Uncharted: Fuera del mapa – Crítica de la película

Durante el tiempo que dura la película Uncharted: Fuera del mapa, es sencillo dejarse llevar. Hay risas y suspiros de asombro, pero cuando las luces de la sala se encienden nos damos cuenta de que algo nos falta. Debajo de toda la parafernalia –como las impresionantes secuencias de acción o efectos visuales que quitan el aliento–, la estructura de confianza de los grandes estudios permanece intacta.

Conocemos a Nathan “Nate” Drake (Tom Holland), un joven que trabaja como bartender, pero sueña con ser un explorador destacado, como su hermano mayor Sam, a quien dejó de ver a temprana edad, cuando éste escapó del orfanato en el que ambos vivían. Los años pasan y Nate recibe la visita de Victor “Sully” Sullivan (Mark Wahlberg), un cazatesoros que le ofrece al chico la oportunidad de participar en la búsqueda de un mítico botín y, si el destino así lo quiere, de reencontrarse con su pariente. En el transcurso de la cacería, se asocian con la audaz exploradora Chloe Frazer (Sophia Ali) para sortear los obstáculos impuestos por el millonario Santiago Moncada (Antonio Banderas) y la mercenaria Jo Braddock (Tati Gabrielle), quienes también desean encontrar la fortuna. ¿Quién llegará primero al destino?

Estamos ante una adaptación de la popular franquicia de videojuegos del mismo nombre lanzada por la desarrolladora Naughty Dog en 2007. Es preciso hacer hincapié en que, en este caso en particular, es bastante evidente que las historias de los juegos, literalmente, se adaptaron para la pantalla grande, a un formato que se podría describir como “amigable” o “accesible” para quienes no están familiarizados con la franquicia que comenzó en las consolas.

Así, en un intento por apelar a todo tipo de público, se nos presentan versiones menos maduras de los personajes. Drake apenas se enfrenta a su primera travesía y no tiene el mismo nivel de experiencia que su contraparte en bits. Por su parte, Sully se muestra mucho más fresco y jovial. Aunque se podría pensar que éste cambio resultaría poco atractivo, sobre todo cuando ya estaba establecido un canon alternativo, la realidad es que el ajuste para el ámbito fílmico funciona a la perfección. Al establecer desde el inicio que los protagonistas no serán meras copias de lo que se conocía previamente, se vuelve más sencillo conectar con la hilarante química que se forma entre el ensamble, en especial Holland y Wahlberg.

Éste elemento es el que más destaca. Dentro de una narrativa que se percibe convulsa y mal planeada –justamente por querer integrar tantos convencionalismos–, el conjunto se mantiene a flote gracias al humor que maneja. Quienes integran el reparto saben lo que están haciendo. Sin pretensiones, y de la forma más relajada posible, dejan que todo fluya y simplemente se divierten. Holland se despoja, de forma sorpresiva, de la imagen y la personalidad de Peter Parker, dándole a Drake un porte y un carisma que se adecuan bien al rol. Al principio, cuesta adaptarse a ver al actor sirviendo y tomando tragos, o tratando a los demás con actitud cínica, aunque una vez que empezamos a seguir el juego, extrañamente funciona. Wahlberg se interpreta a sí mismo. Su papel tiene poca profundidad, pero el histrión tiene tan buen timing cómico que su presencia es bienvenida.

Banderas y Gabrielle ofrecen sólidos antagónicos. El andaluz se desenvuelve con una energía un tanto neurótica y sobreactuada que, en manos de otro, se sentiría fuera de lugar, pero él logra el balance perfecto entre el absurdo y la seriedad; La californiana –a quien se agradece ver en un proyecto para cine después de su magnífica interpretación de Prudence en El mundo oculto de Sabrina (2018-2020)– demuestra que puede trasladar su hipnótica e inquietante presencia a un entorno mucho menos sombrío que el de la serie antes mencionada. Es una pena que a Braddock se le haya dado una resolución tan fría y apresurada.

El estilo de Ruben Fleischer sólo se hace presente a ratos. Se nota que el realizador no pudo decidir mucho en lo que se refiere a la historia, aunque resulta obvio que trabajó muy de cerca con el elenco. La habilidad para la comedia de la cual ya había presumido funciona de manera muy conveniente para lo que se cuenta aquí. Además, el cineasta vuelve a dirigir secuencias de acción muy bien coreografiadas de exploradores enfrentándose con piratas a bordo de antiguos barcos suspendidos en el aire con la ayuda de helicópteros, y también una alocada apertura que involucra un avión y una caída libre. Tales escenas llegan a nuestros ojos con tanto brío que, por un instante, es posible olvidar que en el fondo no hay un buen trabajo de escritura.

Conforme pasan los años, el cine de aventuras ha entrado a un declive de originalidad. La fórmula es siempre la misma: un explorador o exploradora que une fuerzas con uno o varios personajes secundarios para encontrar un tesoro o resolver un misterio. Entregas como La leyenda del tesoro perdido (2004), Tomb Raider (2001, 2018) o incluso Jumanji (1995, 2017) han echado mano de los avances tecnológicos de sus respectivas épocas para tratar de capturar a nuevas audiencias. En todos los casos, los productos resultantes entretienen mientras se están viendo, pero cuando termina la función queda un vacío.

La película Uncharted: Fuera del mapa se une a esta tendencia. Se deja ver, pero no se hablará mucho de ella en el futuro. Es inevitable reconocer que le debe mucho a otros clásicos del género, particularmente a Cazadores del arca perdida (1981). Y es que cuando, en algún punto del filme, se cuela una mención a Indy, nos llega, como cubetazo de agua helada, el pensamiento de que a éste universo cinematográfico en construcción todavía le falta mucho para estar en el podio de los grandes. Pese a esto, sería osado no reconocer que tiene potencial. Habrá que ver si se hace la secuela que se promete al final.

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José Roberto Landaverde Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.