Mejores películas de amores imposibles y dónde verlas
Ya sea por la edad, la clase social o incluso la especie, estos amores imposibles del cine nos hacen preguntarnos por lo que pudo ser.
El amor es uno de los temas más recurrentes en toda la historia del cine, pero la experiencia nos dice que no todas las películas alcanzan el final feliz. Como prueba sólo basta rememorar todas aquellas relaciones prohibidas por las diferencias de sus integrantes. A continuación un recuento de algunas películas de amores imposibles más tormentosos de todos los tiempos.
Nota: La siguiente lista se encuentra en orden cronológico.
El monstruo de la laguna negra (Dir. Jack Arnold, 1954)
En el papel, pareciera que El monstruo de la laguna negra no es más que uno de los grandes clásicos del terror norteamericano. En el fondo, la cinta asienta buena parte de sus bases en el inmortal cuento de hadas La bella y la bestia para relatar la historia de un amor no correspondido de una temible criatura por una hermosa mujer. Sobra decir que la gran diferencia entre ambas historias es que la película de 1954 no tiene un final feliz, sino uno caracterizado por la tragedia tras el brutal ataque contra el personaje central.
Uno de los más marcados por este amor prohibido fue el niño Guillermo del Toro, quien desilusionado al ver que la criatura y su princesa no se quedaban juntos, decidió que “algún día corregiría eso”. Cumplió su promesa con La forma del agua (2017), otro amor prohibido por la sociedad, pero que pudo consumarse gracias a que monstruo y mujer conectan por su condición de inadaptados en un mundo sin cabida para ellos. El resultado fue una de las grandes historias de amor del siglo XXI.
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Lolita (Dir. Stankey Kubrick, 1962)
“¿Cómo hicieron una película de Lolita?”, se pregunta un tagline de la que figura entre las películas más controvertidas de la historia. Difícil respuesta. Stanley Kubrick, sabedor de la polémica que caracterizó a la novela de Vladimir Nabokov tras su publicación en 1955 y de la posible censura del Código Hays, evitó las provocaciones desmedidas en su exploración de un hombre obsesionado con su hijastra adolescente. Un romance no sólo prohibido, sino pervertido a los ojos de muchos por su presunta exaltación de la hebefilia, lo que no evitó que el cineasta defendiera sus esfuerzos por capturar las tensiones al interior de una familia resquebrajada y el despertar sexual de la juventud, e incluso manifestara su arrepentimiento por no haber enfatizado “el componente erótico de su relación con el mismo peso que Nabokov” [vía]. A más de medio siglo de distancia, la cinta sigue levantando muchísimas cejas.
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¿Sabes quién viene a cenar? (Dir. Stanley Kramer, 1967)
El matrimonio interracial no fue aprobado en la totalidad de los Estados Unidos sino hasta 1967, lo que no evitó que estas relaciones fueran rechazadas por amplios sectores de la sociedad. ¿Sabes quién viene a cenar? se apoyó en esta premisa para profundizar en la reacción de una pareja caucásica al enterarse de que su hija se ha comprometido con un afroamericano.
La controversia no se limitó a la narrativa, sino que se extendió a las demostraciones amorosas de los jóvenes con su ahora famoso beso de retrovisor, que resultó demasiado apasionado para algunos. Finalmente, hay que decir que sus mensajes se potenciaron gracias al enorme talento de su tercia estelar integrada por Katharine Hepburn, Spencer Tracy y Sidney Poitier. Ganó dos Premios de la Academia y fue nominada a Mejor película, lo que no le impidió ser señalada como una provocación a las buenas costumbres de antaño, lo que resultó en amenazas de muerte para su director.
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Enséñame a vivir (Dir. Hal Ashby, 1971)
Historias como Lolita (1962) o El amante (1992) cimentaron los romances prohibidos por la edad en el despertar sexual de uno y la crisis de madurez del otro. No es el caso de Enséñame a vivir, mejor conocida por su título original de Harold and Maude. El primero es un joven cuya obsesión con la muerte surgida por un accidente le lleva a fingir suicidios y asistir a funerales de desconocidos.
