Cazafantasmas: ¿A quién llamar cuando hay controversia?

El siguiente texto fue publicado en la edición de julio 2016 de Cine PREMIERE en su versión impresa.

“Los Cazafantasmas se
encuentran en un mundo alterno llamado Manhellton, ahí deberán enfrentarse a un
sinfín de demonios y espectros, sin mencionar que el personaje de Bill Murray
ha muerto y ahora es un fantasma”. Bocetos más, bocetos menos, así era la
historia que tenía Dan Aykroyd para la tercera parte de Ghostbusters,
la comedia más exitosa de Columbia Pictures en 1984 y, sin duda, una de las
películas más queridas por el público.

El boceto de Ghostbusters 3 –el cual ya se trabajaba desde mediados de
los 90– incluía nuevos miembros y a los viejos conocidos. En esta versión, los
Cazafantasmas eran ya una organización nacional con cientos de elementos y,
entre ellos –¡oh sorpresa!– mujeres: Moira, una gimnasta científica y Carla, “A latino beauty”, de acuerdo a un artículo publicado en
IGN en 2002.

Para dirigir el filme, se consideraron
nombres como Chris Miller y Phil Lord (Comando especial),
Ruben Fleischer (Zombieland), Ivan Reitman
(director de la original) e incluso su hijo Jason (Amor
sin escalas). Sin embargo, todos se negaron a filmarla, incluso Jason,
quien señaló que su versión habría colocado a los Cazafantasmas platicando sobre
cómo hacían su trabajo. El proyecto se “tallereó” tanto, que hasta los hermanos
Coen le dieron una pasada. Sin embargo, fue Paul Feig (Damas
en guerra) quien decidió entrarle al quite desechando la idea de
Manhellton. Lo que no sabía, es que inadvertidamente estaría invitando al
infierno mismo a su puerta. 

Una vez que se confirmó que
este director –responsable de algunas de las comedias más populares de los
últimos años y todas protagonizadas por Melissa McCarthy–, la polémica no se
hizo esperar. Fue el mismo Feig quien tomó una decisión que lo ha marcado hasta
la fecha y que, sin duda, hace de Cazafantasmas una
de las películas más controvertidas en mucho tiempo, por las reacciones que ha
despertado. El nivel y la naturaleza de la polémica sorprendió hasta los más
distraídos: no radicó en cosas como el haber matado a algún animal a cuadro
–como sucedió en Holocausto caníbal–, o en que se
usaran niños para hacer escenas fuertes de sexo o de desnudos –como en Saló–.  No, el máximo pecado de Paul Feig fue uno
que, al menos a primera vista, debería ser poco incendiario en estos tiempos:
eligió a mujeres como protagonistas. A partir de ahí, toda la atención del
público y la prensa se fue para allá y la hasta entonces esperada película
nunca pudo recuperarse. El tema del género se convirtió en el verdadero
fantasma a vencer.

Cuando visitamos el set en
Boston, la controversia ya se había puesto sobre la mesa y se ceñía sobre todo
lo que tenía que ver con la cinta; sin embargo, el ambiente al principio del
día no fue más que de camaradería y nostalgia. El chofer del autobús que nos
llevó a los estudios incluso puso la clásica canción de Ray Parker Jr. “Who you gonna call? Ghostbusters!”,
cantábamos hasta los más tímidos. Pero no tardó mucho para que el tema femenino
se apoderara de la conversación: “¡No sabía que habían criticado eso!”, señaló
sarcásticamente Kristen Wigg durante la entrevista, mientras Kate McKinnon
gritaba “¿¡Que dicen qué cosa!?”, usando el humor al que nos tiene
acostumbrados.

“Creo que la gente se va a
quejar de lo que sea”, añadió Melissa McCarthy, mientras preparaban la
siguiente escena donde combatirían a un fantasma. “Yo sólo quiero que el
público la vea y se dé cuenta de que es una gran historia. Pero no le presto
atención [a las críticas]. Toda aquella gente negativa hacia algo que todavía no ven, no me es
importante”.

Durante el resto de las
entrevistas, algunos medios internacionales siguieron buscándole tres pies al
gato: una periodista incluso les preguntó si cambiaba la dinámica de una
película de acción cuando se es mujer, a lo que la actriz y comediante Leslie
Jones no temió en contestar alzando la voz: “¿Te refieres a si usamos bolsas y
tacones durante la película? Lo que sucede es que odio todo este asunto de las
mujeres, ¿por qué se le está prestando tanta atención a ello? Será una gran
película, así sea protagonizada por mujeres, hombres, niños o lo que sea, la
historia es maravillosa”.

