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Columnas

El Elefante Alemán

17-03-2009, 8:26:02 AM Por:
El Elefante Alemán

Aunque geográficamente y de acuerdo a los estándares europeos Winnenden no se encuentra precisamente cerca de Berlín, ahora lo siento más próximo que nunca. De hecho ese rincón provinciano plagado de calles delgadas enmarcadas por casas con tejados que yo me imagino muy rojos o muy verdes, ha pasado a estar, por desgracia, demasiado cerca […]

Aunque geográficamente y de acuerdo a los estándares europeos Winnenden no se encuentra precisamente cerca de Berlín, ahora lo siento más próximo que nunca. De hecho ese rincón provinciano plagado de calles delgadas enmarcadas por casas con tejados que yo me imagino muy rojos o muy verdes, ha pasado a estar, por desgracia, demasiado cerca del mundo desde el pasado 11 de marzo.

A mí por lo menos no me cuesta trabajo imaginarme a un Winnenden encapsulado en la esquina de mi calle, metido en mi plato de sopa o colocado bajo la almohada, delgada como sábana, sobre la que mi madre reposa la cabeza para dormir por las noches. Lo presiento, lo respiro en el vaso con agua que reposa en mi escritorio y también en la risa de los niños que todos los días juegan en el patio de la guardería a la que da mi ventana. Winnenden está ahora en todos lados, disperso como virus mortal en la sangre descolorida y espumosa de un enfermo terminal.

Winneden está junto a mí, dentro de mí, columpiándose en los jardines de mi cerebro. Hablándome con su voz de Dios invisible y omnipresente. Murmurándome de nueva cuenta que desde hace mucho tiempo ya que estamos rotos y quebrados. Que nos quedamos sin respuestas, pero también sin preguntas, en ese cada vez más inútil y olvidado ejercicio de querer saber quiénes demonios somos y porqué estamos aquí. Que quince o dieciséis o veinte muertos son sólo eso. Si acaso una cifra y una nueva nota para esos noticieros nocturnos de los que siempre se encargan trajeados muy bien peinados y con caras de robot.

Otra vez la nada y el vacío se están cagando de la risa de todos nosotros.

Y entre tanto ruido que más bien alcancé a sentir como un silencio abismal, casi de galaxia seca, me vino a la mente aquella cinta, Elephant, y con ella esa trilladísima alegata que en estos días, tristemente, ha adquirido sentido: La realidad siempre superará a la ficción.

Al final, insisto, la nada. O acaso otra bagatela para Elisa que se escucha en el horror del mundo…

 

 

 

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autor Carlos Jesús (aka Chuy) es escritor y periodista freelance. Desde 2006 radica en Berlín, desde donde colabora para distintos medios. Sus pasiones son su familia, la cerveza, escribir relatos y el cine de los setenta.
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