Un sueño posible
No cae en recursos de drama excesivo y deja buen sabor de boca.
En la actualidad, el séptimo arte a veces se encasilla en sus propios géneros y de ahí resultan producciones que no se atreven a fluctuar dentro de su género establecido. El caso de los dramas es muy evidente, pues últimamente son tragedias de proporciones épicas que sí, pueden dejar un mensaje importante al público y gozar de actuaciones impecables “dignas” de premios… pero –en más de una ocasión–, lo único garantizado es el sufrimiento durante un par de horas. Afortunadamente, no es el caso de esta cinta. La historia puede parecer simple, incluso moralista y cliché: una mujer sureña cambia radicalmente la vida de un muchacho necesitado… pero una vez que se le da la oportunidad, es más una película sobre qué significa ser una familia y lo que esto conlleva.
Su éxito radica en que el director logró salir bien librado en contar una trama con tonos racistas y que pueden sentirse trillados sin caer en recursos de drama excesivo; incluso se da el lujo de darle tintes cómicos. Y aún más importante que la sobresaliente actuación de Sandra Bullock, es el buen sabor de boca que nos deja esta cinta al saber que está basada en hechos reales. Un ejemplo claro de que hacer algo bueno, no ha pasado de moda.
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