Bong Joon-ho, el que baila a su modo
“Al concluir Parasite, me pregunté qué le iba a decir al equipo de marketing…”.
Vestido de negro y con el pelo en absoluto desorden, los vivarachos ojos rasgados de Bong Joon-ho casi desaparecen cuando ríe en el Festival de Cannes, donde su película Parasite se convirtió en la primera producción coreana en ganar la Palma de Oro. Lo demás ya es historia.
Le has dado un revolcón al cine con la subversión de elementos de género ¿qué tan lejos estás dispuesto a llegar para defender tu visión?
(Ríe) No conozco todas las reglas de los géneros cinematográficos, ni tengo la intención de romperlas. En Corea denominamos al random dancing como ponerte a bailar dejando que tu cuerpo siga la música. Creo que así es mi forma de hacer cine. Al concluir Parasite, me pregunté qué le iba a decir al equipo de marketing. Decidí huir ante cualquier pregunta (se ríe) ¡Es que ni yo mismo sabía en cuál genero podría categorizarla!
¿En qué momento del proceso calibraste el nivel de violencia?
Las escenas violentas no son gore; y es que mientras más gore, la audiencia tiende a no creérselo, detectan el truco, el ketchup y la irrealidad. En el clímax de esta historia los momentos violentos suceden tan rápidamente que al espectador no le da tiempo de organizarlos en su cabeza. A decir verdad, la velocidad es lo que genera más miedo.
No solamente en Parasite, sino también en muchas de tus películas son notables las dosis de humor. ¿De dónde te viene esa vena cómica?
Sin humor no sería capaz de hacer absolutamente nada, y por instinto siempre lo incorporo en mis historias. Puedes emitir un mensaje de la manera más seria posible, pero ni en mi vida diaria suelo ser tan solemne.
El actor Song Kang-Ho es también una constante en tu filmografía, ¿por qué?
Compartimos el sentido del humor. Con Song Kang-Ho no importa la situación a la que se enfrenta su personaje, sea grotesca, atípica o desconocida, él le da credibilidad; es un actor que posee el increíble poder de persuadir al público rápidamente. Por eso cuando escribo con él en mente siento más confianza en mí, puedo ser más osado y más incómodo.
Hiciste tus dos películas previas en EE. UU., ¿extrañabas rodar en Corea?
No siento a Parasite como un regreso a Corea, ya que Okja (2017) cuenta con parte de equipo y locaciones coreanas. Significativo es volver a una escala más pequeña de producción. Esta película en su tamaño es similar a Mother (2009) o Memories of Murder (2003). Después de hacer dos filmes de gran presupuesto como Okja y El expreso del miedo (2013), rodar en dimensiones más modestas me proporciona un sentimiento de confort.
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