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Columnas

Días de niebla

13-11-2011, 2:58:23 PM Por:
Días de niebla

Ya decía yo que tanta niebla en Berlín tenía que ser una señal de mal augurio. Ni siquiera cuando me enteré de la inminente salida de Berlusconi del gobierno italiano respiré tranquilo, alividado. "Días extraños", que cantaría Morrison en una noche borracha. "Mañanas extrañas", cantaría más bien yo al percatarme de que en México siguen […]

Ya decía yo que tanta niebla en Berlín tenía que ser una señal de mal augurio. Ni siquiera cuando me enteré de la inminente salida de Berlusconi del gobierno italiano respiré tranquilo, alividado. "Días extraños", que cantaría Morrison en una noche borracha. "Mañanas extrañas", cantaría más bien yo al percatarme de que en México siguen lloviendo aeronaves tripuladas por funcionarios de alto nivel.

Ese día fue el más frío de todos. Aunque para ser sinceros ya no era de día en este lado del mundo cuando me enteré de la noticia. De hecho ya estaba oscuro y no sólo eso: bastó leer un par de notas para saber que esa noche sería atacado alguna pesadilla. Y así fue. Soñé que era una especie de Neo, el de Matrix, y que de repente todo el mundo, al menos todo el mundo en México, esperaba que los salvara, que los redimiera, que los protegiera. ¿Exactamente de qué o de quién? La verdad no lo recuerdo pero desperté aliviado. Contento de saber que no paso de ser un pobre diablo cuyo roce más cercano con el poder o una suerte de poder no fue más allá del puesto de tesorero de grupo en segundo de secundaria.

¡Y que al día siguiente me toca mirar un documental realizado para la televisión canadiense y cuyo título es: A coup: Made in America! (para un artículo que estoy escribiendo). Tras lo ocurrido un día antes en ese pedazo de tierra que me queda cada vez más lejos, cada vez más distante -latiga el esternón decir la palabra "México"- esta película que narra la manera en que la CIA penetra en Guatemala y, a costa de vidas humanas, por encima de vidas de niños y bebés, establece gobiernos militares, aparatos represivos, en aras de cuidar sus intereses (en pocas palabras, los de la empresa United Fruit Company -hoy Chiquita, entre otras marcas-), mi moral quedó del tamaño de una habichuela, pulverizada, con consistencia de humo.

Aquí, para quien quiera una probada, la primera de cinco partes:

 

Y no, no levanto el ala todavía. Quisiera dejar de pensar pero me es imposible no hacerlo. Y lo peor es que no pienso bien: pienso mal pero con ganas tremendas de desdecir el famoso dicho y no acertar. Con ganas de que se me tilde de loco. Con ganas de que la verdad, de que esta verdad esté mucho más lejos de donde pueda llegar mi sentido común.

Con ganas absolutas de equivocarme, de errar. 

Y mientras el cerebro descansa me voy a ver Estrella solitaria, de John Sayles, que van a pasar en la televisión abierta. Y cuando la mire espero recordar esos años lindos en que la fui a ver al cine y salí encantado de lo que se me contó en esos ciento y pico minutos. En estos tiempos en que creía en más cosas y las cosas, tan distintas, parecían creer también en mí. Cuando yo era otro y México no era una palabra que se pronunciase con un dejo de dolor, con un soplo de amargura.

Aquí el trailer de la película de Sayles, una de esas que, de alguna manera  -y por fortuna- nos salvan:

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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