Es precisamente así como conoce a Maude, una octogenaria cuyas vivencias durante el Holocausto le han demostrado que la vida debe ser aprovechada al máximo. Estas distintas mentalidades resultan en una tierna amistad, plagada de importantes enseñanzas para el atormentado muchacho y de grandes experiencias para Maude, lo que eventualmente desemboca en un romance incomprendido por todos los que les rodean. Como muchos amores imposibles en la ficción, la relación no puede concretarse por un devastador desenlace, con el que la historia ahonda en lo efímero de la existencia y la importancia de disfrutar cada momento.
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La última tentación de Cristo (Dir. Martin Scorsese, 1988)
Las sagradas escrituras aseguran que Jesús murió por su amor al hombre, pero ¿y si el hijo de Dios hubiera priorizado sus sentimientos por una mujer? El joven Martin Scorsese especuló al respecto con La última tentación de Cristo, en la que el personaje titular visualiza una existencia sin las responsabilidades de un mesías, lo que le permitiría casarse con María Magdalena, formar una familia y vivir en paz, aun cuando esto habría representado la condena de toda la humanidad. El salvador superó la prueba a pesar de sus deseos y sus momentos de flaqueza, pero no así la película, que fue acusada de blasfema por la iglesia y grupos conservadores que protestaron de distintas formas –desde manifestaciones hasta amenazas– por lo que consideraron un auténtico ataque contra la religión.
Más polémica fue la respuesta de la iglesia ortodoxa griega, que excomulgó temporalmente al cast y crew responsable del proyecto, así como a las audiencias que acudieron a sus proyecciones. La relación prohibida desde hace más de 2,000 años ha sido abordada por otras ficciones, de las que El código Da Vinci (2006) se alza como la más popular y desafiante al especular que “María estaba embarazada en el momento de la crucifixión. Por su propia seguridad y la del hijo no nacido de Cristo, huyó de Tierra Santa y llegó a Francia. Y aquí, se dice, dio a luz a una hija”.
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Shakespeare apasionado (Dir. John Madden, 1998)
Romeo y Julieta, considerado el amor imposible por excelencia, ha sido trasladado al cine en numerosas ocasiones: de la fidedigna versión de Franco Zeffirelli (1968) a la neoyorquina reinvención de West Side Story (1961). Pocas tan peculiares como Shakespeare apasionado, que más allá de su controvertido Óscar a Mejor película, aprovecha las cualidades metanarrativas de la ficción.
Fantasea con los orígenes del clásico literario a partir del mítico autor y la manera en que un romance tan inesperado como prohibido le inspirará en la creación de la mayor historia de amor de todos los tiempos. Pero al igual que los amantes de Verona, la pareja estelar integrada por Joseph Fiennes y Gwyneth Paltrow no puede alcanzar la felicidad en un mundo que poco entiende de los sentimientos. El desencanto es tal que el propio creativo duda en seguir adelante – “el teatro es para soñadores”, asegura con profunda tristeza. “Mira lo que nos trajo el sueño”– hasta que su amada lo motiva a emplear lo vivido como fuente de inspiración para visualizar las posibilidades que les depara el futuro, tal vez no en la realidad sino en las letras donde todo es posible.
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Los amantes del círculo polar (Dir. Julio Medem, 1998)
Pocos amores tan dolorosos como el visto en Los amantes del círculo polar, compuesto por dos personas que tienen la posibilidad de estar juntas, pero que deben ocultar sus sentimientos frente a los estigmas de la sociedad. Un romance inocente que comienza cuando los involucrados no son más que un par de niños que cruzan sus caminos de manera accidental, lo que desata una serie de sucesos que los convertirá en hermanastros. Lo que parece una gran oportunidad termina convirtiéndose en la peor de las condenas, pero no evita que la pareja busque la manera de construir una largamente anhelada relación. Esto sólo hace que el desencanto sea mayor cuando sus esfuerzos se imposibilitan en una historia que, tal y como la vida misma, es regida por todo tipo de giros y casualidades.
