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Cine

El manicomio: La cuna del terror – Crítica

29-03-2019, 1:38:22 PM Por:
El manicomio: La cuna del terror – Crítica

Manicomio: la cuna del terror se sube a un subgénero gastado al que no aporta nada.

Cine PREMIERE: 1.5
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Desde que Holocausto caníbal, cinta de Ruggero Deodato de 1980, se impusiera en el subgénero del falso found footage, un sinfín de películas han seguido el camino. Es el caso, por ejemplo, de El proyecto de la bruja de Blair, cinta de escasísimo presupuesto que se convirtió en un éxito de taquilla a nivel mundial, o la serie de Actividad paranormal, de menor talante aunque con aliento suficiente para hacer una serie de secuelas sin muchos cambios entre sí. Siguiendo esa línea se encuentra Manicomio: la cuna del terror, producción alemana que aprovecha las oportunidades que ofrecen los tiempos que corren.

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Si bien la película dirigida por Michael David Pate, con guion propio y de Ecki Ziedrich, abre de forma interesante, al situar la historia en un hospital de Beelitz destinado a enfermos de tuberculosis muy activo durante las guerras mundiales y abandonado en la actualidad, pronto va diluyéndose en un afán por darle la vuelta a las tramas clásicas. Los protagonistas son un grupo de afamados youtubers dedicados a imponerse retos, algunos más descabellados que otros, como entrar a una morgue sin permiso y tomarse selfies con un cuerpo, con tal de ganar más y más seguidores. Dos sitios rivales, uno de dos chicos y otro de una joven que da consejos de belleza, se retan a ingresar al hospital aludido de forma ilegal para pasar 24 horas allí, pues supuestamente en el lugar se ha reportado actividad paranormal.

Guiados por Theo (Tim Oliver Schultz), un estudiante de medicina que aparentemente trabaja como guía en temporada de vacaciones, los jóvenes se instalarán en este edificio rodeado por un bosque lúgubre, sin sus teléfonos celulares (es una condición para que nadie sepa en tiempo real que están ahí) y armados sólo con cámaras. La película a partir de ahí es previsible hasta el final.

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El cineasta utiliza la cámara subjetiva durante todo el filme, para darnos una idea del punto de vista de los involucrados: los dos chicos y su asistente femenina, la otra youtuber y la ex de Theo, quien es la única que ha visto con anterioridad la presencia que ronda Beelitz, quien se cuela a la visita. A punta de cámara en mano, cámaras térmicas y ojos de gato, una edición que se quiere vanguardista con cortes abruptos y soniditos efectistas, brincos de imagen y ángulos imposibles, la película avanza a trompicones.

Hay baños de sangre y violencia desmedida, sustos baratos y actuaciones en la línea del ridículo. Hay una historia de venganza, de amistad y de engaño. Un guiño crítico al afán por la fama instantánea y los likes como forma de vida que se queda a medias. Otro guiño crítico a la psicopatología que parece imperar entre los jóvenes, que más se siente como mero pretexto y que por lo mismo no se acaba de desarrollar. Pero todo esto sin un rumbo definido. Lo único claro es que Manicomio: la cuna del terror, se ha montado en un subgénero gastado al que no ha podido aportar nada.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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