Steve Jobs – Crítica

Son pocos los autores de guión cuya voz logra transcender la del cineasta que lleva sus palabras a la pantalla. Pienso en Charlie Kaufman (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos), David Mamet (Glengarry Glen Ross) y el recientemente oscareado y escritor de Steve Jobs, Aaron Sorkin. De la mano de la elegante y formal puesta en escena de Danny Boyle (y el fotógrafo Alwin H. Küchler, en su tercera colaboración con el realizador británico) Sorkin nos relata, no la vida del ícono de la innovación tecnológica, sino los tres eventos que a consideración del autor marcaron su carrera. (Anotando que quizá sea más adecuado describirlos como los tres eventos que el autor manipuló a su antojo para que encajaran en la particular narrativa que él quería contar). 

Así, Steve Jobs es una biopic que al mismo tiempo no lo es. Como lo hizo ya con Red social y «la historia de» Mark Zuckerberg, habría que creerle, digamos, el 85% de que lo que vemos realmente sucedió. Aun así, la construcción de un hombre, genio sí, pero egocéntrico e incapaz de traducir esa visión precisa en los negocios hacia su vida personal, es consistente y si como espectadores logramos superar la inevitable barrera de creernos que todos en este universo hablan igualito y tienen la respuesta perfectamente melódica a cada reclamo, estaremos ante uno de los mejores guiones (en términos de estructura, desarrollo de personajes y, sobre todo, diálogos) de los últimos años. 

Los tres tiempos en los que está dividida la película retratan la primera presentación de la Macintosh al mundo, el evento en que Jobs mostraría su sistema NeXt y la develación de la iMac casera de 1998, aquella de carcaza translúcida color pastel que dominó la moda noventera. En cada uno, los temas recurrentes que atañen al guionista son los problemas familiares de Steve, su problemática relación con aquellos que lo rodean y, quizá de forma más importante, el equipo que forma con su colaboradora más cercana, la directora de marketing de Apple, Johanna Hoffman, una casi irreconocible Kate Winslet. 

Steve Jobs, la película, y a diferencia de la biografía de Walter Isaacson que sirvió como punto de partida, es una celebración a la eterna lucha entre el mito y el hombre. Con su singular manejo del lenguaje, Aaron Sorkin utiliza sus diálogos de exposición como munición (como bien recomendaría el teórico del guionismo Robert McKee) y hábilmente construye y destruye ese mito para enfrentarlo con una verdad universal: todos somos humanos. 

Al final, aunque la dirección de Danny Boyle queda en segundo plano (con excepción de un par de planos secuencia interesantes, en realidad en esa área no hay mucho qué señalar), las interpretaciones de Michael Fassbender, Kate Winslet y Michael Stuhlbarg declamando los diálogos de Sorkin son suficientes para colocar a esta cinta entre lo mejor del año.

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J. Ivan Morales Escritor, director de cine y director editorial en ésta, su amigable vecina publicación de cine, Cine PREMIERE. Nunca perderá la esperanza de una segunda temporada de Studio 60 on the Sunset Strip y Firefly.