Días – Crítica de la película de Tsai Ming-liang

La película Días, de Tsai Ming-liang, es una suculenta pieza fílmica de poco más de dos horas construida prácticamente sin diálogos (al principio se advierte que el filme carece deliberadamente de subtítulos) y con sólo 46 planos fijos y prolongados que sigue a dos personajes masculinos de quienes no sabemos los nombres. El décimo primer largometraje de Tsai Ming-liang, cineasta de origen malayo afincado en Taiwán de cuya filmografía FICUNAM acaba de hacer una retrospectiva formidable a través de la plataforma Mubi, es un filme de una sencillez narrativa avasalladora.

Con el paso de los años, Tsai ha enfatizado menos el acento surrealista de sus relatos para depurar su hiperrealismo hasta volverlo casi documental. No es el caso de la película Días, aunque haya sido construida a lo largo de varios años en los que Tsai Ming-liang siguió por varias ciudades a su actor de cabecera, Lee Kang-Sheng, durante sus tratamientos para aliviar la rara y dolorosa enfermedad que padece. De hecho, algunos de los planos que contemplamos son del tratamiento real recibido por Lee.

Pero eso no quiere decir que el eje de la película Días sea la documentación de un tratamiento, sino una constante en la filmografía de Tsai Ming-liang: el cruce de soledades (ya sea la del vendedor de relojes con la viajera de ¿Qué hora es allá? o la de los vecinos de El hoyo). El argumento es sencillo: las soledades de dos hombres se encuentran a partir de que uno de ellos, el mayor (Lee), contrata al segundo, el joven interpretado por el laosiano Anong Houngheuangsy, para que le dé un masaje con final feliz.

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Sin dejar de lado sus constantes referencias al agua y al bullicio caótico de las urbes (evidentes en las escenas de la contemplación de la lluvia, de la preparación de la comida o de la cena vista a la distancia o la caminata entre la gente), Tsai elabora un relato sobre la aceptación de la soledad. En Días, que precisamente retrata el día a día de sus protagonistas, la soledad no tiene un carácter negativo, simplemente es un estado que no se asienta en el dolor sino en la aceptación. Acá, el dolor es solo físico y no emocional. De hecho, el contacto emocional se vuelve alivio para el dolor físico, que el director muestra a través de dos tomas de belleza sublime que reflejan el paso del tiempo a partir de una más de sus constantes: la contemplación del cuerpo.

Y es aquí donde Tsai Ming-liang subraya la contraposición, el contraste, que ha mantenido en casi todos sus planos: la juventud y la madurez, la quietud y el bullicio que se dan la mano no solo en la escena del hotel, que mucho tiene de ritual, sino en todo el filme: el estatismo de Lee contemplando la lluvia al inicio del filme contrasta con la movida minuciosidad de Anong preparando su sopa, así como la gente que se mueve incesante alrededor de Lee contrasta con este mientras camina tranquilamente con su collarín y agarrándose la cabeza o los autos que pasan por la avenida en primer plano contrastan con Lee y Anong cenando apaciblemente de fondo.

Sin dejar de retratar la urbe, Tsai Ming-liang retrata la intimidad de sus personajes. La soledad aceptada en medio del caos imparable. Y para rematar, Tsai inserta un elemento embelesante: una caja de música que Lee le regala a Anong (en realidad pertenecía a este, pues el cineasta se la había regalado con anterioridad) al final de su encuentro. Aunque Días no tiene diálogos, no es una película silente. Los ruidos del agua, los cláxones, los autos y, entre otros, el cuchillo con el que se rebanan los vegetales van construyendo una narrativa sonora que tiene su momento culminante cuando Anong hace sonar la cajita y se oye “Terry’s Theme” de Candilejas.

Una inclusión significativa que se vuelve comentario, postura y referencia y que acaba enmarcando todo el filme cuando Anong se encuentra sentado solitario en la parada del autobús. Mientras él mueve lentamente la manivela y la música parece extenderse al infinito, la ciudad mantiene su movimiento frenético, pero cada quien tiene la posibilidad de moverse a su propio ritmo.

La película Días, de Tsai Ming-liang, es parte de la programación de la 69 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional.

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Javier Pérez Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".