Aún más bella – Crítica (21º Tour de Cine Francés)

¿Hay algún crimen en ser timida y retraida? Lucie sabe que no pero su historia familiar le recuerda constantemente que en este mundo, los seres como ella, frágiles y misteriosos, no tienen mucha cabida. Agotada por una enfermedad y harta por obligarse a encajar, la chica de belleza extraña descubrirá que su poder real proviene de ella, no de la aprobación ajena.

Aún más bella, de Anne-Gaëlle Daval y que forma parte del Tour de Cine Francés, es el camino por el que acompañaremos a Lucie en esta constante batalla bajo el cruel escrutinio que cuestiona sin tregua su apariencia, su soltería y su manera de asumirse como mujer. Desde la tensa relación con su madre y su hermana menor, nuestra protagonista irá recolectando pequeños aliados como el ácido humor de su hermano o la misteriosa Dalila, una profesora de danza que la ayudará a mirarse de otra manera.

Esta mirada, temerosa y reticente, expandirá su alcance cuando nuestra protagonista conoce a un grupo de mujeres que, mediante el baile y el control de su cuerpo, encontrarán el empoderamiento que la sociedad siempre les negó. En este sentido, Daval hace un buen ejercicio para demostrar la camaradería femenina pero, sobre todo, la diversidad racial y emocional que no distingue edad, talla, altura, sonrisas, miedos y anhelos.

Sí, podría parecer que Aún más bella es la película del verano que también se “cuelga” del repentino interés que tiene el cine por la figura de la mujer pero no, la ópera prima de Daval transmite una atmósfera cristalina, transparente y no forzada que se aprecia a detalle gracias a la actuación de Florence Foresti, un estilo cínico e inocente que recuerda a Renée Zellweger en las aventuras de la excéntrica Bridget Jones.

Y es que el papel de Foresti, a diferencia del interpretado por Zellweger, no sólo se centra en la comicidad y en esta suerte de poder femenino que cae del cielo por el ingenio de la vida pues, por el contrario, Foresti y Lucile regalan escenas entrañables que hacen más cercano y tangible el dolor disfrazado que miles experimentan por estar fuera del estándar de lo que debe ser una mujer.

Aquí, Lucie es una mujer que vive los problemas cotidianos de cualquiera: una salud frágil, un divorcio, una extraña relación con su hija adolescente y, sobre todo, el conflicto cultural de saberse una mujer de más de 40 años, “sola” y que ya no es “útil” para ser sexualizada y erotizada por la sociedad.

Aunque por momentos la película parece tambalearse por la clásica historia del hombre guapo y rico, en este caso un Clovis maduro y sexual interpretado por Mathieu Kassovitz, que se enamora de la mujer desafortunada y poco atractiva, el que Duval decida suprimir al personaje masculino hacía la segunda parte cuando Lucie se encuentra en pleno proceso de autodescubrimiento, aporta un poco más de credibilidad a la atmósfera del empoderamiento; sin embargo, es comprensible que al final, respetando las normas de la comedia romántica, la presencia de Clovis sea más importante de lo que parece, el camino que ya recorrió el espectador de la mano de Lucie ya se ha transformado en una experiencia disfrutable, que cumple con el contrato de saber que en la pantalla se proyectará una hora y media de romance con tintes hilarantes.

Cuando la suerte ya está echada, Aún más bella sirve como una producción cinematográfica correcta, sin mayores riesgos pero con un interés más o menos genuino sobre la temática femenina que sabe construir diálogos convincentes, expresiones de tristeza y felicidad que no son ajenos y personajes que van tejiendo, poco a poco, la historia de una mujer que le gritará a quien sea que no es un crimen ser una mujer tímida y retraída, que el ser proviene de nuestras decisiones y de la manera en cómo queremos vivir nuestra vida.

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Arantxa Luna Escribo sobre cine y televisión. Me gusta pensar las imágenes. Colaboradora en Revista Nexos, Butaca Ancha y F.I.L.M.E Magazine. Cuando sea grande quiero ser como Luisa, en Días de otoño de Roberto Gavaldón.