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Cine

Campamento extraordinario (Crip Camp) – Crítica del documental nominado al Óscar

22-04-2021, 10:21:36 AM Por:
Campamento extraordinario (Crip Camp) – Crítica del documental nominado al Óscar

Una oda a una comunidad que día a día rompe con las barreras impuestas por un sistema inaccesible.

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Jim LeBrecht nació con espina bífida, así que no puede caminar. De hecho, en una de las tantas veces que ofrece su testimonio para el documental Campamento extraordinario –que también codirige junto con Nicole Newnham–, comenta que los doctores llegaron a afirmar que, debido a su condición, no le quedaba mucho tiempo de vida. Reflexionando sobre ése diagnóstico fatalista, el realizador entrevistado dice, después de una pausa: “Al parecer, yo tenía otros planes”. En el momento en que él pronuncia estas palabras, el espectador cae en cuenta de lo que está a punto de suceder en pantalla: esto no es más que una celebración, una oda a una comunidad que día a día rompe con las barreras impuestas por un sistema inaccesible.

La discapacidad llega de una forma u otra. No se elige. Sin embargo, algo que sí se puede elegir es cómo enfrentarla. Afortunadamente, en la década de los 70, en la cual se sitúa el metraje, había un lugar al que todo joven o adulto con impedimentos físicos podía acudir para sentirse aceptado y bienvenido sin tener que preocuparse por la terrible segregación que se vivía en esos días: Jened. Aquel era un sitio diseñado para campistas que no se dejaban vencer por una silla de ruedas o un par de muletas. Situado al pie de las montañas Catskill en Nueva York, el lugar era, pues, una utopía. Ahí, se hacía pedazos a la discriminación y esos pedazos se usaban como combustible para alimentar la fiesta más increíble del planeta.

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Ése espíritu libre y sin ataduras queda perfectamente capturado en una de las secuencias iniciales, en la que los directivos y organizadores reciben a los campistas recién llegados. Al ritmo de Freedom”, entonada por Richie Havens en Woodstock, se nos muestra un electrizante montaje que no podría ejemplificar de mejor forma cómo era un día en las instalaciones. No había límites. La experimentación, en todos los sentidos, era totalmente válida. Con tal nivel de apertura, era sólo cuestión de tiempo para que las piezas de una revolución comenzaran a encajar.

En Jened había libertad, pero también había futuros líderes y, lo más importante, había temas de conversación. Todos tenían algo que decir y absolutamente todos tenían voz, aún si las palabras no eran del todo entendibles. Hay veces en que una serie de ruidos demuestran más preocupación y emoción que un discurso entero. Justamente lo que hace que el documental Campamento extraordinario funcione, es la manera tan didáctica en la que nos recuerda que, en una lucha social, sea la que sea, lo importante es saberse escuchado para lograr un objetivo. Tristemente, la cinta también nos plantea una realidad aplastante: en cualquier causa, los gobiernos están siempre al fondo y únicamente ceden a otorgar derechos –que se demandan por cuestiones de humanidad– cuando la presión es extrema. Los verdaderos protagonistas del cambio no son los mandatarios en turno alrededor del mundo, sino los pobladores de los países que quieren vivir mejor. Todo inicia con personas apoyando a personas.

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Es importante mencionar que, aunque el título indique lo contrario, sólo la mitad de la película ocurre entre cabañas y actividades recreativas, puesto que, como todo, la estadía de los campistas en su paraíso llegó a un final. Por suerte, la segunda parte es igual de cautivadora, ya que se enfoca en el movimiento que vino después. La experiencia en la parte inferior de las montañas fue sólo la chispa que encendió una mecha para algo muchísimo más grande. Como en cualquier etapa de la vida, uno empieza a preguntarse cosas con respecto a lo que la sociedad le tiene preparado.

