La casa del dragón: el suspenso se eleva – Crítica del Episodio 2

El rey Viserys I (Paddy Considine) anunció con firmeza que su única descendiente femenina sería la siguiente en la sucesión por el reino. Los jefes de las casas más importantes de Poniente se arrodillaron y juraron fidelidad al fallo. Sin embargo, al monarca se le escapó sugerir que sus cercanos y los miembros del consejo hiciesen lo mismo (que sepamos). Por eso, desde el interior de la Fortaleza Roja, tendrán origen los primeros planes para desestimar el mandato. El episodio 2 de La casa del dragón analiza desde diversos puntos de vista, y a través de artimañas varias, el por qué una mujer no debería sentarse en el Trono de Hierro.

Si bien el primer episodio sentó las bases de lo que será el conflicto, aquí por fin los primeros hilos comienzan a tejerse. Algo fascinante que se demuestra con este segundo encuentro es que la calidad del primero no fue una casualidad. Estamos ante lo mejor de «Thrones», pero con un giro particular y atrapante que hará que el televidente esté pendiente cada domingo.

A pesar de que el tono es similar al de la serie madre, este programa encuentra la forma de hacerse notar por sí mismo. Visualmente sucede que las locaciones (como la Fortaleza Roja) por fuera son las mismas que todos llevamos inscritas en la mente. Pero por dentro son otros espacios, decorados distintos y habitados por personalidades nuevas. Muchos fallarán al comprobar que tal personaje que creían era un eco de algún otro de ‘Tronos’, después hará algo inesperado que eche por tierra las teorías. 

Precisamente esperar lo inesperado era uno de los grandes goces de la serie creada por David Benioff y D. B Weiss. Y en esta ocasión, una particularidad que los espectadores deben tener en cuenta, es que el argumento global de La casa del dragón comprende la narrativa de todo un conflicto político desarrollado durante décadas. Por tanto entre episodios existen lapsos de tiempo extensos, muy similar a lo que sucede con la serie The Crown. 

Con ello en mente, es que el episodio 2 de La Casa del Dragón arranca la acción seis meses después de los acontecimientos del primero. Este brinco temporal lejos de sentirse como una arbitrariedad del guion, resulta un movimiento natural que nutre una dinámica particular en la narrativa de este programa. Cada episodio comprende su propio inicio, desarrollo y final. Mismo que versa sobre temáticas distintas, pero siempre con la meta de permanecer dentro de una gran historia. 

Si el piloto nos habló sobre conocer a los personajes y la sucesión del reino, en este capítulo se hablará sobre los ajenos al poder que buscan obtenerlo. La escritura de la serie con mucha fluidez presenta aquí y allá los intereses de otros y los convierte en nuevos jugadores del tablero. Mientras Rhaenyra Targaryen trata de demostrarle al mundo que es una digna heredera, una conversación con la «Reina que nunca fue» le invita a volver a la realidad. Una patriarcal en la que las mujeres no tienen voz ni voto. 

En contraste, el consejo del rey la acepta sin miramientos como heredera, pero al mismo tiempo trabaja para desposar al rey de nueva cuenta. Esto con la esperanza de que obtenga un nuevo heredero. La casa del dragón así hace honor a su situación de «historia medieval», para mostrar al matrimonio como una estrategia política y una actividad de comercio. En medio de las reflexiones y las dudas de los personajes, la actuación de Paddy Considine resalta como la de un conflictuado soberano que debe decidir entre el duelo por la pérdida y su deber con el reino. 

No obstante, aparte del atractivo suspenso, que se construye a puertas cerradas mediante diálogos enigmáticos y obtusos, probablemente lo más memorable ocurre cuando aparece Daemon Targaryen (Matt Smith). El personaje se perfila para erigirse entre el grupo de los más memorables del universo creado por George R R Martin. En parte por la personalidad proveniente de la pluma del escritor, pero especialmente por la interpretación de Smith. 

El hermano del rey que fue obligado a regresar a Rocadragón, también tiene su propios planes en la concepción de un heredero. Para ello «toma por derecho propio» un huevo de dragón que será el acompañante de su primogénito durante su crianza en la cuna. Las implicaciones políticas de dicho movimiento, son tan tensas como la colocación de misiles en terreno naval enemigo. 

Aunque carece de «acción» a La casa del dragón no se le escapa por nada la creación de brillantes momentos de suspenso. No obstante, los fanáticos de los dragones pueden estar complacidos. Pues también hay una contenida, pero muy disfrutable, dosis de ellos. Pero la gracia principal de esta producción es que sin importar qué tan espectactaculares sean las bestias aladas, lo más interesante siempre recae en sus personajes humanos.

Rhys Ifans es otro británico que, al igual que Smith, se apodera de varios momentos del episodio. Su actuación en el papel de Otto Hightower como la Mano del rey, inspira aquella confianza que debería ser inherente de su puesto. Sin embargo, a la vez su enigmática pronunciación de palabras y su cercanía con el rey, resultan en algo inquietante que los espectadores tendrán que resolver y debatir domingo a domingo.

Visualmente el capítulo es más espectacular que el primero. A pesar de que la acción (la mayoría) ocurre a puertas cerradas, la fotografía resuelve los conflictos y las conversaciones en claroscuros. Haciendo alusión así al actuar de los personajes en las sombras. Greg Yaitanes dirige el episodio, siendo el único de la temporada y único de todo el universo Game of Thrones. De alguna forma su mano es prueba de aquella búsqueda de novedad que se espera marcar con la llegada de esta nueva serie.

El compositor Ramin Djawadi también navega en aguas desconocidas. Pese a que en el primer capítulo escuchamos algunos temas conocidos, aquí el músico deja de lado aquellos para presentar temáticas musicales desconocidas, enfocadas en cada uno de los nuevos personajes. Sobresale sobre todo el dedicado a Rhaenyra en la demostración de sus dotes intrépidos a espaldas de su dragón. Una melodía acompañada de voces femeninas, que probablemente será icónica en el futuro.

De esta forma, este segundo capítulo demuestra que La casa del dragón va más sobre la historia que sobre la acción. Continúa construyendo la tensión y la intriga con mano de profesional, como quien sabe hacer de la política una danza romántica entre piezas de ajedrez. Una decisión acertada siendo que el suspenso, el desarrollo de la trama y la profundización en los personajes, harán más gratificantes todos los momentos que vendrán después. 

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Luis Angel H Mora Mi relación más estable es con el cine, la fiesta y la música. Me encanta escribir sobre cine, conocer gente nueva y compartir ideas. Idealista en todo sentido, supongo que es mi rasgo acuariano de ascendente.