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Cine

Alcanzando tu sueño – Crítica

02-08-2019, 3:19:43 PM Por:
Alcanzando tu sueño – Crítica

Elle Fanning incendia la pantalla, salvando del olvido a una película que cuenta la historia más vieja del cine: la del underdog que persigue la fama musical.

Cine PREMIERE: 2.5
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Violet (Elle Fanning) vive con su madre, Marla (Agnieszka Grochowska, a quien vimos sin prestar demasiada atención en películas de Anzdrej Wajda o Agniezska Holland) en una casa de campo de la Isla de Wight, un páramo insular a más de tres horas al sur de Londres que sólo sería recordado por las vacas, si en los años setenta no hubieran ocurrido ahí una serie de conciertos épicos, con The Who o Leonard Cohen a la cabeza. Violet y Marla viven ahí como migrantes polacas relativamente integradas al Reino Unido: al interior del hogar, hablan, rezan y se pelean en su lengua materna, reservando el inglés para el mundo exterior.

Fascinada por el canto y por el poder liberador del pop, Violet combina la preparatoria con dos versiones de la misma afición: canta en el coro eclesiástico del pueblo y, por las noches, sube al escenario de un pub de carretera, frecuentado por más moscas que clientes. Ahí conoce a Vlad (Zlatko Buric), un croata sesentón y desaliñado que bebe mientras maneja: la última opción de una adolescente para iniciar conversación en un bar. Sin embargo, Vlad resulta ser una antigua promesa de la ópera en los teatros de Europa del Este, y también la única persona consciente de que la estupenda voz de Violet podría ser –con el entrenamiento y el carácter adecuados– una oruga convertida en mariposa.

La historia que se cuenta en Alcanzando tu sueño (Teen Spirit) es una que ya ha sido contada en todos los registros, con todas las variables y finales posibles: de Las zapatillas rojas (1948) a Balada de un hombre común (2013), Claroscuro (1996) o Coco (2017). La historia del underdog que persigue un sueño musical, plagado de obstáculos pero armado de un talento fuera de serie no va resultarle nueva a nadie. La hemos visto con piel de boxeadores, rockeros, atletas, bailarines, actrices, raperos, en la primera película sonora (El cantante de jazz, 1927) o con una disciplina diferente en cada versión de Nace una estrella. Algunos terminan en la cima; otros, en tragedia, alguno que otro, en la tumba.

Con esto en mente, el primer mérito de la ópera prima de Max Minghella (hijo del extrañado director de El paciente inglés, Anthony) es el de reubicar ese viejo cuento en la comunidad de migrantes de primera y segunda generación en Reino Unido. Sus protagonistas son una adolescente polaca y un borracho croata quienes, pese a hablar en el inglés de Shakespeare o Sean Connery, siguen presentándose con la nacionalidad de sus padres (ella) o de sus recuerdos (él). Contar su historia en tiempos de Brexit es un guiño saludable y emotivo.

En donde Alcanzando tu sueño se muestra más cobarde es al retratar las amargas realidades del backstage en la industria del espectáculo. La película, tanto en su nombre original como en la traducción, toma su título del concurso nacional de canto al que Violet se inscribe para conseguir el éxito, una suerte de Britain’s Got Talent o American Idol ficcional.

En un entorno mediático en donde nombres como Britney Spears, Demi Lovato, Michael Jackson, Avicii o Amy Winehouse aparecen ligados a episodios de abuso, desintoxicación, clínicas psiquiátricas, suicidio o pederastia, cuesta creer que la aventura aspiracional de Violet sea una escalera recta al estrellato, con obstáculos, pero ninguno más grave que el de traicionar a su mentor, extrañar a su madre o cuidarse de los contratos leoninos con disqueras.

Minghella, también autor del guion, ha elegido contar este trayecto sin detenerse en los aspectos más lúgubres de una profesión y una industria marcadas por la soledad, la avaricia y, si uno espera el tiempo adecuado, por la decadencia y el abandono. Esto no es un fallo en sí mismo, sino una decisión autoral, pero el resultado final es el de una historia con sabor a ingenuidad que tiene demasiadas reservas al hurgar en la psicología de su protagonista. Un contrapunto revelador es el estupendo documental Afghan Star (2009), sobre un concurso similar de talento joven, pero situado en la Afganistán post 11-S.

Quizá con otra protagonista, este recubrimiento empalagoso, peligrosamente cercano a un videoclip, habría arruinado el espectáculo. Sin embargo, es la impresionante capacidad de Elle Fanning para aportar matices lo que eleva a la cinta a la altura suficiente para salvarla del olvido. Es notable el modo en que a partir de personajes previos en su carrera (El demonio neón de 2016, Cómo enamorar a una chica punk de 2016; Ginger y Rosa de 2012; Somewhere de 2010), construye uno nuevo. Su vitalidad y vibra como una joven diva evanescente bastan para salvar a Violet del cliché.

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autor Periodista, cinéfilo y lector compulsivo, conductor en Mi cine tu cine (Once TV), locutor, jazzero y tragón. Miembro de la Semaine de la Critique de Cannes en 2014 y del Berlinale Talents Press. Estando antes en París, pasaba más tiempo dentro del cine que afuera, así que volví a la Ciudad de México en donde el cine es más barato y, digan lo que digan, se come mejor.
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