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Cine

El implacable (The Foreigner) – Crítica

30-12-2017, 11:24:20 AM Por:
El implacable (The Foreigner) – Crítica

Una cinta de acción en la que Jackie Chan vuelve a mostrar sus habilidades artemarcialistas.

Cine PREMIERE: 2.5
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Entretenimiento puro o puro entretenimiento. No hay nada nuevo en El implacable, una película de acción protagonizada por Jackie Chan y Pierce Brosnan. Sin embargo, tiene lo suficiente para mantener al espectador pegado a la pantalla durante dos horas, sobre todo por un sexagenario Chan haciendo machincuepas, deslizándose por un tejado y peleando en el cubo de una escalera con las mismas habilidades y destrezas de antaño, las cuales lo consolidaron en el cine de artes marciales y años más tarde en Hollywood.

En El implacable, la clásica historia de un hombre que busca venganza, Chan, además, comienza mostrando un lado frágil (que aparece durante toda la primera parte de la película) poco visto en su filmografía: lo vemos llorar. Él interpreta a Quan Ngoc Minh, un inmigrante chino que posee su propio restaurant en el Londres actual. Cuando aparece por primera vez, recoge a su hija de la escuela y la lleva a una tienda donde la adolescente va a comprarse un vestido. Pero sobreviene la desgracia y un atentado terrorista con tintes políticos –se lo atribuye la ya desactivada IRA– provoca la muerte de 19, incluyendo a la hija de Quan.

Quan se sienta cada día afuera de la oficina del líder de la investigación (Ray Fearon), un policía de color, para pedir los nombres de los responsables. Incluso ofrece todos sus ahorros a cambio de tal información. Al no obtener respuestas, este chino (así se refieren todos a él, quizás en alusión a la novela noventera The Chinaman de Stephen Leather en la cual se basa esta cinta) ve por televisión una entrevista a Liam Hennessy (Pierce Brosnan), el ministro irlandés ex IRA, y le llama por teléfono para luego apersonarse en su oficina en Belfast. A partir de ahí, le sale el chamuco a este Quan, o más bien, despierta sus habilidades como un ex soldado hiperentrenado con un pasado trágico y cerca a Liam, un político distraído que sólo quiere salvar su carrera. Presionado por el gobierno inglés, Liam tiene que buscar al responsable entre sus colaboradores, pues puede ser cualquiera, para evitar un conflicto que podría saltar a la reyerta armada. Y la cuestión se complica por su esposa, su amante y, obviamente, Quan.

Martin Campbell, director de la cinta, se muestra habilidoso para las secuencias de acción. Él fue director de Casino Royale y 007: Goldeneye, dos filmes de la serie del agente 007. Aprovechando las habilidades de Chan para las coreografías de secuencias de acción, las explota y le da la oportunidad al actor hongkonés para lucirse en el combate mano a mano contra múltiples rivales, un sello de este actor que se muestra en forma saltando, corriendo, golpeando, pateando y escurriéndose del peligro.

La historia en sí misma es lo de menos. Tal vez no sea lo más afortunado adaptar una historia con los conflictos sociopolíticos de los años 90 a la época actual, sin embargo, Campbell y su guionista David Marconi (Enemigo público, 1998) se las arreglan para hablar de los conflictos que asuelan a la Europa de hoy con células terroristas atentando contra civiles en lugares públicos concurridos y con políticos obstinados en mantenerse en un cargo en vez de solucionar problemas. Y lo hacen aprovechando las herramientas de la intriga política.

Además, le dan la vuelta a esas historias donde el extranjero del título original es casi siempre un anglosajón que tiene que escapar de un país del lejano oriente donde si quiere salir con vida es solo mediante sus habilidades para la confrontación, porque incluso la policía está del lado de los maleantes que le persiguen. Aquí, el extranjero es un migrante ya naturalizado que tiene que corregir la plana del inoperante sistema de justicia del país en el que vive valiéndose únicamente de sus habilidades para la confrontación.

Aunque El implacable no va a hacer eco en la historia del cine, Campbell entrega un vehículo de entretenimiento puro.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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