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Noche de muerte

01-04-2016, 4:29:33 PM Por:
Noche de muerte

La historia de Lana Turner y Johnny Stompanato.

Bienvenidos a la sección que los llevará al lado oscuro de Hollywood y la industria del cine. Mes con mes, diferentes escritores expertos en el suspenso nos sumergirán en los crímenes y misterios de la vida real que han sacudido el mundo cinematográfico y a sus despampanantes habitantes. Nos llevarán a un lugar lleno de sangre, odio, pasión y traición, una realidad que es más negra que el cine. Búscala en tu revista a partir del número #259 de abril 2016. 


NOCHE DE MUERTE

La historia de Lana Turner y Johnny Stompanato

En una tarde soleada de 1958, los actores Bette Davis y Gary Merrill ocupaban su día libre en caminar por Beverly Hills buscando su nuevo hogar. Después de visitar algunas mansiones, la pareja entró a una casa que llamó su atención. 

Tras recorrer algunas habitaciones y admirar las grandes paredes blancas, Gary empezó a sentir que ya había visto antes esta propiedad. Acto seguido, se detuvo abruptamente, tomó a su mujer del brazo y muy alarmado le dijo “¡Larguémonos de aquí!”.

Lo que sucedió ahí fue lo que le heló la sangre a Merril: este lugar lo había visto en los periódicos. Él y su esposa estaban parados en el mismo lugar en donde semanas atrás, el 5 de abril de 1958, el exmafioso Johnny Stompanato había muerto tras haber discutido con su novia, la actriz Lana Turner. 

Bette y Gary abandonaron la casa de prisa, antes de entrar a la habitación principal. De haberse quedado más tiempo, habrían visto el colchón ensangrentado que aún se encontraba ahí, esperando ser quitado por quienes querían vender apresuradamente la mansión.

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El mundo se enamoró de Lana Turner con la película El cartero siempre llama dos veces. Sus ojos verdes y sensualidad cautivadora atraparon a más de uno: tuvo varios noviazgos fallidos, se casó siete veces, pero sólo enviudó una. Sin embargo, el episodio amoroso que la marcaría fue el que vivió junto a Johnny Stompanato, un exmarine de los EE.UU., mano derecha de Mickey Cohen (el legendario mafioso de California), y quien además era conocido como “Handsome Harry”, pues no había mujer que se le resistiera. Stompanato era todo un caballero y a Lana la conquistó con su viejo truco: un bello ramo de flores y un buen disco. 

A partir de entonces se les vio juntos disfrutando de la vida, mirándose con una pasión que, se dice, Lana sólo demostraba en el set. Sin embargo, ser novio de una de las mujeres más bellas del mundo no era nada fácil. Johnny era celoso, y bastó un rumor para que perdiera rápidamente los estribos. Uno que involucraba a cierto actor, futuro intérprete de James Bond.

A finales de 1957, Lana filmaba Brumas de inquietud en Inglaterra, junto a Sean Connery. Ambos tenían una estrecha relación que pronto levantó sospechas de un posible enamoramiento. Johnny, enfurecido, tomó el primer avión con destino a la locación. 

Su aparición en el set no pasó desapercibida. Cierto día,  la producción se encontraba detenida debido a que Lana no había regresado de su camerino. Sean Connery, desesperado por seguir, fue a averiguar qué sucedía. Para su sorpresa se topó con Stompanato, quien se había instalado amenazadoramente afuera de la puerta de la actriz. 

–¿Cuál es el problema? –preguntó el actor.

–Nada que te importe. Esto no es contigo –le contestó con brusquedad el mafioso. 

–Claro que tiene que ver conmigo. Estoy esperando en el set… 

La respuesta de Johnny al actor vino en forma de un cabezazo intempestivo. El altercado se detuvo hasta que la policía de Scotland Yard llegó, tomó a Stompanato, lo escoltó a la salida… y lo deportó de vuelta a los Estados Unidos. 

Por muchos años se dijo en Beverly Hills que Johnny le había puesto precio a la cabeza de Connery y que por eso el actor había huido a Londres poco después. No hubo certezas, excepto una: aquellos ojos endemoniados de Stompanato hicieron que Lana se diera cuenta de lo peligroso que era. Con su carrera y, sobre todo, su vida en riesgo, decidió que la relación debía terminar. 

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La noche del 5 de abril de 1958, Lana y Johnny discutían salvajemente en la habitación principal de la mansión Turner. 

–¡No confías en mí! ¡Estás enfermo! ¡Esto se acabó! –gritó Lana. 

Él respondió con una carcajada.

