Ang Lee es uno de los cineastas más talentosos y polifacéticos de los últimos tiempos, el cual ha deambulado por toda clase de proyectos que van del tradicionalismo oriental hasta las más grandes superproducciones hollywoodenses . Su trayectoria siempre se ha caracterizado por los riesgos, lo que ha resultado en algunos tropezones importantes, pero también en grandes glorias, incluyendo dos Premios de la Academia a Mejor director.
A continuación el ranking con toda la obra de Ang Lee.
Billy Lynn’s Long Halftime Walk (Dir. Ang Lee, 2016)
La exploración a la Guerra de Irak resultó en éxitos como Zona de miedo (2008) o Francotirador (2014) y aunque se pensaba que Ang Lee no tendría problemas para sumarse a la lista, el resultado fue muy distinto. Billy Lynn’s Long Halftime Walk nos lleva a un partido de futbol americano que rendirá homenaje a un joven militar que se hizo popular tras intentar rescatar a un compañero caído, lo que resulta en una trágica remembranza y en un esfuerzo desesperado por evitar regresar al campo de batalla. La película pasó casi completamente desapercibida porque sus críticas al conflicto bélico no ofrecían nada nuevo, lo que aunado a su estreno en 2016 generó una sensación de haber llegado demasiado tarde. Más controvertidas fueron sus decisiones técnicas de haber filmado a 120 cuadros por segundo, en 3D y en 4K, que terminaron convirtiéndose en un distractor importante para un filme cuya trascendencia estaba en su mensaje, no tanto en su estética. El mayor tropezón en la carrera de Ang Lee, al grado que algunos ni siquiera están enterados de su existencia.
Ride with the Devil (Dir. Ang Lee, 1999)
Ride with the Devil, protagonizada por Tobey Maguire y Skeet Ulrich, fue el primer traspié en la obra de Ang Lee. Un western ubicado en la Guerra Civil, sobre dos amigos que se incorporan a un grupo guerrillero confederado cuando el padre de uno de ellos muere a manos de un ataque unionista. Recibió críticas encontradas, pues mientras unos aplaudían su narrativa y sobre todo su elegancia visual, otros consideraban que el cineasta oriental nunca supo descifrar los elementos del oeste, lo que resultó en un filme vacío. El público tampoco respondió, tanto por la escasa popularidad del género al momento del estreno, como de su dupla estelar, lo que resultó en uno de los más estrepitosos fracasos taquilleros del año: sólo $635,000 USD por una inversión cercana a los $40 MDD. No todo fue negativo, pues estos resultados hicieron que Ang Lee regresara a oriente para reencontrar sus orígenes, lo que condujo al filme que lo afianzó para siempre: El tigre y el dragón (2000).
Bienvenido a Woodstock (Dir. Ang Lee, 2009)
Woodstock (1970), sobre el legendario festival musical, es considerado uno de los mejores documentales de todos los tiempos. Esto no evitó que Ang Lee abordara sus orígenes desde una perspectiva más intimista, siguiendo las vivencias que llevaron al hoy célebre Elliot Tiber a su creación. Un esfuerzo que generó altas expectativas, pero que al final fracasó por su trama simplista que se apoyó en incontables clichés para tratar de emular uno de los momentos más liberadores en una sociedad norteamericana a punto de reventar y cuya sobresaturación de anécdotas y personajes impidió la conexión emocional con las audiencias. Los resultados en taquilla fueron desastrosos, con una taquilla mundial de $10 mdd por una inversión de $30 mdd. Esto no evitó que Ang Lee compitiera por la Palma de Oro en Cannes, en un premio que fue atribuido más a la trayectoria del cineasta que a los méritos propios de la cinta.
Proyecto Géminis (Dir. Ang Lee, 2019)
Ang Lee no tuvo un buen paso durante su debut en el blockbuster con Hulk (2003), por lo que muchos se preguntaron cuál sería su destino con Proyecto Géminis. De primera instancia, la premisa lucía prometedora con una cinta que parecía fusionar los dilemas éticos de la clonación con una buena dosis de acción y el carisma de Will Smith por partida doble, con el componente adicional de que una de sus versiones sería rejuvenecida digitalmente. La cinta cumplió en la parte técnica, pero no así en la narrativa al ser divertida pero olvidable y sobre todo muy poco original en comparación con otras historias similares. En otras palabras, un filme muy alejado a la gran calidad que nos tiene acostumbrado el taiwanés.
Hulk (Dir. Ang Lee, 2003)
El salto de Ang Lee al mundo del blockbuster fue difícil, pues se dio en un subgénero renaciente y que aún batallaba por definirse a sí mismo. El taiwanés quiso dar un paso adelante a lo visto hasta ese momento con un filme que pretendía combinar sus altas dosis de acción con la introspección psicológica de un personaje cuyas dualidades le impiden definirse a sí mismo. El resultado no fue bien visto en su momento, pues pocos entendieron que el héroe esmeralda tardara 40 minutos en hacer su primera aparición o que pasara buena parte de su tiempo contemplando su reflejo para meditar sobre su naturaleza cuando realmente debía estar destrozando todo a su alrededor. ¡Ni siquiera el naciente MCU se atrevió a retomarlo para tratar de incorporarlo a su franquicia! El tiempo le ha redimido parcialmente, pues cada vez son más los que aprecian el dramatismo que aqueja a su personaje principal, la profundidad de sus actuaciones, así como la singular edición con paneles de cómic. Una cinta imperfecta, aunque para ser honestos, también demasiado adelantada a su época.
