El recuerdo de Marnie

Omoide no Marnie es el último filme de Studio Ghibli. O por lo menos de esta era, si algún día deciden continuar tras la “larga pausa” que anunciaron. ¡Y vaya forma de cerrar! Aunque me considero fan absoluto de Hayao Miyazaki, no consideré El viento se levanta como su mejor película y mucho menos la forma correcta de despedir a los legendarios estudios japoneses. Pero Marnie sí. Y llegué a amar a Marnie casi tanto como la joven Anna, por razones tanto profesionales como personales.

El recuerdo de Marnie (esa es su traducción literal y así la distribuirá Zima Entertainment) es un hermoso anime de 103 minutos de duración con capacidad de dejarnos con la boca abierta de principio a fin. Y no es sólo por sus hermosos paisajes ni por la inteligente forma de combinar técnicas para enriquecer la animación tradicional 2D con fondos y objetos casi foto-realistas. Es por su narrativa, con una historia perfectamente adaptada en la novela Cuando Marnie estuvo allí de Joan G. Robinson, y que pasa de una “historia de fantasmas” a un emotivo drama familiar con pinceladas de fantasía… pero hasta allí, porque decir más sería spoiler.

Anna es una chica sin amigos y con problemas de salud propiciados más bien por su introversión y aislamiento hacia el mundo exterior. Al ser enviada por sus padres adoptivos con unos parientes de la provincia de Hokkaido (Norfolk, en la novela original) para que mejore su salud, la chica se encuentra con una hermosa niña rubia que vive en la casa del pantano… y por alguna extraña razón a Anna le resulta extrañamente familiar. La chica aparece y desaparece hasta que llega un momento en el que no sabemos qué es realidad y qué proviene de la imaginación de la adolescente visitante.

La música de Takatsugu Muramatsu muestra una madurez poco convencional en la filmografía Ghibli (sin menospreciar obras maravillosas como El castillo vagabundo o Porco Rosso), superada únicamente por la soberbia banda sonora de La leyenda de la Princesa Kaguya, a cargo del veterano “ghibliano” Joe Hisaishi. Es quizás por el toque europeo de la novela original inglesa que se antoja un OST diferente y que lleva de la mano al espectador junto con una narrativa de emoción ascendente, aunque los entornos y locaciones visuales son completa y deliciosamente japoneses. Y no dejen de deleitarse con la canción final… ¡esa sí debió nominarse en los premios Oscar! ¿Leíste eso, Lady Gaga?

Empero (y retomando lo de las estatuillas doradas), como amante del buen anime me da tristeza anticipar que Omoide no Marnie será nuevamente ignorada en los premios Oscar por una inferior pero sobrevalorada (perdón, es mi humilde opinión) Intensa-Mente. Esa devoción desenfrenada de la Academia hacia Disney y Pixar tiene que parar… pero hay problemas de racismo y diversidad que son prioritarios en este momento, por lo que maravillas como The Boy and the World y Marnie tendrán que quedarse en la mesa de los nominados, mientras Pete Docter da su discursito.

Marnie. Una auténtica joya que, si disfrutaron de su breve temporada en la Cineteca Nacional, comprenderán por qué resulta tan emotiva… esta vez más para grandes que para chicos (aunque también la disfrutarán). Y si no consiguieron verla en una butaca, esperen a que llegue a DVD y Blu-Ray el 10 de marzo de 2016, distribuida por Zima como parte de su maravillosa colección Rincón Ghibli.

Y así, damos un emotivo “hasta pronto” a Studio Ghibli en lo que esperamos sea, a lo sumo, una prolongada pausa y no un “adiós” definitivo. Pero aun así, con la Kaguya de Isao Takahata y la Marnie de Hiromasa Yonebayashi (quien se redime tras su poco brillante Arrietty de 2010), nos sentimos más que resignados y satisfechos. ¡Gracias por el gran viaje en el gato-autobús, Totoro!

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Julio Vélez Colaborador en web y revista Cine PREMIERE desde 2006. Me especializo en anime/manga, comics, doblaje, tecnología y videojuegos. Mis sagas favoritas: Doctor Who, Star Trek, Dragon Ball y Star Wars. Batimaníaco, geek ochentero y hardcore gamer.