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Columnas

Dí­a 7

13-02-2009, 1:31:14 PM Por:
Dí­a 7

De nuevo nieve y oscuridad, el típico paisaje berlinés, tan adecuado para la vacación de vampiros y ghouls urbanos. Me he puesto la condición de nunca emigrar de esta ciudad sin antes escribir un cuento de horror. Katalin Varga y el Horror Transilvano Pienso justo en eso, en el horror y los fantasmas y la […]

De nuevo nieve y oscuridad, el típico paisaje berlinés, tan adecuado para la vacación de vampiros y ghouls urbanos. Me he puesto la condición de nunca emigrar de esta ciudad sin antes escribir un cuento de horror.

Katalin Varga y el Horror Transilvano

Pienso justo en eso, en el horror y los fantasmas y la noche previo a la premiere de Katalin Varga, producción rumano-húngara dirigida por el inglés Peter Strickland. En el fondo, lo sé, no debería de reflexionar en tales cosas: después de todo me encuentro cubriendo la Berlinale y no el festival de cine fantástico de Sitges, pero es que en los últimos días he sufrido de pesadillas. Su frecuencia no me preocupa como lo terrible de su contenido. Es por ello que tiemblo cuando percibo cierta conexión entre mis mal afortunados sueños y el filme de Strickland: Allí hay noche y lobos invisibles y bosques encantados. Eso y la venganza, que en ocasiones también es un condimento propio del horror. Si bien, y pese a que el escenario de la cinta está compuesto por llanos y sierras transilvanos, parajes que tradicionalmente han inspirado legiones de cuentos ideales para desasosegar las almas de los niños, lo que impera en el filme es un realismo -o un naturalismo, quizá- puro, cruel y campirano que recibo como escupitajo. Un escupitajo matutino que me hace temblar en mi asiento al percatarme de la materia que lo compone, del código o mensaje que esconde entre sus viscosidades: el horror más temible se esconde en la memoria; el horror verdadero es la total y absoluta imposibilidad de redención. Aquí el trailer:

Happy Tears

Nada de horror y sí mucha extravagancia es lo que hay en Happy Tears, filme de Mitchell Lichtenstein (hijo de Roy, el famoso artista pop autor de Whaam!, entre otras obras), director que en la Berlinale pasada llamó la atención de propios y extraños con Teeth, cinta que exponía literalmente aquel conocido mito freudiano de la vagina dentada. Surrealista, juguetón, colorido y destinado a la incomprensión. Así es la cinta de Lichtenstein, a la que ni la presencia de Demi Moore – a quien miré lo suficientemente de cerca como para comprobar que su risa se parece cada vez más a la de Meg Ryan y por ende a la del Guasón- salvará de que se le califique de excesivamente freaky. Es seguro que los amantes de la formulita indie-intimista-dizquecool observada en Little Miss Sunshine, Juno y el 80 por ciento del resto de las películas independientes norteamericanas gozarán de la cinta. Con esta simplemente se les pasó la dosis de LSD y almodovaritis, drogas en ocasiones tan increíblemente similares.

Monstruoso Rapero

La cinta abre con el gran tema Hypnotize y me dan ganas de brincar de mi asiento y mover el boticuá, pero algún periodista envidioso podría llamar a seguridad para sacarme y entonces corro el riesgo de perderme la película, así que mejor me quedo sentado. En general no gozo de los biopics. Por lo común apestan y son de lo más pretenciosos. Por lo demás, el rap tampoco me llama la atención. No lo ha hecho nunca. De hecho solamente hay tres canciones del género que en verdad me gustan (eso sí, a un nivel explosivo, casi como para bailar en donde sea, y eso que yo nunca bailo) : La señalada Hypnotize, de Notorious B.I.G., California Love, de Tupac Shakur, y aquel inolvidable éxito noventero Wild Thing, de un tal Tone Loc. El resto se lo regalo a mi peor enemigo. O a mi mejor amigo, pues para mí dicho género me suena a lo mismo. Sin embargo, he de reconocer que la cinta Notorious, del director George Tillman Jr., y basada en la vida del fenecido rapero Notorious B.I.G., tiene un ritmo tan bueno como un breakdancer de Brooklyn, gracias en mucho al trabajo histriónico del desconocido Jamal Woolard, afroamericano de dimensiones monstruosas que es capaz de soportar en sus hombros -con un pequeño empujoncito de la magnífica Angela Bassett-, el peso entero de la película. Probablemente se trate de la segunda mejor cinta que gira alrededor de este tipo de música. La primera, ya se sabe, es y será 8 Mile. Aquí el trailer:

 

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