Para Judy Heumann –quien contrajo polio y asistió al campamento desde que era una adolescente–, estos cuestionamientos no sólo podían quedarse en su cabeza. Estos tenían que materializarse en algo que sirviera para demostrarle al mundo que ya era hora de que la discapacidad fuera vista con otros ojos. Que ése cambio de perspectiva que se estaba intentando funcionara para poner un alto a la forma tan deplorable en que la comunidad era tratada: negándole acceso a transporte digno, espacios amplios para moverse sin restricciones e, incluso, a recursos económicos para crear programas de apoyo (con un desgarrador clip dedicado a ilustrar la precaria administración de un albergue para niños discapacitados, queda demostrado que, en aquel entonces, Estados Unidos no estaba preparado para tratar con asuntos como estos). Así, dieron inicio varias manifestaciones orquestadas por personas que no marchaban con las piernas, pero sí con su mente y mucha determinación para no dejarse caer. Resulta surreal ver las calles del país vecino tomadas por ruedas que no son parte de los automóviles.

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Como parte de un artículo publicado por la periodista Kristen Lopez, en el que se argumenta por qué la Academia debería otorgarle el Óscar de Mejor documental a Campamento extraordinario, ella menciona que, a través de su experiencia en Jened, los involucrados “entendieron que tenían el poder para pedir más de lo que se les da”. Por curioso que parezca, tal afirmación adquiere otro sentido cuando se piensa en México, donde sí hay leyes que protegen a las personas con discapacidad, pero no se ejercen como se debería. ¿Se ha oído hablar de ellas? Muy pocas veces. En nuestro país las calles son intransitables, los lugares de estacionamiento especiales son utilizados por personas que no los necesitan (y que, cuando se les pide que se muevan, contestan con un “ni modo, así es esto”), los elevadores en las plazas y supermercados están llenos de gente que puede caminar perfectamente, pero que prefiere evitar la fatiga de usar las escaleras. Se podrían arreglar las banquetas o hacer campañas de concientización, pero no, en vez de eso, hay recortes presupuestales (en algún punto del largometraje, se explica que, similarmente, en su momento, Nixon vetó la ley que ya se había promulgado, todo debido a «preocupaciones» monetarias). El poder está ahí, aunque apenas esté siendo descubierto por pequeños grupos.

Es bueno que un filme como este haya llegado tan lejos en los festivales y premiaciones principales en la industria audiovisual norteamericana. No sólo porque gracias a su tono optimista y a su magnífica edición logra despojarse del formato tedioso que comúnmente tienen este tipo de cintas, sino que, por la universalidad de su mensaje tan extrapolable a otros entornos, cada vez son más visibilizadas las problemáticas con las que diariamente se encuentran quienes no pueden utilizar su cuerpo de la manera usual. Por otro lado, la excelencia narrativa queda demostrada cuando estas adversidades antes mencionadas no siempre tienen que ser mostradas gráficamente para ser entendidas.

Poderoso y conmovedor hasta las lágrimas, el viaje que Jim, Judy, Steve Hofmann, Denise y Neil Jacobson –y otros campistas– hicieron es excepcional porque demuestra que la empatía, la resiliencia y la amistad son armas sumamente poderosas (¿y qué mejor que hacerlo acompañados por las canciones de Bob Dylan y Jefferson Airplane?). Nadie hubiera pensado que, hace tanto tiempo, un grupo de hippies “minusválidos” llegaría tan lejos.

Bueno, nadie excepto quienes, pese a lo que el destino les ponga en medio, están acostumbrados a vivir con otros planes.

El documental Campamento extraordinario está disponible en Netflix. Además, como parte de un programa educativo, la cuenta de YouTube del servicio de la N subió el filme completo para ser disfrutado gratuitamente. Lo encuentran en este enlace.

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autor Me fascina escribir, escuchar, leer y comentar todo lo relacionado con el cine. Me encanta la música y soy fan de The Beatles, Fleetwood Mac y Paramore. Mis películas favoritas son Rocky y Back to the Future y obvio algún día subiré los "Philly Steps" y conduciré un DeLorean. Fiel creyente de que el cine es la mejor máquina teletransportadora, y también de que en la pantalla grande todos nos podemos ver representados.
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