El Escuadrón Suicida – Crítica de la película

En películas de gran presupuesto, la libertad creativa es algo cada vez más raro. Es un unicornio tan difícil de conseguir que, cuando es capturado por cineastas, muchas veces no saben qué hacer con él y terminan por desaprovechar la oportunidad. O, por el contrario, sucumben ante las decisiones del estudio y dejan a un lado su visión. Cada estudio grande en Hollywood cuenta con uno que otro cineasta a quien le permite hacer casi lo que sea: Christopher McQuarrie con Misión Imposible, Christopher Nolan, Denis Villeneuve y ahora James Gunn con su más reciente película El Escuadrón Suicida.

Anteriormente con Guardianes de la Galaxia, James Gunn había demostrado lo que era capaz de hacer con una propiedad de la que la gente no esperaba mucho. Recordamos que antes del estreno, el público en general no ubicaba a Groot o Rocket Raccoon. Aún así, al tratarse de una película de Disney, Gunn tenía ciertas limitantes. Con El Escuadrón Suicida, Warner Bros. básicamente le señaló el cielo y le dijo ‘ahí es el límite’. 

¿Esto quiere decir que El Escuadrón suicida es la máxima película adaptación de un cómic? Cada quien tendrá su respuesta, pero la forma en que la cinta logre conectar con el público no será tan sencillo como lo fuera con El Caballero de la Noche o Guardianes de la Galaxia. Pero esto no quiere decir que sea una película que se quede a medias ni mucho menos que sea fallida. Al contrario, El Escuadrón suicida es una experiencia que, si se vive en una gran pantalla, será mucho mejor.

Porque sí, hoy es más común ver antihéroes o acción sangrienta en el cine de superhéroes. Hasta el streaming ya hace cosas como esas, con series como The Boys, The Umbrella Academy o Invincible. Pero poder ver a un tiburón humanoide o a una enorme estrella de mar aplastando ciudades en pantalla grande, sencillamente no tiene igual.

James Gunn está consciente de ese tipo de espéctaculo y lo ofrece. La primera secuencia de El Escuadrón suicida nos presenta una playa de Sudamérica y una llegada muy al estilo de Rescatando al soldado Ryan. Ésta es tan sólo la primera de muchas referencias al cine bélico de mediados del siglo XX que tanto fascinaron a Gunn. El cineasta no se tienta el corazón y desde los primeros minutos deja caer a los soldados porque, aunque sea cine de superhéroes, así es la guerra: nadie tiene el boleto de salida asegurado.

Algo que el guion de James Gunn logra de forma muy fluida y natural, es presentarnos la trama y lo que tienen que hacer nuestros protagonistas, sin abusar de la sobreexposición. En ningún momento el espectador es tratado como ignorante. Y, de la misma forma, conocemos la personalidad de cada uno de los miembros de El Escuadrón Suicida.

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Sin embargo, para parafrasear a Spider-Man: la libertad creativa conlleva una gran responsabilidad. Y aquí es donde James Gunn se dejó llevar por este privilegio. Deadpool fue una bocanada de aire fresco al género de superhéroes e introdujo un humor mucho más ácido que el que nos tenía acostumbrados Marvel Studios. Pero El Escuadrón Suicida utiliza este tipo de humor en cada momento y, aunque no hay referencias a la cultura popular como en aquellas películas de Ryan Reynolds, por momentos James Gunn abusa del absurdo de muchos personajes y estos terminan por ser simples personajes tontos por el mero hecho de serlo.

Cada personaje tiene su momento de gloria, pero también cargan bromas que, aunque aterrizan perfectamente, por ratos entorpecen el avance de la trama. No dejamos de pensar: ‘Bueno, que ya avance esto’. Pero mientras el equipo de El Escuadrón Suicida hace bromas o son ‘torpes’ por naturaleza, quienes no son miembros de este grupo, carecen en su totalidad de humor. ¿Pero entonces ellos serían un buen balance entre las tonterías de personajes como King Shark o Peacemaker? No, porque pareciera que forman parte de una película diferente, especialmente Alice Braga y sus compañeros. Joaquín Cosio logra llenar la pantalla con su presencia, pero también es un tanto serio en comparación al tono del equipo suicida. Esto no tiene que ver con el mexicano, sino con el guion.

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El soundtrack es lo que podemos esperar de una película de James Gunn. Nos presenta una selección curada que ayuda a las secuencias, aunque tampoco logra superar los trabajos previos de Guardianes de la Galaxia. En aquella, las canciones eran protagonistas de las escenas («Come and get your love» de Redbone y «Mr. Blue Sky» de Electric Light Orchestra, por ejemplo). Aún así, el disco servirá de buen acompañamiento para los coleccionistas.

Para el tercer acto de la película, James Gunn explota toda esa libertad creativa y entrega un espectáculo con todas sus letras. Desde brincos de edición que pueden recordar la narrativa de Quentin Tarantino, a vueltas de tuerca de personajes y una total locura con la que puede ser difícil de empatizar. También hay representaciones gráficas de traumas de la infancia que dan mucha risa, pero no deja de ser muy extraño de ver en pantalla. Pero al final, es eso: un espectáculo de tal magnitud que merece ser visto en pantalla grande.

El Escuadrón suicida de James Gunn es una película que toma a cada miembro del equipo y los lleva por diversos arcos narrativos. Unos terminarán del otro lado del espectro donde comenzaron, mientras que otros dejarán ver sus verdaderos rostros. Al final son villanos y, como dice Harley Quinn: “Es lo que hacemos”.

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Sergio López Aguirre Stanley Kubrick alguna vez dijo "Para tener una visión más amplia, no sólo vean cine bueno, también el malo" obvio le hice caso en lo segundo y es muy divertido.