Pushing Hands (Dir. Ang Lee, 1991)
Ang Lee debutó en el cine con una historia tradicionalista, pero no por ello carente de importancia. La cinta nos introduce con un anciano que deja su vida en China para mudarse a Nueva York con su hijo, su nuera americana y su nieto, lo que produce un fuerte choque cultural y generacional en todos los miembros de la familia. A pesar de su aparente simpleza, el entonces joven director fue aplaudido por la estupenda dirección de sus actores, así como por el buen aprovechamiento de los escenarios para fortalecer los conflictos de la trama. También marcó el inicio de su trilogía china, conocida como trilogía del padre, donde abordó las dualidades surgidas por los cruces entre tradicionalismo y modernidad, un conflicto recurrente en la cultura asiática, pero pocas veces trabajada con tanta destreza.
Lujuria y traición (Dir. Ang Lee, 2007)
Ang Lee tuvo un segundo regreso al cine asiático tras el éxito de Secreto en la montaña (2005), esta vez con la adaptación de la novela homónima escrita por Eileen Chang, un drama ubicado en el Japón de la II Guerra Mundial, donde una joven es reclutada en un plan que busca la seducción y el asesinato de una importante figura gubernamental. Es considerada una de las películas más arriesgadas en toda la obra de Ang Lee, tanto por sus temas políticos, su violencia gráfica y muy especialmente por su elevada carga erótica, lo que le llevó a ser editada o censurada en algunos países del mundo. A pesar de sus buenas críticas, estos elementos resultaron en distractores importantes para una cinta que merecía más y que debió conformarse con una taquilla regular, así como con unas cuantas nominaciones en certámenes secundarios, siendo el Globo de Oro y el BAFTA los únicos verdaderamente relevantes.
La tormenta de hielo (Dir. Ang Lee, 1997)
Tras el éxito de Sensatez y sentimientos (1995), Ang Lee continuó con su incursión occidental en un reto completamente distinto a lo visto anteriormente: La tormenta de hielo, adaptación de la novela homónima de Rick Moody que critica la disfuncionalidad norteamericana a partir de un doble drama familiar que implica adicciones y experimentación sexual. Esto implicó la dirección de su primer gran ensamble integrado por dos generaciones de talentosos actores entre los que figuraban Kevin Kline, Sigourney Weaver, Joan Allen, Tobey Maguire, Christina Ricci, Elijah Wood y Katie Holmes, todos en papeles desafiantes y cuya alta carga emocional exigía la mano de un estupendo cineasta. El taiwanés lo logró, lo que le valió estupendas críticas que no dudaron en considerarla su mejor película hasta ese momento, así como algunos reconocimientos importantes durante la temporada de premios, destacando su primera nominación a la Palma de Oro en Cannes. Lamentablemente su popularidad se ha difuminado con el tiempo por diversos factores: el material fuente no ha perdurado con la fuerza de otras obras; la eventual caída de fama de casi todo su reparto; y el hecho de que lo mejor de Ang Lee apenas estaba por llegar.
Comer, beber, amar (Dir. Ang Lee, 1994)
Tercera y última entrega de la trilogía china con la que Ang Lee nos llevó por primera vez en su entonces breve carrera a su natal Taiwán para relatar la historia de un chef que batalla por conectar con sus tres hijas solteras que cada vez se distancian más del pensamiento tradicional asiático. Fue estupendamente recibida por la crítica que destacó la emotividad de la trama y la facilidad con la que su director genera interés e identificación con los personajes, pero sin descuidar el cada vez más duro impacto generacional y cultural en oriente ante la cada vez mayor influencia occidental en las nuevas generaciones. La aceptación del público fue distinta, pues si bien tuvo una nada despreciable recaudación de $7.2 mdd, quedó muy lejos de la marca lograda por su anterior filme. Al igual que su antecesora, fue nominada al Oscar en la categoría de Mejor película extranjera, afianzando a Ang Lee entre los mejores cineastas del momento y dándole el impulso necesario para abordar nuevos retos en la industria norteamericana.
El banquete de boda (Dir. Ang Lee, 1993)
Segunda parte de la trilogía china de Ang Lee, quien desde muy temprano en su carrera mostró su interés en historias cada vez más arriesgadas. La cinta nos introduce con una pareja homosexual integrada por un americano y un taiwanés que está a punto de ser visitado por sus tradicionalistas padres, y cuya solución para evitarse problemas es acordar un matrimonio con una joven china necesitada de una green card para permanecer en Estados Unidos. La cinta fue alabada por sus distintas interpretaciones, que iban de la tolerancia a la homosexualidad a la aceptación cultural entre orientales y occidentales. Esto le convirtió en la película más rentable de su año, con una recaudación cercana a los $24 mdd por una inversión de apenas $750, 000 USD. También le valió un buen paso por la temporada de premios, destacando su nominación al Premio de la Academia en la categoría de Mejor película extranjera. Estos logros reunidos hicieron que los ojos del mundo voltearan por primera vez hacia Ang Lee, que con apenas su segunda película parecía destinado a convertirse en uno de los grandes cineastas de su tiempo. Hoy sabemos que cumplió con las expectativas.