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Los muchachos no lloran (Dir. Kimberly Peirce, 1999)
Muchos cineastas han aprovechado las propiedades simbólicas del oeste para cuestionar los cimientos de la unión americana. Tal fue el caso de Kimberly Peirce, quien inspirada en una historia real, recurrió al eterno territorio fronterizo para reflejar la intolerancia que aqueja al país con el romance entre un joven transgénero recién llegado a Nebraska y una chica local. La relación se ve aquejada por todo tipo de factores que van de las inseguridades propias del personaje central que miente sobre su identidad por miedo al rechazo hasta las hostilidades de algunos lugareños que no dudan en humillarlo, golpearlo y violarlo.
Uno de los amores más dolorosos de los últimos años, pero también uno de los más profundos por la intensidad con la que fue vivido en tan poco tiempo, así como uno de los más trascendentes por las reflexiones generadas y por la influencia que suscitó en la industria que desde entonces ha ahondado en la exploración de parejas más allá del género con títulos como Secreto en la montaña (2005), Carol (2015), Luz de luna (2016) y Retrato de una mujer en llamas (2019), por nombrar algunas.
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Deseando amar (Dir. Kar-Wai Wong, 2000)
No todos los amores prohibidos provienen del imaginario social, pues también hay otros cuya imposibilidad surge de la culpa al interior de uno mismo. Tal es el caso del visto en Deseando amar, con dos vecinos que establecen una relación cuando descubren que sus respectivas parejas sostienen una relación. La necesidad de consolidar el vínculo amoroso es evidente, pero ninguno es capaz de dar el paso por las sensaciones de traición que les rodean, producto de sus propias personalidades y la sociedad, pero también de una peculiar interacción que consiste en actuar como si cada uno fuera la respectiva pareja para ensayar un posible enfrentamiento o especular sobre lo que pudo ser. Pasan los años y las oportunidades se desvanecen, pero no así los sentimientos, resguardados para siempre en una rendija y en la letra de una canción: quizás, quizás, quizás…
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Nunca me abandones (Dir. Mark Romanek, 2010)
Las emociones en torno a la vida artificial ha existido desde hace siglos, empezando por el mito de Pigmalión que sucumbió ante los encantos de la estatua Galatea. La ciencia ficción ha abrazado la premisa hasta el cansancio, pero centrándose casi siempre en los amores imposibles surgidos entre los humanos y las máquinas.
Más peculiar fue el caso de Nunca me abandones, que inspirada en la novela homónima de Kazuo Ishiguro, introduce a un grupo de jóvenes criados artificialmente como donantes de la sociedad natural. Los muchachos en cuestión son conscientes de su condición, pero esto no les impide soñar con la posibilidad de una vida relativamente normal que les permita comenzar una relación sentimental. Tal es el caso de Kathy H (Carey Mulligan) y Tommy D (Andrew Garfield), que ansiosos por compensar el tiempo perdido en el pasado, buscan una autoridad que les permita vivir su amor al menos por un tiempo. Una posibilidad imposible para una humanidad ensimismada y que difícilmente pensará en los sacrificios que realizan estos seres para cumplir los propósitos con los que se les creó.
¿Dónde ver? Star Plus. También puedes adquirirla en Blu-ray en Amazon.
Vidas pasadas (Dir.ª Celine Song, 2023)
Partiendo de ciertos elementos autobiográficos y esa extraña fascinación de los seres humanos por el destino, la cineasta Celine Song nos presenta a Nora y Hae Sung, dos amigos de la infancia con mucha afinidad, quienes se ven forzados a separarse cuando la familia de Nora emigra hacia el continente americano. Décadas más tarde, ambos se reencuentran en una fatídica semana donde deben confrontar aquellos sentimientos sin resolver que los torturan hasta el día de hoy.
Con un guion carente de artificios y salidas fáciles, esta sobresaliente ópera prima disecciona con un refrescante toque de realismo aquellas oportunidades que se quedaron en el tintero. No hay personajes buenos o malos, sólo un destino que más de uno (dentro y fuera de la pantalla) llegó a confrontar. El amor no es aquí esa emoción capaz de derribar barreras de tiempo y espacio, sino un sentimiento igualmente doloroso, inspirador y retador que pone a las personas en lugares difíciles de comprender, pero necesarios. El “¿Qué hubiera pasado si…?” nunca había dolido tanto.
¿Dónde ver? Se exhibe actualmente en cines de México.
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Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.
