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El insulto: Las palabras que provocan sangre

02-09-2018, 5:46:31 PM Por:
El insulto: Las palabras que provocan sangre

Ziad Doueiri, el director de El insulto, la primera cinta libanesa nominada a un Oscar, nos habla de la importancia de las palabras en un contexto de guerra.

Un par de palabras hostiles sobre un tubo de desagüe es todo lo que se requiere para que la discusión entre un palestino y un cristiano escale de forma estrepitosa, sea llevada a juicio y ponga a Líbano al borde de la guerra civil. Esa es la premisa de El insulto, del cineasta libanés Ziad Doueiri, quien regresa con un nuevo retrato de las heridas del odio después de que su filme pasado, The Attack, fuera boicoteado por haber sido filmado parcialmente en Israel, algo prohibido en Líbano debido a su abierta guerra con el estado judío. Una ley libanesa que data de 1955 prohibe a sus ciudadanos visitar territorio israelí. El director incluso fue detenido cuando regresaba de la Biennale en 2017 –cinco años después del estreno de The Attack– bajo el cargo de haber «lidiado con el enemigo».

Esta experiencia de censura y de resentimiento sigue dejando huella en su trabajo fílmico.

También intentaron boicotear El insulto, pero aún así se convirtió en la primera película libanesa nominada al Oscar, ¿qué significó esto para ti?

Significó que pude probarle al periódico Al-Akhbar [publicación árabe detractora del cine de Douieri] y al movimiento Boycott, Divestment, Sanctions, [quienes lanzaron la campaña de boicot de The Attack] que su fascismo no ganará. La libertad de expresión es más fuerte que su represión.

 ¿Qué fue clave para ti, que creciste en Líbano, en cuanto a la construcción psicológica de ambos personajes, el palestino y el cristiano?

Toni [Adel Karam], el personaje cristiano, representaba para mí todo lo que yo odiaba de chico al crecer en Beirut. Mis padres se unieron a la izquierda política que luchó junto a los palestinos[en le Guerra Civil libanesa]. En ese entonces, a mediados de los 70, mi familia consideraba a las milicias cristianas como los enemigos por excelencia, debido a sus tácticas duras y su plan para  sacar a la OLP (Organización para la Liberación Palestina) de Líbano.  Treinta años después, con esta película, reexaminé los eventos que tuvieron lugar en ese periodo y estudié más de cerca a los cristianos libaneses. Tuve que reinventar mi discurso y ver el de ellos, ver su perspectiva y narrativa. Mi perspectiva cambió mucho más de lo que hubiera imaginado. Empecé todo con ese personaje, él es el protagonista, lo construí desde cero, encontrando sus motivos, sus voces interiores. Él se convirtió en el símbolo de aquél que busca justicia.

El insulto

Uno de los elementos que seguro sorprenderá a las audiencias mexicanas es lo justo que es todo el proceso de juicio, sobre todo porque tenemos una justicia muy fallida. Jueces honestos, momentos en los que hay la posibilidad de expresar todos los argumentos que ayudan a los personajes a entenderse mutuamente… Es casi como una fantasía de lo que debería ser un confrontamiento.

No estaba haciendo una película sobre un sistema corrupto. Al contrario, tuve que hacer que cada juez, cada policía y todos hasta el presidente fueran honestos y justos. El enfrentamiento era entre dos personajes: entre más directos fueran los demás, se volvía más importante el tema de ganar o perder. No quería distraer a la audiencia con otras dinámicas.

¿Te inspiraste en otras películas de juicios?

Me inspiré en muchas películas americanas: Juicio en NurembergSerá justicia (de Sydney Lumet); Filadelfia; Anatomía de un asesinato12 hombres en pugna; Heredarás el vientoKramer vs Kramer. Pero también otras como El informante (de Michael Mann); Rango; Qiu Ju, una mujer china (de Yimou Zhang) y películas coreanas, como Memories of Murder, Joint Security Area, etc…

El insulto

¿Tu experiencia con la represión y lo que pasó con The Attack inspiró o alimentó a El insulto de alguna forma?

Reescribí todos los diálogos del abogado del personaje cristiano después de ser atacado por esas organizaciones y por sus acólitos que se las arreglaron para convencer al gobierno árabe de boicotear mi película pasada. Escribí los diálogos que me pareció se merecían. 

También hay momentos de comedia y de esperanza, ¿crees que ese tipo de representaciones ayuden a la reconciliación que busca el filme?

Para mí, la reconciliación empieza con reexaminar las propias creencias. Enfrentar al “enemigo” cara a cara, sentarte y hablar con él, escuchar su narrativa. La izquierda fascista no admite autocrítica.

¿Crees que, en un contexto donde hay tanto resentimiento, es posible que haya justicia?

Para el mundo árabe musulmán probablemente resulta imposible la reconciliación en este punto. Necesita limpiarse mucho a sí mismo.  

El insulto

Otra de las cosas que exploras con El insulto es el poder de las palabras, si éstas tienen el mismo impacto que una agresión física, ¿Cuál es la importancia de las palabras con respecto a lo que sucede en el Medio Oriente? ¿Pueden hacer la diferencia?

Las palabras importan mucho si se están usando en un periodo de guerra. Aun así, uno no debe censurarse a sí mismo, sino esperar reacciones, incluso si se pueden tornar violentas a la hora de ser parte de un debate. Yo creo en una libertad de expresión total. El Medio Oriente está en su punto más bajo, desde el nacimiento de Jesús o Abraham, o incluso antes. Las palabras cargadas de religión aún tienen un peso en la mente de las personas. Las palabras acababan en sangre y aún lo hacen en estos tiempos. Aun me falta ver que palabras de origen religioso saquen lo positivo de la humanidad. Hasta ahora, no se ve prometedor el asunto.

En el video que enviaste al Festival Internacional de Cine de Guanajuato para presentar el estreno de El insulto mencionaste que viviste un tiempo en México. ¿Qué te trajo al país? ¿Inspiró de alguna forma tu trabajo como cineasta?

Fui a México porque quería aislarme para escribir el primer tratamiento de mi primera película, West Beirut, que escribí en San Miguel de Allende. Fue una época maravillosa. Por eso lamenté mucho el no haber podido ir al festival este año cuando me invitaron.  

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autor Periodista, editora en Cine PREMIERE y bailarina frustrada en sus ratos libres. Gustosa del cine, la literatura, el tango, los datos inútiles y de la oportunidad de desvelarse haciendo lo que sea.
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