Y, en efecto, ¿por qué se le
prestó tanta atención? ¿El descontento se trataba tan sólo de una burbuja que
pronto reventaría y desaparecería para siempre? Cuando salió el primer trailer de la cinta, las estadísticas negativas se
dejaron venir, pero, ¿es realmente un producto tan malo como para estar en el
top 10 de los videos con más dislikes (994k hasta la publicación de este texto) en la historia de YouTube? Estos “No me gusta” no tienen comparación con
el número 1: «Baby», de Justin Bieber (6 millones), o incluso con el número 2, que
es para otro trailer, pero de una famosa franquicia de videojuegos: Call of Duty: Infinite Warfare (2.7 millones). Sin
embargo, Cazafantasmas se distinguió por sus comentarios
de odio, algunos aludían a que se tocó una de las películas más queridas, otros
a que eran mujeres y muchos más sólo eran opiniones de personas que querían participar
en la conversación (el famoso “tren del mame”, como se le conoce en Internet).

Sentimientos anticipados

No es ningún secreto que, en
general, existe un desencanto generalizado hacia la ola infinita de remakes o reboots, pero tal parece que las Cazafantasmas
han pagado por todo ese rechazo. Después de todo, este año llegarán también los
“refritos” de clásicos del cine como Ben-Hur –con
un trailer de 7,000 dislikes
y 4 millones de vistas–; o Los siete magníficos –sólo
2,000 dislikes y más de 7 millones de vistas–. Sin
embargo, las chicas que cazan espectros tienen la nada despreciable cantidad de
32 millones de vistas en YouTube. Paul Feig fue cuestionado por estos números y
señaló que sus películas siempre han sido complicadas a la hora de hacerles
mercadotecnia, pero que la gente siempre reaccionará de la forma en que lo
harían naturalmente, y ésa es la maravilla y maldición de Internet.

No sería descabellado
concluir que Cazafantasmas –injustamente– forma
parte de una tendencia en la red, en la que, al parecer, se debe tomar partido
a riesgo de quedarse fuera. Odiar una película que no ha salido se ha vuelto
algo legítimo (ayudado por una cultura del teaser, preteaser, pre pre teaser, por parte de la industria, acostumbrada
a medir dicha valía por medio de las reacciones). Se trata de la cultura del
“pre”, en la que se ha vuelto una costumbre saber todo de una cinta y tener
sentimientos sólidos acerca de ella mucho antes de verla en la sala. A ello se
añade el cruento foro digital, en el que una opinión suele toparse con
detractores a muerte, así sea sobre Ghostbusters o
sobre una inocente falta de ortografía.

Y eso fue lo que le pasó al
comediante Patton Oswalt. Cinemassacre es un canal en YouTube con más de 2 millones
de suscriptores, en el que se hacen reseñas de películas y otros temas de
cultura pop. Uno de sus creadores, James Rolfe, subió un video explicando que
se negaba a ver Ghostbusters, por lo que no habría review. Oswalt, al ver esto, tuiteó que, a pesar de que
esperaba ver esa review, él sí prefería ver la
película. Y así fue como el infierno de comentarios le llovieron. Desde el por
qué Oswalt le da tanta importancia a la opinión de un YouTuber, hasta
comentarios que involucraban a su difunta pareja: “¿Recuerdas cuando se murió
tu esposa? Fue más gracioso que cualquier cosa que hayas hecho en tu carrera”.
Esta fue tan sólo una de las “joyas” en Twitter destinadas a Oswalt.

Sin duda alguna estamos ante
una de las películas más controvertidas en la historia del cine, que dividió al
público en dos bandos: aquéllos que la quieren ver y aquéllos que la odian (y
entre quienes, al parecer, están los más radicales, que extienden dicho
sentimiento a cualquiera que pretenda verla o mínimo la apoye). El columnista
de cine de The Guardian, Ben Child, hizo una
interesante pregunta: “¿Es Cazafantasmas la
desafortunada víctima del exceso de reboots en
Hollywood?”. El periodista señaló que, a pesar de haber una infinidad de “reinvenciones”,
la película de Melissa McCarthy y compañía (sin duda de las mejores comediantes femeninas actualmente, junto a Tina Fey y Amy Poehler) es desafortunadamente el
chivo expiatorio: el hartazgo de la gente por rehacer clásicos se concentra en
la cinta de Paul Feig, como si se tratase de ese niño al que hay que hacerle bullying porque… pues porque todo el mundo lo hace.

¿Es injusto? Sí. ¿Hubiéramos
deseado ver Los Cazafantasmas 3 con Bill Murray y
compañía a más de 30 años de la original? Probablemente hubiéramos tenido como resultado
algo similar a Indiana Jones y la calavera de cristal.
¿Hollywood está escaso de ideas y meterse con un clásico de culto es algo
imperdonable? Quizá, pero, por otro lado, ¿quién no quiere ser partícipe de un
momento en la historia de las películas más controversiales y poder decir “yo
fui a ver Cazafantasmas al cine”? Lo más probable
es que salgamos pensando: “Bueno, ¿fue para tanto?”.