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Cine

El pasado que nos une – Crítica

14-10-2019, 9:45:28 AM Por:
El pasado que nos une – Crítica

El pasado que nos une renuncia a la intensidad moral para inclinarse por un melodrama predecible hasta en lo que no le compete.

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Con Julianne Moore y Michelle Williams en los roles principales de El pasado que nos une –título en español que obvia la trama– se esperaría que el remake de After the Wedding (2006), cinta de la dogmática danesa Susanne Bier nominada al Oscar por mejor película extranjera en 2007, tuviera por lo menos un sostén actoral alrededor de un intenso drama familiar. Sin embargo, poco puede hacer la dupla ante una historia que renuncia a la intensidad moral de los secretos familiares para inclinarse por un melodrama que tiene el infortunio de ser predecible hasta en lo que no le compete, como es el título en español que le endilgó su compañía distribuidora.

La sexta película como director de Bart Freundlich, esposo de Moore, es reduccionista en el sentido de que limita a sus actrices y las posibilidades de sus alcances histriónicos para llevarlas hacia un sendero lacrimógeno guiado por elementos melodramáticos tan convencionales que hasta resultan risibles. Y lo son todavía más por la propuesta fotográfica de Julio Macat, parca y efectista en sus elementos gráficos narrativos, como, por ejemplo, en el empleo de drones en las escenas que ocurren en India para dotar al personaje de Williams de un aura beatífica innecesaria.

Ahí es donde la estadounidense Isabel (Williams) dirige un orfanato con una cautivadora convicción, tiene una inclinación especial por el pequeño Jai (Vir Pachisia), a quien ha cuidado desde pequeño cuando lo encontró abandonado. Ella recibe entonces la oferta de un donativo por dos millones de dólares de parte de una acaudalada empresaria, Theresa (Moore), que quiere que viaje a Nueva York para afinar los detalles.

Dueña de una corporación de medios, la mujer retrasa la firma para que Isabel se quede a la boda de su hija Grace (Abby Quinn). Fuera de su ambiente (está en un hotel de lujo, tiene asistentes a su disposición), Isabel tiene sus sospechas. Y cuando asiste a la boda, su mirada se encuentra con la del escultor Oscar (Billy Crudup), el esposo de Therese. Es evidente que ambos se reconocen, y luego del discurso de la hija se hace evidente de lo que va la historia. Aunque Isabel sigue teniendo dudas de las intenciones de la empresaria, quien incluso aumenta la oferta y sus condiciones.

La historia entonces se vuelca totalmente al melodrama en forma cada vez más simplona, como si estuviéramos frente a una telenovela. La interacción entre los personajes de Williams y Moore carece de cualquier atisbo de intensidad, perdiendo la oportunidad de tener a esta dupla en un trabajo memorable que lamentablemente queda en el olvido. Y la relación de Isabel con Grace es tan poco convincente que se pierde esa sensación de sorpresa y de comienzo que promete un futuro a pesar de todos los contratiempos. El pasado que nos une no tiene nada de emotividad, algo que le hizo mucha falta a esta historia que debería haberla tenido a raudales.

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autor Nadie quiere acompañarlo al cine porque come palomitas hasta por los oídos e incluso remoja los dedos en el extraqueso de los nachos. Le emocionan las películas de Stallone y no puede guardar silencio en la sala a oscuras. Si alguien le dice algo, él simplemente replica: "stupid white man".
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