Sensatez y sentimientos (Dir. Ang Lee, 1995)
Ang Lee se incorporó el cine occidental con Sensatez y sentimientos, adaptación de la novela homónima de Jane Austen que sigue la repentina tragedia de las hermanas Dashwood tras ser despojadas de todos sus privilegios. No fue el único debutante, pues el filme también marcó el primer guion cinematográfico en la carrera de Emma Thompson. Su talento conjunto dio resultados fascinantes, que lejos de conformarse con trasladar la obra a la pantalla grande, realizó cambios mínimos a la historia original para profundizar en las emociones de ambas féminas y para realizar una exploración más a fondo de temas clásicos como las diferencias sociales o la situación de la mujer en la época. Fue nominada a siete Premios de la Academia incluyendo Mejor película, pero sólo fue reconocida en la terna de Mejor guion adaptado. Más de 20 años después sigue siendo considerada la versión definitiva del clásico literario.
Una aventura extraordinaria (Dir. Ang Lee, 2012)
La adaptación a la novela homónima de Yann Martel es considerada la cinta más desafiante en la obra de Ang Lee. Primero por el reto que implicaba capturar la poderosa simbología profundizada por el propio autor: “la vida es una historia”, que si bien está llena de adversidades, son determinantes para crecer mediante las decisiones que tomamos. A esto sumemos la necesidad de efectos visuales altamente fotorrealistas para la creación de los fascinantes escenarios por los que atraviesa el protagonista, pero sobre todo de los animales que le acompañan en el recorrido, destacando al inolvidable Richard Parker. El cineasta cumplió con creces en ambos casos, lo que le llevó a ser considerado el mejor director del año en numerosos certámenes, incluyendo el Premio de la Academia que no dudó en darle su segundo Oscar. Lamentablemente los reconocimientos del filme se vieron opacados por la polémica suscitada por aparente maltrato animal y la posterior bancarrota del estudio responsable de los VFX, lo que generó una serie de protestas en toda la industria animada.
El tigre y el dragón (Dir. Ang Lee, 2000)
Luego de una primera incursión en el cine norteamericano, Ang Lee regresó temporalmente a sus orígenes con El tigre y el dragón, adaptación a la obra impresa de Wang Dulu que siguió los esfuerzos de dos habilidosos guerreros por recuperar una espada ancestral robada. Las primeras lecturas del filme aplaudieron la mezcla de realismo y fantasía alcanzada con una historia ubicada en la dinastía Qing y protagonizada por artistas marciales cuyas habilidades de combate desafiaban los límites de la gravedad para resultar en una estética visual verdaderamente hipnótica. Más relevante aún fueron sus temas centrales como la fortaleza femenina en un mundo dominado por los hombres o la necesidad de respetar la sabiduría de los mentores, que si bien fueron explorados desde un enfoque oriental, nunca descuidaron la perspectiva global, lo que garantizó la identificación en todos los rincones del mundo. Cautivó al público y la crítica por igual, renovó el interés en el cine de artes marciales, y tuvo un estupendo paso por la temporada de premios destacando sus diez nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor película, director y película extranjera, sobre todo su victoria en esta última categoría. Y claro, también afianzó a Lee entre los mejores cineastas de su generación.
Secreto en la montaña (Dir. Ang Lee, 2005)
Ang Lee sólo necesitó una película para levantarse tras el tropezón sufrido por Hulk, que además terminaría convirtiéndose en su mayor éxito. Se trata de Secreto en la montaña, adaptación a la historia homónima de Annie Proulx que aborda la relación suscitada entre dos ganaderos que batallan por definir sus sentimientos en un mundo intolerante y que no soporta ningún cuestionamiento a la virilidad. Su mensaje se potenció con su pertenencia al western, uno de los géneros más tradicionalistas del cine que si bien ha sido capaz de reinventarse con el tiempo, poco ha hecho por abordar las emociones y muchos menos la sexualidad del vaquero, lo que resultó en uno de los dramas románticos más memorables de todos los tiempos. La cinta fue igualmente alabada por el público y la crítica, que destacaron la estupenda dirección del taiwanés, así como las brillantes actuaciones de Heath Ledger y Jake Gyllenhaal. Lo ganó prácticamente todo en la temporada de premios y aun así, nadie se sorprendió cuando la siempre conservadora Academia se negó a reconocerla con el Oscar a Mejor película para dárselo a la políticamente correcta Crash. Eso sí, la polémica no evitó que Ang Lee fuera galardonado con el primer Oscar a Mejor director de su carrera.
Luis Miguel Cruz Algún día me uniré a los X-Men, la Alianza Rebelde o la Guardia de la Noche. Orgulloso integrante de Cine PREMIERE desde el 2008.