus ojos. Y es que la vida de la familia Puccio (un apellido que todavía genera escalofríos en aquel país) está todavía fresca en la memoria de los argentinos y ver sus crímenes en pantalla grande era imposible de pasar por alto. 

En México es diferente, aquí El Clan es ese David que se enfrenta ni más ni menos que al Goliat llamado Star Wars, pero como punto a su favor no podría ser más diferente pero igual de enganchante: Arquímedes Puccio es un hombre sencillo, contenido en su apariencia que junto con su hijo Alejandro y su esposa Epifania secuestran a sus conocidos para pedir el jugoso rescate y así sobrellevar la crisis post-dictadura Argentina. 

El director Pablo Trapero entrega así una historia que coquetea con el cine de género, por momentos el thriller psicológico y a veces con el más puro terror de tortura. Trapero demuestra que parte de su sello será el plano secuencia, pero no tenemos aquí grandes tomas de duraciones eternas que emplean grúas o movimientos de cámara complejos, su característica radica más en el poder de lo que vemos en pantalla; tenemos un plano donde Arquímedes toma una charola con comida, va avisándole a todos sus hijos para que vayan a cenar y finalmente termina en el cuarto donde tienen secuestrada a la persona. Del patriarca al verdugo en tan sólo unos minutos.

Pero no sólo es ésta una de las fortalezas de esta cinta, cada uno de sus actores ofrece una construcción de personajes brutales, siendo la sorpresa Juan Perdo Lanzani, quien interpreta al hijo mayor Alejandro. Lanzani es un ídolo juvenil en Argentina siendo El Clan su incursión en el séptimo arte y ofrece un arco narrativo muy interesante, todo ello explotado a través de detalles tan sencillos como la respiración o una simple mirada. Caso aparte es Guillermo Francella, viejo conocido en México por su papel de Batuta en Rudo y Cursi, quien deja a un lado sus capacidades cómicas y muestra uno de sus mejores papeles como el patriarca de la familia, Puccio: simplemente brutal tanta obscuridad contenida. 

El primer acto de la película tarda un poco en acomodar las piezas en términos de edición, pues damos saltos temporales que por ligeros momentos llegan a confundirnos, aunque ya después nos acostumbramos. 

Con un diseño de producción sumamente cuidado, la cinta sobresale en un apartado que pocas veces es explotado en el cine latinoamericano: la música. El Clan tiene uno de los soundtracks más cuidados y llamativos del año, con artistas que van desde The Kinks hasta grupos propios de la época en la Argentina de inicios de los 80.

Pablo Trapero ya ha tocado varios temas de denuncia a través de su cine, ya sea desde el cuerpo policial con El bonaerense, las compañías de seguros con Carancho y la religión con Elefante blanco, pero con El Clan la denuncia no va hacia los grupos de poder, sino hacia el poder de la familia y la psicología de cada personaje, recordándonos así en algunos momentos a la compleja relación padre e hijo de Capturando a los Friedman.

Y ojo a esa última secuencia, previa a que comiencen a aparecer las tarjetas con el destino que tuvo cada miembro de la familia, es sencillamente el mejor plano que ha entregado su director, brutal, impactante y que los dejará sin aliento durante unos minutos y sí, todo esto sucedió en la vida real.

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Sergio López Aguirre Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.