Divergente la serie: Leal – Crítica de la película

Divergente, la primera entrega de la saga, llegó en 2014 como una fuerte contendiente para hacerle competencia a Los juegos del hambre. Era un buena historia, un elenco acertado, y una producción cuidada. Sin embargo, la película Divergente la serie: Leal confirma lo que nos temíamos: la saga ha perdido toda esa fuerza con la que irrumpió en el género. Tras revelarse que el sistema de facciones es tan sólo un experimento para tratar de corregir el daño genético causado por una sociedad post-apocalíptica, descubrimos que, en realidad, los Divergentes son la esperanza del mundo. Al buscar respuestas, Tris, Cuatro, Cristina, Peter, Caleb y Tori desafían a Evelyn y cruzan el muro, donde son recibidos por una misteriosa sociedad llamada La Oficina de Bienestar Genético, que aunque se presentan como amigos, esconden mucho secretos oscuros. Mientras tanto, Evelyn deberá lidiar con una nueva rebelión en Chicago. 

Lo que más sorprende y decepciona de la película Divergente la serie: Leal, dirigida por Robert Schwentke, es el cambio en el personaje de Tris Prior. La chica fuera de serie de Osadía que se reveló ante el sistema parece haber regresado a sus raíces de Abnegación en esta tercera cinta. Sí, su personaje atraviesa un cambio y una encrucijada, pero en los libros jamás se siente que pierda ese fuego y esa seguridad que funciona como su armadura y cualidad más admirable. En la película, de repente vemos a una Tris insegura y dependiente de Cuatro y de su relación. Aunado a esto, está la actuación de Shailene Woodley, a quien de igual manera se le ve sin vida y se le nota visiblemente cansada en la mayoría de las secuencias.  

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Otra incongruencia de la película Divergente la serie: Leal es como el peso de la trama es repartido entre los personajes. Cristina (Zoe Kravitz) y Caleb (Ansel Egort) pasan desapercibidos. Las participaciones de Peter (Miles Teller), quien sigue haciendo de la suyas, se sienten forzadas. Y las grandes actrices Naomi Watts y Octavia Spencer son desplazadas a una subtrama que se siente relegada. Este año hay un nuevo villano, David (Jeff Daniels) quien después de Jeanine (Kate Winslet), se queda bastante corto en el papel y no genera mucha expectativa para el desenlace. Sin embargo, de esta debilidad, nace una de las fortalezas de la cinta, cuando Cuatro se convierte en el verdadero protagonista del filme. La decisión de contar gran parte de la historia a través de la perspectiva de este personaje, tal y como en la novela, fue una decisión acertada. Además, Theo James, el actor que le da vida, sin duda se lleva la cinta. El actor británico destaca en las escenas de acción (las cuales predominan en el largometraje) y sabe llevar el peso emocional de las escenas dramáticas. 

En el aspecto visual, los efectos especiales de la cinta nos quedan a deber. El diseño del tóxico nuevo mundo más allá del muro cumple, pero no brinda una propuesta original al mundo de la ciencia ficción. Además, el uso de escenas bifocales (que enfocan a dos sujetos a la vez) se siente caricaturesco. 

Como suele suceder en este género (a excepción de Harry Potter, claro), la decisión de dividir el último libro en dos películas resulta innecesaria. A esta tercera entrega le sobran unos 30 minutos. Aunque resulta una adaptación que respeta la esencia de los libros –entretenida y con una buena dosis de acción–, la cinta claramente se perdió a la hora de repartir las responsabilidades y el peso de la historia entre los personajes. Esto hace que el mensaje sobre los peligros de la modificación genética que la autora Veronica Roth pretendía transmitir, se pierda en esa trama tan irregular. Ascendente, la cuarta y última entrega de la saga es la ultima oportunidad de la franquicia para redimirse y recuperar esa fuerza que perdió mucho antes de que los personajes finalmente cruzaran el muro. 

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Amanda Adame Comunicóloga para quien el cine y la fotografía son las mejores maneras de ver la vida. Es fan de Sofia Coppola y la estética de Wes Anderson, añora décadas pasadas y piensa que todo el mundo debería irse en un road trip por lo menos una vez en la vida.