–¿Tú crees que puedes dejarme? –dijo mientras se le acercaba amenazadoramente– Tú me perteneces. Y si te quieres ir, te voy a golpear hasta desfigurarte. No podrás volver a trabajar nunca y nadie se fijará en ti, ¿entendiste? ¡Si me dejas, te rajo!

Horas después, el cuerpo de Stompanato yacía inerte en el piso de la habitación. Un cuchillo ensangrentado parecía ser el único culpable de un delito que la prensa de Hollywood exprimiría hasta el máximo. Tras un largo juicio se nombró a una asesina: Cheryl Crane, la única hija de Lana y de tan sólo 14 años de edad, había acudido en defensa de su madre con un cuchillo que había sacado de la cocina. Se clasificó el crimen como un homicidio justificado: el asesinato de Johnny había sido en defensa propia y el caso se cerró. 

Nadie notó el colchón teñido de sangre.

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Años después, Lana se encontraba en Nueva York junto a su mejor amigo, Eric Root, quien miraba un especial de televisión sobre crímenes pasionales de las estrellas. El episodio en turno abordaba el caso de Johnny Stompanato.

–Perdóname, Lana –dijo Eric apenado– cambiaré de canal. 

Ella hizo un gesto para detenerlo. Tras unos minutos de ver el programa, y con una voz entrecortada, la actriz finalmente gritó: “¡Yo maté a ese hijo de puta y lo volvería a hacer!”. Eric no podía creer lo que acababa de escuchar. Lana, con la mirada perdida, siguió hablando.

–En mi consciencia cargo con todo lo malo que he hecho –le dijo a su amigo entre lágrimas– pero cariño, tu deberás revelar la verdad para que yo pueda descansar en paz. No dejes que mi pequeña viva con la culpa de mi error. Te acabo de decir algo que nadie sabía y tendrás que revelarlo algún día, cuando yo ya no esté… Yo guardaba ese cuchillo en mi buró. Yo maté a Johnny cuando él estaba en la cama. 

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–¡Si me dejas, te rajo! –gritaba Johnny la noche del 5 de abril, mientras presionaba el cuello de Lana. Ella, aterrada, usó su mano para tratar de localizar el buró donde, tiempo atrás, había guardado un cuchillo. Mientras él seguía amenazándola, Lana tomó el arma y se la clavó donde pudo. El cuerpo de Johnny cayó sobre su cama, dejando un gran charco de sangre.  

La actriz se quedó unos momentos observando lo que había hecho. Presa del pánico, su primer impulso fue buscar a Jerry Geisler, su abogado, quien a su vez llamó a Fred Otash, un detective privado y expolicía de Los Ángeles. 

–Hay sangre por todos lados. La cama parece como si alguien hubiera masacrado a un cerdo aquí –dijo Jerry al teléfono. 

Tras colgar, Geisler limpió la escena del crimen… dos horas antes de que la policía llegara. La carrera de Lana no era lo suficientemente fuerte como para salir bien librada de este escándalo. Nadie querría volver a contratarla de nuevo. Horrorizada por esta posibilidad, Lana le suplicó a su abogado que la ayudara. 

Otash y Geilser construyeron una historia que sería benéfica para todos. Con los antecedentes de Johnny se podría decir que todo había sido en defensa propia, y Cheryl era la mejor opción para asumir toda la culpa por ser menor de edad. Nada podría salir mal, siempre y cuando diera una buena actuación de miedo y amor por su madre frente al juez. La adolescente tocó el mango del cuchillo para dejar sus huellas y se trasladó el cuerpo a la alfombra. Las sábanas y el colchón ensangrentado fueron cubiertos con un enorme edredón rosa que combinaba con el resto del lugar. 

Aunque evitó pasar su vida tras las rejas, Lana conservó hasta el final de su existencia su mirada perdida, triste y desencajada, que más que ser consecuencia de su fuerte afición al vodka, fue resultado de sus días llenos de problemas y decepciones, muy distantes de lo maravillosa que la vida en Beverly Hills aparenta ser. 

La diva del cine negro dejó de existir en 1995 a los 75 años a causa de un cáncer de garganta. Falleció en una lujosa mansión de Hollywood, muy lejos de donde fue enterrado el cuerpo de Johnny con todas sus pertenencias, incluida una cartera donde quedó dentro una foto de la bella actriz que decía: “A Johnny, mi vida y mi amor, Lanita”. 

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autor Apasionado de ver, escribir, leer, investigar y hablar sobre cine en todas sus formas. Soy fan de Star Wars, me sé de memoria todos los capítulos de Friends y si me preguntan de cine mexicano, no hay quien me calle. Editor en Cine PREMIERE.
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