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Cine

Crucifixión – Crítica

01-06-2018, 8:33:57 AM Por:
Crucifixión – Crítica

Una película de terror que no termina de explorar las posibilidades que ella misma se plantea y no pasa de ser medianamente interesante.

Cine PREMIERE: 2
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Hay un momento en Crucifixión en el que parece que Xavier Gens, el director, ha resuelto el filme si no con maestría, sí satisfactoriamente bajo los parámetros de mayor recurrencia en el género del terror pero empleados con efectividad. La protagonista se encuentra en un viejo hotel de la Rumania rural y cuando toma una siesta la despierta el ruido de una puerta. Mientras camina, el ruido se hace más ominoso, más insistente, y ella ve cómo la puerta, que tiene puesta la cadena de seguridad interior, se mueve hasta el límite, como si alguien la empujara insistentemente para poder entrar sin conseguirlo. Ella camina lento, visiblemente angustiada. No se ve nadie hasta que, en una clásica escena de susto, aparece una presencia en el resquicio. Y de pronto, todo el ambiente, que se había enrarecido inexplicablemente, vuelve a la normalidad.

Sin embargo, es prácticamente la última parte más o menos cuidada de Crucifixión, una historia sobre exorcismos ubicada en 2008, cuando la joven periodista neoyorquina Nicole Rawson (la británica Sophie Cookson, conocida por Kingsman: El servicio secreto y continuación) decide partir a investigar el supuesto asesinato de la hermana Adelina (Ada Lupu) por parte del padre Dimitru (Catalin Babliuc), cuando este la crucifica mientras le practica un exorcismo no autorizado.

Chad y Carey W. Hayes se basaron en una historia real para hacer el guion de esta película que inicia de manera prometedora con el encuentro entre Nicole y el padre Dimitru en una celda que parece un calabozo. Pero como ocurre a todo lo largo de la película, Gens no acaba nunca por explorar todos los caminos que ha abierto y, con ello, todas sus posibilidades.

Si bien es cierto que hay una referencia inevitable a El exorcista (1973), también hay una necesidad de alejamiento. Nicole parte convencida de la culpabilidad del sacerdote, pero conforme investiga los hechos empieza a dudar. Durante esa primera parte, Gens construye atmósferas convincentes, presenta personajes que hacen que flaquee la falta de fe de la protagonista (y no al revés) y abre puertas hacia posibilidades interesantes a pesar de que envuelve la narrativa con elementos convencionales del género y locaciones que ayudan a construir un ambiente potencialmente aterrador.

No obstante, parece como si el cineasta francés se hubiera acabado el tiempo de filmación o de edición con la primera parte de la cinta. Luego, simplemente no ata cabos. Deja que la historia corra presurosa y deja fuera situaciones y personajes que parecían abrir más posibilidades. No explota la relación de la periodista con el padre Anton (Corneliu Ulici), que deja a medias luego de darle preponderancia; era un conflicto moral que representaba la disputa entre la fe y la falta de que al final quedó en un mero elemento decorativo. Tampoco sigue la historia del niño gitano y la intriga que desencadena; al final su inclusión se limita a un simple pretexto para darle continuidad a la historia sin profundidad alguna. Y la edición con flashbacks al exorcismo y a los momentos previos, cuando Adelina cambia su comportamiento según el relato de su amiga, la hermana Vaduva (Brittany Ashworth), queda limitada a una narrativa que nunca encontró su rumbo. Al final, Gens optó por el camino fácil: aceptar lo sobrenatural sin ponerle un poco de duda que le diera un poco de fortaleza narrativa para que resultara al menos satisfactoria.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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