Dior y yo

Tal como alguna vez nos los advirtió Miranda Priestly (Meryl Streep en En el diablo viste a la moda), todos estamos supeditados a la moda. Querámoslo o no cada elección de ropa está relacionada con un estilo personal, ya sea casual, elaborado, fashionista, vintage… independientemente de si estamos conscientes de ello o no. Tal vez por eso el tema genere una cierta fascinación desde el punto de vista artístico y creativo que para muchos se ha visto demeritado por la mercadotecnia y la publicidad. Sin embargo, el documental Dior y yo nos regresa a las raíces de este fenómeno cultural, al taller en donde los diseños cobran vida, las ideas germinan y ofrece un vistazo al proceso de creación. Cada quien sabrá si le añade el adjetivo de arte o no. 

Hay dos hilos conductuales en el filme. Tomando como punto de partida las memorias del diseñador Christian Dior, se explica de dónde viene una de las casas de lujo más representativas de Francia; conocemos sus inquietudes, tradición e ideas someramente, pues se ven eclipsadas por la vorágine de la actualidad, donde recae el segundo hilo y verdadero eje del documental: la llegada del belga Raf Simons al frente de la maison en 2012 en sustitución de John Galliano. Decisión sorpresiva según los expertos. Simons pisaría las huellas que otros como Yves Saint Laurent, Gianfranco Ferré, Galliano y el mismo Dior dejaron…

La presencia del verdadero Christian Dior se limita al uso de una narración en la que se recuperan algunos pasajes de sus memorias, es como un fantasma que supervisa el desempeño del nuevo líder, el cual tiene ante él un reto descomunal: lanzar la colección de alta costura teniendo poco tiempo como su antagonista principal. Gracias a ello, el director Frederic Tcheng desnuda el visual proceso creativo de Raf y la obtención de un concepto moderno que respetara los códigos estéticos que marcaban la tradición del fundador.

Tcheng nos pone en primera fila para atestiguar las decisiones y da acceso directo tras bambalinas para adentrarnos en la casa desde su núcleo mientras el filme le pone rostro y personalidad a las costureras y artesanos que confeccionan las joyas de una de las dos casas de moda que aún tiene alta costura –y ése es su mayor mérito: mostrar el arte y los artistas del mundo de la moda y las implicaciones detrás del bordado a mano–. Junto con Raf conocemos el taller, a su equipo de trabajo y descubrimos los problemas a los que se enfrenta el diseñador, así como su fuente de inspiración, todo hasta ver terminada la colección y expuesta en un desfile que fue bien recibido por la prensa especializada tanto por la propuesta como por la sofisticada decoración. Y es que si algo supo hacer Raf con Dior fue imprimirle audacia y modernidad. 

Lo que también se agradece de la dirección de Tchang es que su retrato no es parcial. A diferencia de otros documentales o biopics que se esfuerzan por dejar bien parados a sus protagonistas, el cineasta deja fluir los conflictos, las tensiones, los enojos de forma orgánica pero no se estanca en ellos. No obstante, también hace eco del glamour, los éxitos y exalta la maestría y artesanía detrás de cada prenda para conseguir un filme equilibrado.

Para el momento en que la cinta llega a las salas mexicanas, Raf ya dejó Dior por «motivos personales» pero el episodio se sigue sintiendo actual y puede ser valorado tanto por quienes tienen interés en el mundo de la moda como por aquellos a los que les parece indiferente, pese a que el ritmo llega a ser un problema dentro de la narración y los cortes al pasado rompen radicalmente con la historia central. Los primeros dos actos del documental son una mezcla entre imágenes de archivo de los diseños de Christian Dior acompañados por sus pensamientos, con las vivencias de Raf y las presiones que lo envuelven –narrativa que puede ser tediosa y repetitiva–, pero una vez que los trabajos están terminados y el desfile entra en marcha, la cinta se va como hilo de media.

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Mabel Salinas No soy la Madre de los Dragones, pero sí de @Enlabutaca; desde ahí y en Cine PREMIERE estoy en contacto con las buenas historias. Melómana, seriéfila, cinéfila, profesora universitaria, y amante de las bellas artes. Algún día escribiré una novela de ciencia ficción. ¡Unagui!