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Columnas

El espí­ritu de la navidad / The Spirit of Christmas

09-01-2009, 5:36:04 AM Por:
El espí­ritu de la navidad / The Spirit of Christmas

En España las Navidades se prolongan hasta el 6 de enero día de la Epifanía de los Reyes Magos, que es cuando acá abrimos los regalos y echamos oficialmente el freno a dos semanas presididas por el desenfreno, en medio de esa vorágine desatendí mis obligaciones blogeras, y bien que lo siento 🙁 Todo se […]

En España las Navidades se prolongan hasta el 6 de enero día de la Epifanía de los Reyes Magos, que es cuando acá abrimos los regalos y echamos oficialmente el freno a dos semanas presididas por el desenfreno, en medio de esa vorágine desatendí mis obligaciones blogeras, y bien que lo siento 🙁

Todo se paraliza acá durante esos 15 días, todo menos la actividad comercial. Los estrenos de cine también quedan colocados en una suerte de paréntesis que hace que entre el 20 de diciembre y el 10 de enero, poco mas o menos, se sobreviva sin novedades en la cartelera. De ahí también mi parón como blogger, ¿de que voy a escribirles a esta gente si todo lo más que pasa es que no pasa nada nuevo?

Este año ha habido una excepción a la tradicional sequía y es que, resulta, que el mero día 25, estrenaron acá The Spirit que algunos llevábamos esperando como los copos de nieve que, mientras les redacto estas líneas, surcan el cielo madrileño hasta dar a la ciudad una presencia enteramente blanquecina que ha una década no se recordaba.

Juro que acudí a ver The Spirit limpio de todo prejuicio. Bien es cierto que quien esto escribe ha de reconocerse fan de hueso colorado de la obra de gráfica Will Eisner y, aunque menos, también de la de Frank Miller. La suma de talentos hacía presagiar algo bueno ¿o no? Escarmentados estamos de que, en múltiples ocaciones, estos encuentros en la cumbre entre dos talentos parejos acaben por depararnos una gran frustración. Prevenido por algunas imágenes del trailer que llevaba meses circulando en la red (¿qué huevos tenían que ver esas imágenes con el personaje de Eisner?) fui al cine sin grandes expectativas pero decidido a que por mala que fuera la adaptación habría de toparme con un producto de entretenimiento de primer nivel.

Pero he aquí que The Spirit, la película, me resultó terriblemente aburrida, una obra mortecina, vagamente salvada por la sensualidad de las hembras que desfilan ante nuestros ojos, especialmente Eva Mendes ya que Scarlett Johansson ha de defender un personaje de "estudiante cachondona" que roza lo caricaturesco y de Paz Vega mejor no hablemos pues su aparición chapurreando francés sólo sirve para corroborar cuestiones obvias ligadas a su despampanante anatomía. Pero dejémonos de fantasías masculinas y vamos a lo que vamos.

Frank Miller alcanzó notoriedad como autor de Batman: año uno, serie de cómics en los que dió una nueva dimensión al personaje creado por Bob Kane. Convengamos que el Hombre murciélago es un personaje tan rico en matices que, un poco a la manera de las obras de Shakespeare, cada autor que lo adapte puede hacer lo que le venga en gana con él, llevándolo a su terreno sin que nadie ose hablar de traiciones. Sólo hace falta comparar el sesgo político y moral que poseen las adaptaciones de Christopher Nolan con la fantasías góticas que Tim Burton hizo del personaje (por no hablar del carnaval kitsch perpetrado por Joel Schumacher) para darnos cuenta de que Batman se presta a todo.

The Spirit sin embargo, tiene una importante pega a la hora de acometer una reinterpretación del personaje y es que se trata de una criatura íntimamente ligada a la personalidad de quien le parió, es decir, de Will Eisner. A diferencia de Batman, al que ha metido mano todo Dios, The Spirit es personaje de un único autor y por eso, aunque Frank Miller lo venere y sienta auténtica fascinación por esa atmósfera pulp que hace de sus historietas una suerte de hijas bastardas de la novela negra, jamás en su carrera como dibujante, osó ofrecer su propia versión del personaje, entre otras cosas, porque los puristas del cómic y el propio Will Eisner (fallecido en 2005) no lo hubieran permitido.

Aprovechando que un día alguien (digamos un tal Robert Rodríguez) le enseñó a usar el croma, el bueno de Frank Miller, convencido de que hacer cine no era algo tan difícil como había pensado, vió la luz y apelando a su nuevo status de cineasta pudo ¡al fin! materializar su sueño de ofrecer su propia versión de The spirit. Al margen de que dicha versión poco o nada tiene que ver con el espíritu del personaje siendo poco más o menos que un regreso al universo de Sin city, lo verdaderamente irritante de la película es comprobar la actitud de autosuficiencia que exhibe Frank Miller a la hora de acometer una empresa, como es el de escribir y dirigir un largometraje, para la que demuestra un alarmante nivel de ineptitud.

Para Frank Miller hacer cine consiste poco más o menos que en poner ante el objetivo de la cámara a una serie de señores y señoras recitando unas líneas de guión imposibles y después, en la postproducción, añadir una serie de efectos que hagan la película visualmente atractiva. Del guión de The Spirit mejor no hablemos, ya que Frank Miller aún no ha asumido la diferencia sustancial que existe entre escribir un texto de alcance filosófico y moral e insertarlo en una viñeta y ponerlo en boca de unos actores que no se creen lo que están diciendo, o torturar nuestros oídos con parlamentos sobre la ciudad en off que a uno no acaban sino provocándole bostezos.

Puede, efectivamente, que hayamos llegado a un punto en que hacer una película consista exactamente en esto y que se trate de algo que está al alcance de cualquiera, pero yo como espectador me niego a asistir a la decadencia de lo que un día se convino en llamar Séptimo Arte.

Por suerte siempre nos quedará el DVD para visualizar obras que pese a los años transcurridos desde su realización, continúan, a día de hoy, más vivas que nunca. Por eso en estos días potnavideños, en espera de que la campaña de promoción pre-Oscar traiga consigo la renovación de la cartelera, me consuelo revisando algunas películas de John  Ford, Luchino Visconti, Richard Lester, Mario Monicelli, John Huston y David Lean, con las que tuvieron a bien reconocer mi buena conducta y mi actual falta de recursos económicos Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente.

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