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Cine

Bayoneta – Crítica

09-11-2018, 10:27:43 AM Por:
Bayoneta – Crítica

La transformación de Luis Gerardo Méndez es la nota más alta de una película de alcance medio y bajo impacto. Aunque solvente en su técnica, su apego a las fórmulas del género termina por ser un lastre

Cine PREMIERE: 2.5
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Todos los golpes están dados en el primer round de Bayoneta: en el vestidor después de una pelea, un boxeador entrado en años y en derrotas (Luis Gerardo Méndez) se esfuerza en contener un rapto de ira que, finalmente, lo rebasa. El tono y la atmósfera en esta secuencia son un modelo de cálculo que se asemejan al mejor boxeo: sabe dónde poner los pies y en qué pierna apoyarse, qué brazo mantener al frente, cuándo tomar ventaja. Por eso el desconcierto es mayor cuando, pasados unos minutos, la segunda ficción de Kyzza Terrazas comienza a perder asalto tras asalto.Ubicada en los suburbios noctámbulos de la Finlandia de nuestros días, la película sigue cámara en mano a Miguel Bayoneta Galíndez (Méndez), un tijuanense afincado en la capital nórdica, alejado de su exmujer e hija, acechado por el rumor de un controvertido y prematuro retiro que dejó en el aire dudas sobre su integridad profesional. Solitario por naturaleza, Bayoneta tiene en un entrenador (Brontis Jodorowski) a una mezcla de coach profesional y compañero de derrotas. Cuando el gimnasio que cobija a ambos se enfrenta a una quiebra inminente, el mexicano acepta volver a subir al ring con tal de conseguir una última oportunidad de salir bien parado.

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La cinta se filmó y está situada en Finlandia, donde vive prácticamente exiliado el boxeador Miguel «Bayoneta» Galíndez (Luis Gerardo Méndez).

Lamentablemente, la esmerada, pulcra y sensorial puesta en escena de Bayoneta no alcanza para ocultar su adherencia a los lugares más comunes de un subgénero proletario como el cine de box. El arco dramático del gigante caído que prepara su comeback y el entrenador que alimenta su ímpetu la hemos visto suficientes veces como para aceptar que Terrazas y su coguionista, Rodrigo Marquez Tizano, no tomen ningún riesgo ni añadan ninguna capa ni matiz relevante, más allá de la exótica locación y la ambigüa condición migratoria del protagonista, que en toda la cinta no llegan a cuajar en un conflicto sino, a lo mucho, en una curiosidad.

Para ser un argumento situado en el hielo escandinavo, es encomiable que Bayoneta se esfuerce en mostrar un incendio emocional que nos abrase, pero este nunca llega a quemar ni a darnos calor, pues está poblada por personajes cuyas motivaciones no llegan a ser claras ni se desarrollan de forma solvente. La principal, y quizá la única razón para verla, es el vigoroso esfuerzo de Luis Gerardo Méndez por expandir su registro dramático a un territorio lejano de su zona de confort. Es un actor que nunca, ni en cine ni en teatro, ha rehuido los riesgos, y en Bayoneta ha doblado su propia apuesta, dándole cuerpo, mirada, sustancia y latidos a un personaje que, en el papel, es poco más que una fórmula.

Luis Gerardo Méndez es un actor que nunca, ni en cine ni en teatro, ha rehuido los riesgos, y en Bayoneta ha doblado su propia apuesta dándole cuerpo, mirada, sustancia y latidos a su personaje.

Presentada en competencia en el pasado Festival Internacional de Cine de Morelia y, unos días antes, en el de Roma, Bayoneta es pese a todo un paso en la dirección correcta hacia un cine industrial, de géneros populares, que resulte atractivo para un público heterogéneo sin que eso implique recalentar las sobras de la comedia vulgar, el terror gringo o, en el peor de los casos, la televisión abierta. Ojalá el paso hubiera sido más largo, más firme y más seguro de su propia voz, lo que podría haber puesto a Bayoneta en la línea de clásico pugilísticos locales como Campeón sin corona (1945) o la extraña curiosidad Las glorias del gran Púas (1984). Sin embargo, la cinta de Terrazas no se atreve a golpear en ninguno de los dos sentidos: carece tanto del filo psicológico de Galindo para examinar la idiosincracia del boxeador como del barrio bajo de la segunda. Para hablar de ello, no hace falta viajar a Finlandia: hace falta ver hacia adentro, alzar los puños, y atacar.

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autor Periodista, cinéfilo y lector compulsivo, conductor en Mi cine tu cine (Once TV), locutor, jazzero y tragón. Miembro de la Semaine de la Critique de Cannes en 2014 y del Berlinale Talents Press. Estando antes en París, pasaba más tiempo dentro del cine que afuera, así que volví a la Ciudad de México en donde el cine es más barato y, digan lo que digan, se come mejor.
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