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Cine

Descubriendo a Morrissey – Crítica

18-05-2018, 9:03:13 AM Por:
Descubriendo a Morrissey – Crítica

Una película biográfica que se queda muy corta frente a otras cintas que relatan la historia de vida de íconos musicales.

Cine PREMIERE: 2.5
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El actor Jack Lowden soporta el peso de la película, cuyo título original alude a un sentido de apropiación bastante alejado al de descubrimiento que aquí le dieron, la cual, sin embargo, queda corta como biopic. Parece que más que una propuesta pensada para recrear las circunstancias que forjaron el carácter de Steven Patrick Morrissey en el Manchester de los 70/80 y que lo hicieron salir de su coraza de timidez e indecisión para convertirse en una figura emblemática del pop, hubiera sido concebida como una miniserie de unos tres capítulos que, al no cuajar, se realizó como una película independiente, demasiado corta para enganchar y demasiado larga para centrarse en una etapa de maduración previa al estrellato, pues es hasta ahí donde llega la película.

El libro autobiográfico publicado hace no mucho por la editorial española Malpaso, que da cuenta pormenorizada de toda la vida del cantautor, es una mejor opción (el filme, de hecho, no fue autorizado por el exvocalista de The Smiths). Y como propuesta cinematográfica, John Carney hizo un trabajo sumamente efectivo, por su suculento desarrollo dramático, en Sing Street (2017), que se centra precisamente en el periodo decisivo de maduración de un cantante ficticio que queda de frente a su incierto pero prometedor futuro.

En Descubriendo a Morrissey el realizador Mark Gill, a partir de un guion firmado en coautoría con William Thacker, se enfoca en un Morrissey probablemente veinteañero, sin expectativas de futuro, desempleado, sin rumbo, probando suerte como oficinista y camillero, obsesionado con la música vieja, ensimismado, ansioso, introvertido, pero espléndido escritor apoyado por figuras femeninas: su madre (Simone Kirby), su amiga Linder (Jessica Brown), por ejemplo, que intentan impulsarlo a conseguir su sueño. Pero precisamente este mensaje de siempre seguir tus sueños resulta un chasco, un sonsonete desabrido y reiterativo que nunca termina por convertirse en el eje dramático necesario para envolver a la audiencia. Es más: al basarse en la vida de un cantante en activo de renombre mundial, la película tiene en su contra que el final de esa historia es de dominio público. Así que terminarla en una especie de suspenso dramático sólo acentúa la incapacidad del cineasta para trascender la anécdota.

La selección musical utilizada en el filme incluye rolas fabulosas, como “Lonely Planet Boy”, de The New York Dolls, o “This Town Ain’t Big Enough For Both Of Us”, de Sparks, entre varias más. No obstante, la forma como fueron insertadas carece de un efecto dramático sólido y se vuelve más bien un elemento ilustrativo, mero decorado sonoro de un filme que nunca encontró su rumbo.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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