Palmeras en la nieve

Nominada a cinco premios Goya en su más reciente edición –llevándose los galardones a Mejor dirección artística y Mejor canción original– la adaptación cinematográfica del bestseller de Luz Gabás cuenta la historia de Kilian (Mario Casas), un español que llega a las lejanas tierras de Fernando Poo (actualmente, Isla de Bioko en África), una pequeña colonia española en donde conocerá a una bella nativa de la que se enamorará perdidamente. 

Debido a las condiciones sociales de la época, deberán mantener su apasionada relación en secreto hasta el momento en que, por circunstancias ajenas a ellos, deberán separarse. Es años después cuando Clarence, sobrina de este personaje, se obsesiona con una fotografía partida a la mitad, algunas cartas y los secretos que oculta su historia familiar. 

¿Se acuerdan de Cloud Atlas? En aquella fantástica película, algunos de los personajes estaban obsesionados con viejas cartas de amor y un libro al que le faltaba la mitad de sus páginas. Aquel viaje, aquella manera de entretejer historias del presente con el pasado, y contar sus historias, fue algo que parece que se intentó hacer en esta cinta… pero sin tanto éxito. 

Hasta este punto ya habrán descubierto que Palmeras en la nieve es un perfecto cliché del subgénero del drama romántico. Estamos, en esencia, frente a esa vieja historia que hemos visto miles de veces en distintas maneras; esa de un amor prohibido del que murmuran por las calles porque somos de distintas sociedades… ¿ven a lo que me refiero?

Como mencionaba, se nota que hubo un intento por no seguir la misma fórmula que han seguido otras películas con el mismo argumento. Sin embargo, este afán suyo sólo dio como resultado una película de más de dos horas y media de duración, que a ratos se siente tediosa y que está construida con diálogos muy literarios (algunos suenan increíbles en el cine y en las páginas de un libro, pero la mayoría sólo funcionan en papel). 

Esta es de esas peculiares ocasiones en que si alguien eliminara por completo alguna parte de la historia, su estructura seguiría funcionando a la perfección. Y es que la historia de Clarence, bien podría ser removida y nadie se molestaría. Es más, muchos espectadores lo agradecerían. 

Ahora bien, Mario Casas es un buen actor, sin embargo, en estas casi tres horas de película, nunca entrega alguna escena en la que te sorprenda. Disculpas de antemano a sus fieles seguidoras, pero da la impresión de que más que por otra cosa, su protagónico aquí se debe casi por completo a esos €10 millones de euros que recaudó Tres metros sobre el cielo en España en 2010. Es más, la gran mayoría del reparto se siente muy forzado, acartonado, y al que no le crees nada. 

Hasta este punto se preguntarán “¡¿y entonces porqué 3.5 estrellas?!”. Eso se debe, indiscutiblemente, a sus elementos técnicos. La última vez que escuché sobre Nostromo Pictures (compañía productora de esta cinta) fue cuando vi el fantástico thriller Grand Piano del director Eugenio Mira, con Elijah Wood y John Cusack. Tal y como en aquella cinta, Palmeras en la nieve presenta un muy bien logrado diseño de producción, maquillaje, vestuario, score y, sobre todo, una fotografía impecable. La calidad que está alcanzando el cine español, es envidiable.

Al final, Palmeras en la nieve es una cinta con una historia interesante pero que no fue bien ejecutada y que cubre sus fallas con un alto nivel en su producción. Y sí… a quienes se lo estén preguntando, sí verán –en varias ocasiones, obviamente– a Mario Casas sin camisa. 

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Arturo Magaña Arce Apasionado de ver, escribir, leer, investigar y hablar sobre cine en todas sus formas. Soy fan de Star Wars, me sé de memoria todos los capítulos de Friends y si me preguntan de cine mexicano, no hay quien me calle. Editor en Cine PREMIERE.