Cindy la regia – Crítica

Cindy, “la Regia”, es una chica de 24 años que goza de una vida privilegiada en el municipio de San Pedro Garza García. Siendo una niña bien de Monterrey, ella debe cumplir con un trámite indispensable: casarse con un hombre guapo y adinerado. Ella lleva mucho tiempo de noviazgo con un “partidazo” que cumple los requisitos y es durante el cumpleaños de Cindy que dicho pretendiente le propone matrimonio.

El tablero está puesto para que la regiomontana cumpla con las expectativas y enuncie un “sí”, pero sus inseguridades logran interponerse. Tras rechazar escandalosamente la proposición, Cindy opta por refugiarse en la Ciudad de México, mientras se debate sobre qué nuevo rumbo tomar.

Gracias a esta película, la actriz Cassandra Sánchez-Navarro asumió su primer estelar para la pantalla grande y la exigencia no fue poca. Desde que el humorista sonorense Ricardo Cucamonga creara las tiras cómicas de Cindy la regia en 2004, la chica “fresa” que las protagoniza ha reunido un séquito fiel de lectores. Navarro cargó no sólo con la responsabilidad de trasladar al personaje al live action, sino también de encarnar una versión más compleja del mismo, desde lo social y lo emocional.

Éste fue el deseo de los productores Martha Sosa y Francisco González Compeán (Amores Perros), quienes aprobaron que en la adaptación fílmica aquella mujer caricaturesca, sumida originalmente en narrativas breves y burlonas, deviniera un actante con posibilidades de aprender y evolucionar.

Desde el comienzo del largometraje, Cindy se margina del estereotipo de riquilla viciosa a quien la sociedad deberá poner en ridículo para que aprenda una lección. Es realmente un personaje muy noble, inocente mas no descerebrado, que nunca se ha dado aires de superioridad. No está exenta, por otro lado, de situaciones que exageran su condición de ‘pez fuera del agua’; la vemos ataviada sin ninguna discreción, con sombrero ancho y enormes lentes de sol, caminando con sus maletas de marca sobre las maltrechas y congestionadas calles de la CDMX.

Lo primero que ella busca en la capital son los brazos de su prima Angie (Regina Blandón), a quien concibe como una “feminista odia hombres”. Aunque ajena a lo drástico de semejante descripción, la pariente de Cindy sí presume un aura empoderada que guiará a la foránea a lo largo de un camino insólito; uno que pondrá de manifiesto todas las posibilidades de desenvolverse como mujer, sin atenerse a costumbres arraigadas como el matrimonio por conveniencia.

En la química entre Navarro y Blandón es donde Cindy la regia establece una de sus principales virtudes. Además, si bien el humor clasista se antoja inherente a la premisa, resulta un elemento relegado del guion de María Hinojos. La gran base de chascarrillos consiste en contraponer los rasgos culturalmente achacados a chilangos y a regiomontanos, sin volverse algo cansado o fastidioso. A fin de cuentas, lo prioritario para la cinta codirigida por Catalina Aguilar Mastretta (Todos queremos a alguien) y Santiago Limón (Hasta que la boda nos separe) es el arco del personaje y su interacción con el ‘nuevo mundo’, a través de la cual replantea sus prioridades.

Un fallo de la película podría ser el énfasis en los vaivenes amorosos entre Cindy y el capitalino Mateo (Giuseppe Gamba). Desde que Cindy la regia se presenta como una comedia romántica, no extraña lo prioritario de esa subtrama. Cobra sentido que la protagonista, siendo una bloguera que reparte consejos sobre el amor, deba enfrentar en carne propia aquello sobre lo que se considera experta. Sin embargo, si lo esencial del filme era distinguirse de los convencionalismos, el factor ‘romance predecible’ resulta contraproducente.

Opiniones divididas llevan varios días circulando en redes sociales. El género cómico en la industria fílmica nacional está empapado de prejuicios, los cuales siembran incredulidad respecto a los comentarios favorables que ha merecido este filme. Quizá Cindy la regia no sea una propuesta que estremezca festivales locales e internacionales, pero sí es un nido de personajes finamente delineados, sumergidos en un humor espontáneo, donde se invita a ser tolerantes, asumir responsabilidades y romper con conductas represoras.

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Antonio G. Spíndola Tengo muy mala memoria. Por solidaridad con mis recuerdos, opto por perderme también. De preferencia, en una sala de cine.